La historia camina lento decía uno por ahí. El que no conoce su historia está condenado a repetirla decía otro. Y tal vez sea verdad…
Septiembre es un mes que siempre me trae un montón de recuerdos. Recuerdos que son parte de la historia pero están ahí, y de cuando en vez aparecen para golpear o acariciar…
Hace treinta y dos años, el 17 de septiembre de 1976, cuando el general Hugo Banzer era dictador no electo de Bolivia y el Plan Cóndor unía a la represión de los países del Conosur, Enrique, mi hermano, caía muerto junto a Pedro Silvetti (secretario del ex presidente boliviano Juan José Torres), en Cochabamba.
Un tiroteo de dos horas hasta dejar la última bala antes de caer herido, antes de que lo lleven a morir en la tortura.
Después, la mentira de los comunicados oficiales se encargaría de decir que había muerto en el enfrentamiento. Después el ministro del interior boliviano, general Pereda Azbún, se fue a reunir con sus pares uruguayos en Montevideo para darles cuenta que la red del Cóndor cumplió su cometido.
Había llegado a Bolivia dos años antes tras una ilusión: la posibilidad de tumbar la dictadura de Banzer mediante la alianza del ELN (Ejército de Liberación Nacional) con el ex presidente Juan José Torres (el general proletario lo había denominado Rodolfo Walsh) y su gente.
A pesar de su juventud, en pocos años Enrique había caminado demasiado. Era uno de los tantos jóvenes tupamaros que creían en la política como un manifiesto de la ética. Entonces primero llegó la cárcel, luego fue el destierro en Chile, después el viaje a Cuba, más tarde la construcción de la Junta de Coordinación Revolucionaria en Buenos Aires, y finalmente la instalación en Bolivia para reconstruir el ELN.
Ahora, treinta y dos septiembres después, el recuerdo se mezcla con este presente en el que el gobierno de Evo Morales es acosado por los sectores de poder económico de Bolivia, los amigos de Banzer y sus continuadores.
Los sectores de poder no aceptan perder sus privilegios. Tampoco cambian sus métodos para defender sus intereses.
Ayer fue acosado el gobierno de Juan José Torres mediante la emboscada, el asesinato selectivo, con el apoyo del gobierno de EE.UU. y su embajada en Bolivia.
Hoy, la matanza de Pando es solo un ejemplo de que la oligarquía boliviana, con ayuda de la misma embajada, utilizará todas las armas para que no se consolide un gobierno popular. Esa matanza, y el intento de golpe de Estado contra el gobierno de Evo, es también una parte de la historia que Bolivia quiere dejar atrás, y que los mismos grupos de poder se empeñan en repetir.
La historia de América Latina, y particularmente la de este país andino, es la historia de la explotación, de la matanza de indígenas, de campesinas y de obreras. Pero es también la historia de la rebelión.
La historia camina lento, y algunos quieren repetirla, pero el gobierno y el pueblo bolivianos están firmes en la construcción de otra historia.
En América del Sur se ha evidenciado una solidaridad colectiva con el gobierno y pueblo bolivianos, pero es necesario que toda esa solidaridad social se vea reflejada en Bolivia, confluyendo en La Paz. Hoy más que nunca el destino de una América distinta se juega en Bolivia. Hoy todos somos Bolivia.
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