Un nuevo baile se avecina,
una especie de hoguera de las vanidades con pitos, plumas, papelillo
y cobertura a “escala planetaria”. El chivo peruano viene a la fiesta,
para aderezarla con sus cagarrutas de sabiduría al compás de un idiota
que regresa con un aire romano por el nombre y por servir a la suerte
de Nerón colombiano que preside la casa de Narquiño.
La crema y nata fecal
de la oligarquía criolla se prepara con bombos y platillos, de levita
y plastrón, silicón y botox para recibir a los reyes itinerantes del
vodevil mediático, con la rémora incesante de palangristas ávidos
de monedas a cambio de caligrafías manumisas.
El preámbulo está dado
por el paroxismo ante la “amenaza de cierre” de Cloacavisión, bacinilla
de la ultraderecha que tratan inútilmente de desodorizar para mostrarla
al mundo como pieza de cristal hasta ahora no acertada por las pedradas
de la horda chavista.
Un Alberto Federico amedrentado, que contrasta con el otrora mentador de madre y fanfarrón, no halla donde meter el Ravell ante la amenaza del régimen de sencillamente actuar conforme a las leyes vigentes de la República Bolivariana de Venezuela. Aunque la batería comunicacional opositora bombardea diabólicamente día y noche el trabajo revolucionario y aterrorizan a la población, de pronto invocan a Dios y todos los santos para darse un aire de víctimas columbiformes.
Bajo las sotanas episcopales
tiembla de ira la carne pecadora ante el sacrilegio de un dictador que
tiene al Pueblo poseído por la libre determinación y los principios
socialistas. Con una mezcla de petulancia y pendejera, se unirán a
la bacanal elevando ruegos por la conciliación y por la permanencia
in saecula saeculorum de los medios golpistas en nuestro espacio radioeléctrico.
Sus acólitos se han
lanzado ya desde distintos nichos a emitir sus opiniones, unas hipócritas,
vomitivas, con aparente equilibrio, otras arrogantes, profetizantes.
Todas calculadas a nombre del poder fascista que tiene las manos llenas
de sangre popular roja rojita.
La levedad revolucionaria
se muestra como sucedáneo del diálogo, en rebuscadas explicaciones
sobre porcentajes de audiencia, micro tormentas, ignorancia disfrazada
de sabiduría y en cruces de madera balsa llevadas a cuesta con estoicismo.
El baile será todo un reto para el Dr. Lupa quien deberá develar el misterio de por qué mientras más exponentes de la oposición acudan, más vacío estará el salón.
No hay ética que refrene
sus ansias de echar un pie y paladas de estiércol en el baile amenizado
por el “chivo “Vargas y Plinio el “viejo”. Lástima que faltarán
payasos, ya que están fugados… disculpen, asilados.
P. S: No habrá hora loca, Ya Chávez los tiene así desde hace rato.
pladel@cantv.net