El imperio es mucho más que un gobierno

A propósito de la masacre en Bolivia y de los planes magnicidas contra el líder de la Revolución Bolivariana, es oportuno recordar que el imperio es mucho más que un gobierno.

Hemos hablado de la diferencia entre imperio e imperialismo. He sostenido que el carácter imperial que tiene el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica no es lo mismo que calificó el camarada Vladimir Illich Ulianov, Lenin, como imperialismo y, también, fase superior del capitalismo.

El imperialismo no está referido a una geografía, ni a un estado —así, con minúscula—, tampoco a un gobierno. En todo caso puede estar referido al Estado, como estructura que administra las relaciones de explotación en el capitalismo. Pero no es la discusión teórica sobre esos elementos la que tengo como motivación para escribir esta nota de Criterio, sino la responsabilidad de contribuir con la condena al régimen imperial, genocida y terrorista, que tiene su asiento y vocería en la llamada Casa Blanca y en sus órganos específicos: El Pentágono y la CIA.

Cuando digo, entonces, que el imperio es mucho más que un gobierno es porque no debemos abrigar esperanzas de que las elecciones del próximo 4 de noviembre, entre las camarillas que eligen a los gobernantes gringos, cambiará, a favor de los pueblos de nuestra América y del mundo explotado y de los propios Estados Unidos, las condiciones de terror a las que se nos somete desde ese imperio.

El imperio yanqui está perdiendo, progresivamente, la hegemonía que ejercía en el mundo. Yla está perdiendo porque desde nuestra América se ha ido creando una resistencia, a la par que se ha ido desarrollando la hegemonía de los pueblos que construyen su segunda y definitiva independencia. Después de la Revolución Cubana, es la Revolución Bolivariana, la que ha conseguido asentar una esperanza para los pueblos, con definiciones propias, con pensamiento claro, con independencia segura y con la firmeza y soberanía que se requiere para enfrentar al imperio estadounidense.

Las acciones imperiales de amago y utilización de fuerzas mercenarias, tanto para desatar las acciones fascistas contra indígenas y campesinos en la llamada Media Luna en Bolivia, con el saldo de muertes, desaparecidos y destrucciones; así como los planes de magnicidio y golpe de Estado en Venezuela contra nuestro camarada comandante Hugo Chávez, han recibido, por parte de los pueblos de nuestra América, una respuesta que los yanquis no esperaban o, al menos, a la que no estaban acostumbrados.

Once países, integrantes de la Unasur, se pronunciaron firmemente en contra de las pretensiones proimperialistas de acabar con los gobiernos democráticos de Bolivia y Venezuela. Ya el imperialismo yanqui no puede agredir impunemente. Ya el silencio que se sintió en casi todo el mundo cuando Venezuela era asediada por un golpe de Estado en el 2002 y un corrosivo paro petrolero empresarial en 2003, no volverá a repetirse, porque los pueblos de nuestra América han despertado y lo hicieron para siempre.

Es allí donde están los detalles. Yes allí donde debemos fijarnos para proseguir en esta lucha por la hegemonía, que no cesa con el cambio de verdugos en el Gobierno estadounidense. La salida de Bush no es el fin de las agresiones contra nuestros pueblos. La lucha es hasta vencer. ¡Patria, socialismo o muerte! ¡Venceremos!

siglosocialista@hotmail.com


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Iván Padilla Bravo

Director del semanario cultural "Todos Adentro", medio adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Cultura. http://www.mincultura.gob.ve/

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