Otro año concluye. A medida que avanzamos, nos da la impresión de que los años pasan más rápido que antaño... El momento es propicio para un breve intento de balance y, sobre todo, un proyecto nuevo, como quien busca una tierra nueva.
Este mundo se parece a un barril de pólvora.Varias potencias se dan el derecho de iniciar guerras preventivas, eventualmente con armamento de destrucción masiva. Es decir, si temo por mi seguridad, tomaré la iniciativa de matarte a ti, sin muchas preguntas.
Desde el punto de vista técnico, nuestro mundo conoce progresos impresionantes, pero gravemente ambivalentes en genética, informática, telemática. No existen límites y no existen normas reconocidas de respeto. La medida de lo posible se transforma casi en el único umbral. No importa que otros sufran desolación y muerte: el "yo" manda y el dinero impone su ley. ¿Sabrase algún día el origen de pandemias como el sida y la responsabilidad tal vez humana en el nacimiento de tantos males? El dinero asesina todos los días en silencio.
Las instituciones están cansadas. Varios venezolanos de paso por Europa manifiestan su admiración... y su extrañeza, al ver un continente viejo, rico, relativamente cerrado y con poca iniciativa. Frecuentemente, la novedad está en nuestro continente y desde sus referencias tradicionales y desgastadas, a veces los países ricos la juzgan severamente. Por todas partes, la democracia manifiesta su desgaste.
Vean las protestas en España, en Francia, en Grecia...
En una sociedad fraccionada donde domina el individualismo posmoderno, es necesario buscar los puntos comunes, las riquezas culturales y materiales por compartir. Es urgente, sobre todo a partir del Sur, formar proyectos de unión, imaginar nuevas síntesis; o por lo menos, nuevos caminos. Nadie puede decir solo qué es lo justo y lo bueno.
Nadie puede designar solo el fundamento de un horizonte político diferente. Hoy en día, nadie puede siquiera nombrar a Dios sin escuchar la sabiduría de otras experiencias religiosas.
Es urgente instaurar, a nivel mundial, las condiciones de un diálogo nuevo. Aún la ONU y sus instancias se han hecho demasiado viejas. Es urgente dialogar ¡y buscar una joven armonía!
Sacerdote de Petare