El Tribunal Penal Internacional (TPI) con sede en La Haya (Holanda) ordenó el arresto del presidente de Sudán, Omar Al-Bashir quien es el primer jefe de estado en ejercicio contra quien se emite una orden de esa naturaleza por crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad presuntamente perpetrados en Darfur, región del oeste de la nación africana y árabe. El pedido del fiscal colombiano Moreno Ocampo de que se le juzgara por genocidio no prosperó.
Mientras tanto, la Liga Árabe expresó hoy su fuerte descontento con la decisión del Tribunal Penal Internacional de ordenar el arresto del presidente, y envió una delegación a la ONU para tratar de retrasarla y para ello una misión árabe acudirá a reunirse con el Consejo de Seguridad de la ONU. Los cancilleres de los 22 estados miembros de la Liga ratificaron la solidaridad con Sudán y advirtieron del peligroso precedente que deja la acción del TPI y creen que la medida puede poner en peligro los esfuerzos para la pacificación de la zona de donde la ONU estima que 2,7 millones de personas se han visto desplazadas.
La entidad internacional también cifra en más de 300 mil los muertos por esa beligerancia, pero el gobierno de Jartum, la capital del país, maneja 10 mil bajas fatales. El embajador de Sudán ante la entidad pan-árabe, Ali Ahmed Karty, calificó la medida judicial de “política, prefabricada y viciada”, al tiempo que criticó el doble rasero del TPI y las grandes potencias mundiales.
No estamos en condiciones de defender al presidente sudanés y no nos consta que sea inocente o culpable. El problema radica en que un organismo internacional como el TPI se inmiscuya descaradamente en los asuntos internos de un país soberano, exhibiendo una arrogancia que bien la quisiéramos ver para juzgar a la camarilla gobernante en Israel culpable de los más horrendos crímenes contra el inerme pueblo palestino; o a George Bush, José María Aznar y Tony Blair, culpables de la invasión a otro país soberano como Irak, que ha dejado una secuela de muchos miles de muertos, saqueos indiscriminados al patrimonio cultural del país y a la industria petrolera, que es la columna vertebral de la economía de ese país.
El fiscal Moreno Ocampo comparó la acción contra Omar Al-Bashir con el caso contra el presidente de Serbia, Slobodan Miloseviç quien fue prácticamente secuestrado en su país, trasladado a La Haya, para luego ser asesinado lentamente con veneno que le suministraban. No tuvieron el coraje de terminar de oír los argumentos de Miloseviç, los cuales resultarían muy comprometedores. Hay que recordar que la OTAN, al frente de la cual se encontraba los EE.UU. bombardeó inclemente a Serbia (ex Yugoslavia) durante semanas y hasta la presente fecha el juzgado y condenado a muerte, sin sentencia, fue Slobodan Miloseviç.
Sin ir muy lejos, el fiscal colombiano ante el TPI, Moreno Ocampo, antes de ver la paja en el ojo ajeno, debería mirar la viga que tiene dentro de su propio país, donde su presidente se da el lujo de invadir un país “hermano” para ametrallar a 25 personas que al cobijo de la noche, dormían.
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