Fuera las bases militares yanquis de América Latina

El presidente de Estados Unidos Barack Obama (demócrata) derrotó al candidato republicano John McCain, numerosos compatriotas se alegraron, unos por el color de Obama y otro porque se venció al candidato de Baby Bush. Pero teníamos la mayor claridad que ambos personajes del Imperio mantendrían los lineamientos básicos de la política yanqui incólumes, variando tan solo sus aspectos accesorios o tácticos.

El ejército  norteamericano despliega más de medio millón de soldados, espías, técnicos, instructores, auxiliares y contratistas civiles en otros países. Para dominar los océanos y mares del mundo hemos puesto en funcionamiento aproximadamente trece destacamentos de fuerzas navales alrededor de portaaviones cuyos nombres resumen nuestra herencia marcial –Kitty Hawk, Constellation, Enterprise, John F. Kennedy, Numitz, Dwight D. Eisenhower, Carl Vinson,Theodore Roosvelt, Abraham Lincoln, George Washington, Harry S. Truman Ronald Reagan.

Operan en numerosas bases secretas fuera de nuestro territorio para supervisar lo que las gentes del mundo –incluidos nuestros propios ciudadanos– se dicen, se comunican por fax o por correo electrónico unos a otros.

En Colombia el convenio dice de la presencia de unos 800 soldados estadounidenses, además de 600 representantes de contratistas, en siete bases colombianas para operaciones contra el terrorismo y el narcotráfico. El personal norteamericano estará en las bases de Palanquero (departamento de Cundinamarca), Apiay (Meta) y Malambo (Atlántico), y el uso eventual de Cartagena, Larandia (departamento de Caquetá), Tolemaida (Cundinamarca) y Bahía Málaga (región del Pacífico). Es factible que los estadounidenses podrían apoderarse de las bases militares colombiana en la que estarán ubicados. Así lo han hecho en otros países (Okinawa, Guantánamo, etc.) Estados Unidos tiene presencia militar en 135 países y sus generales afirman que para poner en marcha "guerras preventivas" necesitamos una "presencia mundial", lo que significa obtener la hegemonía en los lugares que todavía no se encuentran bajo nuestro dominio. Las siete bases escalarán la presencia militar norteamericana en Colombia no solo por su número y ubicación. Pues no serán solo contra el narcotráfico, sino también contra el “terrorismo”, término que, como se sabe, Washington define según sus conveniencias. Y las tropas norteamericanas podrán operar desde ellas, y sin consultarle a nadie, en otros países. ¿Alguien sensato, además, puede tener la certeza de que el Pentágono nunca actuará desde esas bases en contra de lo pactado y de Colombia, si así lo determinan sus intereses imperiales? 

Pero las bases no son fortalezas militares aisladas. Sin su extensa red de bases militares en todo el mundo, los Estados Unidos no habrían podido efectuar más de 300 intervenciones militares en el extranjero durante el siglo XX. Sin ellas, habría sido mucho más difícil derrocar gobiernos latinoamericanos democráticos y simpatizantes del cambio socialista, e involucrarse tan intensamente en guerras y campañas en Asia Oriental. Y evidentemente, también habrían resultado mucho más complicadas las prolongadas campañas de bombardeo de Irak durante los años noventa, por no hablar de las invasiones de Afganistán e Irak, dirigidas por los estadounidenses, o de la invasión del Líbano por parte de Israel, respaldada también por Washington. Y si las bases de Turquía, Arabia Saudí y Diego García fueron fundamentales en estas campañas, la actual concentración de medios militares en Irak, Afganistán, Asia Central, Pakistán y los estados del Golfo permitiría a los Estados Unidos controlar o incluso invadir Irán en el futuro.

Las bases militares extranjeras están concebidas para proyectar su poder militar en todo el mundo pero, al mismo tiempo, sus consecuencias más visibles y cotidianas se hacen sentir en el ámbito local o nacional. Estas bases en Colombia viene a fortalecer el Comando Sur (USSOUTHCOM) que tiene Jurisdicción: Desde Guatemala y Belice hasta la Antártida -Polo Sur-, abarcando Cuba, Centro América, las Antillas y Sudamérica. Cubre una superficie total de 40,4 millones de Km2 extensión que ocupan 30 países que componen el subcontinente; desde el punto de vista global interviene en un espacio del 20% del macizo continental. 
El golpe perpetrado en suelo ecuatoriano a las FARC el primero de marzo pasado en Sucumbíos, es la muestra de las operaciones que realiza este comando. 
Este destacamento militar le es indispensable a Estados Unidos: 
Para garantizar la seguridad de sus intereses en la región; y 
controlar el acceso a los recursos estratégicos tales como el petróleo y las reservas de agua dulce de la Amazonia y del Guaraní, entre otros. 
El comando trabaja de manera cooperativa con las fuerzas militares del Perú, El Salvador, Brasil, Honduras, Paraguay, Guatemala y Chile. (Dufour, 2008)

 
De Álvaro Uribe Vélez, presidente de Colombia, la historia lo condena porque ha apoyado en su patria el proyecto de muerte y tierra arrasada implementada por los paramilitares, asesinando hombres, mujeres y niños para desplazar a los campesinos para entregarle las tierras al latifundio y al capital trasnacional. Uribe ayudo a sus socios a los cuales indulto y les dio recursos económicos para que continuaran asesinando colombianos a punta de moto sierras. No podemos esperar mucho de un mandatario que infiltro la Fiscalía general de la nación y el DAS y colocó las estructuras del Estado bajo el mando paramilitar.

Los efectos dañinos y catastróficos de las bases sobre las economías locales, el medio ambiente y la salud pública; por la pérdida de poder soberano de la “nación de acogida” y la consiguiente falta de responsabilidad democrática provocada por las bases extranjeras, así como por la cuestión moral de que el propio país se convierta en cómplice de la violación del derecho internacional humanitario y de guerra. Se pasa también por el aumento de las tasas de delincuencia, la imposibilidad para la mayoría de países de acogida de juzgar a soldados estadounidenses y, más concretamente, los altos índices de violaciones, prostitución y explotación de mujeres que envuelven a las bases. Y, finalmente, por la historia de aquellos que perdieron tierras y hogares, o incluso territorios ancestrales sagrados, para dar cabida a una base extranjera, como sucedió en Diego García, Thule (Groendlandia) y Vieques (Puerto Rico).

América Latina debe tomar la iniciativa de la lucha para oponerse a la instauración de bases extranjeras a nivel mundial y a los efectos negativos que éstas generan en los ámbitos político, ambiental, social y cultural de los pueblos. Hay más de 1.000 bases militares extranjeras en todo el mundo. Estados Unidos, Rusia, China, Inglaterra, Italia tienen bases en otros países. El mayor número corresponde a Estados Unidos. Según datos oficiales, existen 737 bases estadounidenses en diversos países (cifra que no incluye a las bases militares secretas como es el caso de las 4 bases instaladas en Irak). En Alemania existen 81 bases de Estados Unidos y en Japón otras 37. Se ha constatado que las bases militares extranjeras son usadas, como sucede en Irak, para la agresión, la muerte y la destrucción.

Es nuestro deber rechazar la presencia de bases militares yanqui en América Latina debe surgir un fuerte movimientos de hombres progresistas, revolucionarios y amantes de la paz en este continente, por ahora tenemos una voz como la del presidente Chávez para liderar este movimiento en toda Latinoamérica. FUERA LAS BASES MILITARES YANQUI DE AMERICA LATINA

                                                     

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Juan Linares

Ex-parlamentario regional. Especialista en Crisis. Temas Preferido: Ecología, Política Internacional y Laboral. Militante de Marea Socialista en el estado Bolívar.

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