Lech Walesa, en su propio país, es una decadencia. En hombros del movimiento sindical Solidaridad y sobre los hombros de la CIA y el pontífice anticomunista (valga la redundancia) Karol Józel Wojtyla, a la sazón su paisano, llegó a la Presidencia de Polonia. Sus políticas capitalistas salvajes y neoliberales, uno por lo otro, decepcionaron a sus propios seguidores. Su ex compañeros de faenas, los trabajadores de los astilleros, sufrieron los rigores del gobierno anti obrero de Lech. Cuando Walesa quiso buscar la reelección –sí, la reelección, tan común en la vieja Europa- el pueblo polaco le dio la espalda.
Walesa quedó para servir a la CIA donde quiera que hubiera un gobierno progresista. Lo cargaban dando conferencias por el mundo pero, aun para esta labor, pasó su cuarto de hora. La retórica anticomunista, incluso donde no había comunismo, dejó de ser moda. El mismo discursito, repetido hasta el cansancio como disco rayado, terminó martirizando a los propios agentes de la CIA, quienes ya estaban hasta la coronilla de Walesa. “Stop, Lech”, rezongaban.
Ante a la inopia mental de la oposición venezolana, el Departamento de Estado asumió la conducción de la campaña contra el presidente Chávez. Una agencia publicitaria criolla y unos cuantos medios nacionales serían su vehículo propagandístico Venezuela adentro. Pero el Departamento de Estado, que desprecia a los pueblos, vio a Venezuela con la misma lupa que miró a Polonia, Ucrania o Kosovo. Por supuesto, se cayó de un coco.
Aquí como en la Europa del Este, se inventaron un movimiento “manos blancas”. Aquí, como en los ex países tras la cortina de hierro, diseñaron una “revolución de color”. Aquí, como en aquellos estados bajo los restos del stalinismo, satanizaron a un feroz “dictador” y lo hicieron blanco de las protestas.
El único pequeño problema o detalle es que Venezuela no queda en Europa del Este. Ni el stalinismo existe aquí por parte alguna. Ni los “manos blancas” vernáculos sufren los rigores de nada sino, por el contrario, estudian en universidades privadas y son jóvenes privilegiados. Y, para completar el despiste, el supuesto “dictador” que se crearon, ha derrotado en elecciones democráticas, con cientos de observadores de todo el planeta, a cuanto opositor le han puesto por delante o a cuanto currutaco ha inventado el Departamento de Estado.
Pequeñas diferencias, pues. Ahora, con motivo del referéndum para la enmienda constitucional, vuelven a sacar del baúl del pasado anticomunista al cansón y cansado Lech Walesa. Y éste se presta, a sabiendas de que ese viaje es sólo puro aguaje. Apenas El Nacional, hace rato extraviado en la dimensión perdida del periodismo, se tira una primera página con el rayado Lech frente a unos astilleros que hoy nada quieren saber de quien los traicionó desde el poder.
Por la frecuencia con que recurren en Venezuela al desgastado ex lider de Solidaridad, ya se empieza hablar aquí de “walesada”, táctica publicitaria que consiste en amenazar con la venida de Walesa cuando la derrota es inminente. Tanto es así que hay opositores que cuando oyen decir que el polaco viene, se deprimen, pues ese sólo anuncio les pone la carne de gallina.
P.S: Inutilizado el cartucho mojado de Walesa, recurrieron al eurodiputado franquista del PP español, Luis Herrero. La pólvora de la estupidez de este bribón se chamuscó más rápido. Logró, sin embargó, activar los votos menos militantes del chavismo. En la próxima elección, somos los bolivarianos los que vamos a pedir que traigan a estos loquitos.
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