La reunión de la UNASUR en Bariloche nos ha dejado unos muy importantes temas a analizar de importancia vital para la paz, la democracia, los derechos naturales de los pueblos cualesquiera sean sus orígenes nacionales y, porque no decirlo, la seguridad continental suramericana. Una demostración de la necesidad de alcanzar políticas, oficialmente suscritas por los países miembros, está contenido, en contrario, es decir, como demostración de políticas diseñadas contrarias a la paz continental, en lo expresado por José Vicente Rangel, en su columna de los lunes: “El Espejo”, en el diario, “Ultimas Noticias” (UN, lunes, 31 agosto, 2009, p. 16, ElPaís), titulada: “Plan Uribe: El Salto Estratégico”.
La reciente reunión suramericana de la UNASUR ha logrado, al término de la distancia, una sólida unidad continental que resulta de envidia para la Comunidad Europea lo que, al mismo tiempo, debe hacerlos pensar que las relaciones, entre ambas comunidades continentales, deben desarrollarse en paradigmas muy y profundamente diferentes a las políticas expansionistas e imperialistas que caracterizaron a diferentes países europeos durante finales del siglo XVIII, siglo XIX y gran parte de los tiempos del siglo XX.
Comparativamente y dentro de las lógicas asimetrías contextuales en el marco del sistema capitalista en “pleno desarrollo” globalizado, las variables referidas a “materias primas”, mercados en desarrollo, equilibrios sociales en las diversidades, biodiversidad, moral y ética estructurales, espacios geográficos tanto terrestres, aéreos como marítimos, entre otras, entran en contradicción con las realidades y necesidades objetivas contenidas en las políticas alcanzadas en la Cumbre de Líderes de América del Norte y las, hasta ahora, decididas en el marco de las reuniones de “alto nivel” en la UNASUR. Nos explicamos. La región al sur de la norteña costa de Venezuela hasta el estrecho de Magallanes contiene altos índices de, por ejemplo, materias primas y biodiversidad que, a largo plazo, deberían favorecer a los países miembros de la UNASUR vis a vis los tres países miembros de la referida Cumbre de Presidentes norteamericanos (léase: México, Canadá y los EEUU de América). Se podrían desarrollar en todo su extensión las profundas diferencias socio-económicas entre ambos bloques ubicados a ambas riberas del Mar Caribe, en el largo plazo. En el marco de esas realidades, tanto los países de Centroamérica como los países de El Caribe insular, primeramente, deberán analizar sus propias realidades y asimetrías a corto, mediano y largo plazo frente a ambos bloques como, también, los gobiernos de los países de la UNASUR podrían tener en agenda el estudio, análisis y conclusiones de “invitar” a una delegación oficial de ambas regiones referidas a las reuniones de la UNASUR con calidad de voz pero, temporalmente, sin derecho a votar las diversas decisiones que se alcancen en el seno de la UNASUR. Destacamos que podrían ser “temporales” por las propias realidades de la UNASUR, al mismo tiempo, se daría una demostración de la calidad humanitaria de las políticas que buscan, en última instancia, proponer y desarrollar los países de la UNASUR en función del bienestar de sus pueblos, la paz y la promoción de la democracia participativa como estadio superior y perfectible de la democracia representativa.
Visto lo anterior, lo que tratamos de demostrar, en cortas líneas, es el objetivo futuro de los países miembros de la UNASUR frente a la desgastada Comunidad Europea aun frente a sus políticas expansionistas, históricamente tradicionales, como las actuales hacia las regiones orientales del continente europeo buscando traspasar los Urales tratando acercarse a los depósitos de crudo (petróleo) del Asia Central y las realidades y objetivas necesidades de los EEUU de América que, como la Roma Imperial, comienza a sentir la presencia de sus “barbaros” (léase: los llamados latinos, las comunidades afrodescendientes, los migrantes y los denominados como “american natives”); las asimetrías en la ecuación entre materias primas, tecnologías de punta y desarrollo industrial no dependiente, es decir, industria no exportada a la República Popular China; las contradicciones entre las realidades de una sociedad acostumbrada al consumo, las crisis de la seguridad social y la crisis de la educación gringa frente a los desarrollos destacados como, por ejemplo, las positivas consecuencias del sistema educativo de la República Popular China; los desequilibrios sico-ideológico-sociales que se están manifestando a lo interno de la sociedad norteamericana que, frente a la actual “lucha de clases” en “pleno desarrollo”, el desgastes de la ideología teológica protestante reformada, la crisis del “american way of life” y las consecuencias permanentes a lo interno de la sociedad norteamericana de los “fracasados soldados” (failing returned soldiers) norteamericanos como consecuencia de las guerras en Vietnam, Iraq y, en las actuales circunstancias, tropas norteamericanas y sus aliados incluyendo tropas colombianas en Afganistán aunque existen fuertes dudas como las expresadas, en contrario, por el General Stanley A. McChrystal, comandante de las fuerzas norteamericanas y de la OTAN en el referido país según informaciones por el New York Times y el londinense The Guardian: http://www.nytimes.com/2009/09/01/world/asia/01military.html?_r=1&ref=global-home http://www.guardian.co.uk/world/2009/aug/31/afghanistan-mcchrystal-strategy
Las realidades que proponemos no se manifestarán a corto plazo aún y cuando se esté desarrollando el diálogo: “crisis norteamericana vis a vis desarrollo latinoamericano en positivo”. Toda evolución dialéctica de la Historia tiene sus propios “tiempos históricos” inevitables y es por ello el accionar de la inteligencia, el sosegado y objetivo análisis de las “Política de Estado” de los actores involucrados tanto en uno como al otro lado de la ecuación, decisiones políticas posibles en positivo buscando mantener un “status quo” de paz continental, y de equilibrios en las relaciones tanto regionales como bilaterales.
Pero ¿Qué tiene que ver lo expresado más arriba con los diálogos desarrollados durante la reunión de la UNASUR en Bariloche? Respetamos las opiniones en contrario pero la primera y más importante conclusión de la reunión de la UNASUR fue el control sobre la presencia de tropas y tecnología militares ajenas, en la geografía suramericana, frente a las propias realidades militares suramericanas; así mismo, se decidió “agarrar el toro por los cachos” en lo referente a las realidades de la “economía de la droga” existente en el continente suramericano; lo demás, aunque muy importante por sus contenidos, formó parte de las contradicciones existentes entre las diferentes naciones y las lógicas consecuencias de desarrollo evolutivo de un organismo regional que aun “toma tetero”. Para que le quede muy claro a las derechas nacionales, suramericanas, continentales y extra-continentales con relación a lo que esas derechas califican como “terroristas”, claro, “terroristas de izquierda”, y sustentándonos en las declaraciones oficiales del representante del Gobierno de Colombia ante la OEA informando que las FARC son los que controlan toda la industria de la droga en Colombia, al Consejo Suramericano de Lucha contra el Narcotráfico le fue instruido en el Acuerdo final “…que elabore en forma urgente su Estatuto y un Plan de Acción con el objeto de definir una estrategia suramericana de lucha contra el tráfico ilícito de drogas y de fortalecimiento de la cooperación entre los organismos especializados de nuestros países…” http://www.eltiempo.com/colombia/politica/los-6-puntos-del-documento-aprobado-en-cumbre-de-unasur_5965687-1.
En ese contexto, las propuestas de don Álvaro Uribe Vélez: “asuntos internos” y “la transnacionalidad del combate a la industria de la droga y el terrorismo” están contenidos en el Acuerdo de Bariloche sobre negociaciones diplomáticas. Analicemos. Al aceptarse la norma jurídica internacional de “no interferencia en los asuntos internos” de un estado soberano, en el caso concreto que nos refiere, es decir, la presencia militar norteamericana en bases militares colombianas, tiene, fundamentalmente, dos aristas: la primera que la Política de Estado de la República de Colombia está en su derecho interno de tener en su territorio, independientemente del contenido de los Acuerdos suscritos y el Acuerdo por suscribirse, “tropas extranjeras extra-continentales” con la finalidad de ejercer sus movilidades militares dentro del espacio de la geografía colombiana; en caso de que dichas actuaciones militares violen espacios terrestres, marítimos y aéreos, se estaría “violando en fragancia” la norma jurídica internacional de “no interferencia” lo que llevaría al Estado colombiano a ser denunciado por los países de la UNASUR ante organismos internacionales de diferentes niveles e instancias, es decir, el Estado colombiano se convertiría, inmediatamente, en un “estado forajido” no solo a nivel continental sino internacional además, reiteramos, de ser un “estado fallido”.
Como segunda arista,
sería necesario y conveniente analizar, como ejercicio teórico, el
impacto que tendrán las acciones que decidirá el Consejo contra
el Narcotráfico cuando se implementen en toda la Región suramericana
las políticas anti-drogas suramericanas. En ese escenario, los países
más afectados por la implementación de dichas decisiones en el seno
del Consejo referido, según las estadísticas mostradas por el Presidente
ecuatoriano Rafael Correa en Bariloche, serían Colombia y Perú, cuyos
gobiernos han expresado su mutuo apoyo a la presencia de militares norteamericanos
en geografías continentales suramericanas. Ese análisis tendría tres
variables: las realidades del impacto de la economía de la droga en
el PIB de las economías colombiana y peruana; los impactos que dichas
acciones contra la industria de la droga ejercerían sobre las geografías
de los países limítrofes tanto con Colombia como con Perú; y, por
último, definir el verdadero rol militar
del apoyo de los ejércitos y tecnologías norteamericanas en el combate
a la “industria de la droga”. En este específico renglón, el Gobierno
de los EEUU de América tendría que informar a los Presidentes de los
países miembros de la UNASUR, como una imperiosa necesidad en el marco
de las Relaciones Internacionales, en la persona del Presidente norteamericano,
Barack Obama, cuáles serían las políticas anti-economía de la droga
que a lo interno del país norteamericano se decidirían como anexo
a las propuestas políticas alcanzadas en el Consejo Suramericano de
Lucha contra el Narcotráfico. Eso se llama, sencillamente, cooperación.
Es preciso aclarar que la relación “productores: Colombia y Perú
plus consumidor, los EEUU de América deberán aceptar y reconocer el
enorme sacrificio que los países de la UNASUR asumirán en función
de lograr que la “droga”, cualesquiera sean sus productos, sea,
definitivamente, sino totalmente erradicada si controlada a los más
altos niveles tanto de cultivo, producción, transporte, distribución
y consumo cuyos desarrollos y consecuentes efectos comenzaron con las
políticas oficiales de la Corona Británica a partir de 1830 con profunda
afectación en la sociedad china sin que la Comunidad Internacional
asumiera sus responsabilidades hasta entrado el siglo XX.