Hace medio milenio, los europeos emigraron huyendo de sus hambrunas y guerras internas, asaltaron a sangre y fuego el mundo, llevaron el botín para Europa y hoy no quieren que nadie emigre allá para no compartirlo.
En Estados Unidos, la Estatua de la Libertad invita a entrar a los desterrados; en la frontera con México, el Muro de la Vergüenza cierra el paso a los "hispanos", cuyos 40 millones constituyen su minoría demográficamente más importante, castigada con cuotas, exclusiones y discriminaciones que abaratan su mano de obra.
El propio Estados Unidos causa este éxodo. Confiesa su Comité de Santa Fe que "el Tratado de Libre Comercio ha arrancado a los campesinos y a los indios de sus parcelas y tierras comunales, a raíz de la baja de impuestos a la importación de productos alimenticios provenientes de la industria agrícola norteamericana y canadiense. Para alejarse de sus posesiones ancestrales, esta gente enfila hacia el Norte. Pero las industrias fronterizas –maquiladoras– tienen exceso de personal y prefieren emplear mujeres, de manera que los refugiados económicos siguen avanzando hacia los estados fronterizos de California (37% hispanos), Arizona (22% en 1999, mayoría en 2006-2008), Texas (30%) y más hacia el norte, al Medio Oeste, en especial Iowa y Minnesota (Santa Fe IV, 2000).
A raíz del TLC, cerca de un millón de trabajadores agrícolas mexicanos dejan cada año el campo para migrar a las maquilas de las ciudades fronterizas o al mismo Estados Unidos (Martínez Enríquez: La glo balización neoliberal y la libertad de movimiento, 2006, 143).
Para premiarlos por mantener a flote la economía estadounidense con sus salarios extremadamente bajos, el proyecto de Ley de Inmigración de marzo de 2006 prevé la deportación de millones de inmigrantes, la negación de la nacionalidad estadounidense a sus hijos nacidos en el país, la duplicación de efectivos de la Patrulla Fronteriza, la creación de un "muro virtual" con cámaras y sensores añadido al Muro de la Vergüenza. Movilizaciones de millones forzaron al Comité Judicial a aprobar una modificación que permitiría a los inmigrantes indocumentados que llegaron antes de 2004 continuar trabajando en el sitio (EFE: Últimas Noticias, 29/3/2006, 63).
Paralelamente, Europa, cuyos torrentes migratorios fueron siempre generosamente acogidos por América, promueve una Ley de Retorno para la expulsión compulsiva de los inmigrantes.
Tras las intervenciones de Estados Unidos en Puerto Rico y Panamá y Haití y República Dominicana y Cuba y Guatemala y Nicaragua y El Salvador, oleadas de ciudadanos de esos países migran hacia el agresor. Estados Unidos apoya las dictaduras del Cono Sur, que provocan la fuga de millón y medio de personas.
En los últimos años, cerca de 18 millones han emigrado de México, tres millones de Perú, millón y medio de El Salvador, un millón de Nicaragua, 800.000 de Ecuador (Escudier, Juan: "¡Que se vayan todos!", Question, julio de 2005, 14), unos cinco millones de Bolivia y unos cuatro millones de Colombia. Cada vez que Estados Unidos desestabiliza económica o políticamente un país o una región, debe soportar una avalancha de refugiados que huyen del desastre.
Durante los primeros cinco años del siglo XXI, unos 25 millones de personas han dejado su país en América Latina y el Caribe, muchos ilegalmente. Argentina, Brasil, Costa Rica y Venezuela son los polos de atracción para la inmigración intrarregional; México, Colombia, Ecuador y los países del Caribe son quienes envían más emigrantes hacia Estados Unidos y Europa, donde se concentran en España. La segunda fuente del ingreso exterior ecuatoriano procede de remesas de sus emigrados, y eso que se trata de un país exportador de petróleo.
Para 1996, México figura en segundo lugar entre los principales 20 países en desarrollo y en transición receptores de remesas de sus emigrados, con 4.224 millones de dólares; Brasil, en el puesto 11, con 1.213 millones; El Salvador, en el lugar 14, con 1.086 millones; y República Dominicana, en el 17, con 847 millones. Esos 20 países reciben 88% de todas las remesas internacionales; entre ellos, varios países latinoamericanos figuran en elevados rangos (Pnud 1999, 27).
En algunos países, tales envíos tienen un peso significativo en la economía: en Haití, aportan 24% del producto interno bruto; en Nicaragua, 11%; en Honduras, 10%; en El Salvador, 14%; y en República Dominicana, 10% (Cepal 2005, 13).
Según la Cepal, América Latina y el Caribe es una de las regiones que recibe más remesas. En 2004, estas representaban alrededor de 45.000 millones de dólares, cifra similar a la inversión extranjera directa (IED) y muy superior a la asistencia oficial para el desarrollo recibida en la región. Es de hecho América Latina y el Caribe las que asisten a otras regiones aportándoles mano de obra ya formada, productiva y a la cual no se le reconocen derechos laborales ni humanos.
América Latina exporta su futuro, desde brazos para las cosechas hasta cerebros para la tecnología de punta. Así, afirma el vicepresidente del Consejo de Estado cubano Carlos Lage, "un millón de científicos y profesionales formados en América Latina, a un costo de unos 30 mil millones de dólares, viven hoy en los países desarrollados, y por sus innovaciones y aportes científicos debemos pagar o prescindir de ellos." (Lage, 1999, cit. por Martínez Enríquez, 2006, 145).
Estados Unidos y la Unión Europea necesitan desesperadamente los baratos brazos de nuestros emigrantes para pelear sus guerras imperiales, mover sus industrias y mantener a sus envejecidas poblaciones.
Las leyes discriminatorias son para mantenerlos fuera de los salarios justos, de los Derechos Humanos, de la humanidad.
http://luisbrittogarcia.blogspot.com
PD: ¿Do you speak english? DirecTV transmite hace dos semanas su programas en inglés sin subtítulos en castellano.
¿Aplicará por fin Conatel la Ley Resorte?
luisbritto@cantv.net