Una de las
características del imperialismo es que al llegar a su fase imperial
el “dinero” se convierte en la “mercancía” más preciada, empacándose
en distintas forma de productos financieros. La voracidad del apetito
insaciable de los mercados y la colocación “irresponsable” de dinero
en manos de gente irrespetuosa que no lo quiso pagar, ni respetar la
tributación del pago de los intereses, que es el nombre que recibe
la plusvalía financiera, producen la crisis. Los bancos aterrados ante
su ligereza de darle préstamos a gente de tan baja responsabilidad
e irrespeto al supremo valor, se ven obligados a correr donde el padre
Estado y revelarles la terrible realidad, “la gente no está cancelando
sus compromisos”.
No se explicaría
de otra forma, ni se justificaría entonces que lo primero que hace
Estados Unidos es reponer la sangre perdida e irreparable. Grandes y
abultadas ediciones de billetes frescos reponen las reglas del juego.
Obama cumple su trabajo como guardián del capitalismo: el capitalismo
debe de seguir a costa de lo que sea, pero por detrás de las tramoyas
le pone punto final a los compulsivos dedos del libre mercado.
El neoliberalismo
es sometido a revisión y ahora se crean formas de regularlo, el Estado
será rector de las transacciones a partir de la administración Obama,
de manera que la responsabilidad o irresponsabilidad sea asumida por
el capital privado y no por el Estado, es decir, el contribuyente, que
es quien en este caso terminará pagando los platos rotos. Los grandes
bancos y corporaciones financieras, al lado de las empresas automotrices
e inmobiliarias son oxigenadas con transfusiones de capital en la sala
de terapia intensiva y las indicaciones médicas son severamente reguladoras
de su conducta una vez dados de alta, ellas seguirán respirando, la
clase trabajadora no, ella es la gran culpable.
“Tim Geithner, el secretario del Tesoro y Lawrence Summers, el Director del Consejo Económico Nacional, no creen que la crisis fuera un hecho casual. Ambos consideran que tiene su origen en los fallos del mercado que dieron lugar a los ciclos crediticios de auge y caída, tanto en los Estados Unidos como en los mercados emergentes y Japón.”, comenta Krishna Guha en Expansión.com. Todo esto
Obliga ha dejar de ser un Estado complaciente y liberal, si bien no es nada costoso para el trono imprimir toneladas de billetes, si lo será tener que buscar el respaldo en los bolsillos del pueblo, ese es el precio político que paga Obama por su obligado asistencialismo en la sala de emergencia, eso será un
fardo pesado
e inevitable, pues todos los auxilios, así sean de oropel, como ciertamente
lo son, estas emisiones de un dinero sin respaldo alguno, de igual forma,
siendo dinero, sin importar su manera de aparecer sobre este mundo,
debe ser reconocido y venerado y por supuesto, cobrado a los que en
fin de cuenta no cancelaron sus hipotecas o prestamos: “el pueblo.”
Las carteras
crediticias son negociables, se venden como una canilla de pan en la
panadería, aunque a Ud. Le parezca insólito, la voracidad por
la riqueza conlleva a los ofertantes a darle créditos sin tantas comprobaciones
de capacidad de pago a los solicitantes, tan solo para abultar paquetes
que luego son subastados, en el dinero inalámbrico, por llamarlo de
alguna manera. El capital funcionando como mercancía generará la debacle,
las crisis del imperialismo.
Si bien ya
tenemos claro que todo este desbarajuste sistémico, producido
por capitales que se esfumaron en manos de los clientes y que no será
posible rescatarlos, toda esta morosidad tiene un solo doliente, la
clase obrera y trabajadora, que quedará en paro, en la calle. Es malo
y detestable que sea el hombre más humilde quien sea sentenciado, pero
de igual manera esta sentencia recae en los hombros del sistema: la
fractura aumentará los enfrentamientos de clase y la conciencia política
de los desposeídos o desvalijados llenará de gases lacrimógenos y
violencia las capitales de los países más estables.
En resumen, ya no le basta al capital apropiarse de nuestro sudor cotidiano, ahora se trata de hipotecar tu vida y comprarte tu trabajo a futuro, esclavizarte a ser un productor de pago de préstamos e intereses
De por vida
y de esa manera permanecer sometido bajo la amenaza del despojo y de
la calle si no cumples tus deberes.
El ansia capitalista
consume dosis cada vez mayores para satisfacerse, así se devorará
a sí mismo en medio de la pelea más salvaje y neoliberal.
¿Hasta donde
será sumiso el pueblo? Tarde o temprano de sus puños caerá la lluvia
de piedras que romperá la cotidiana costumbre y de sus gargantas
los gritos de guerra y rebelión que anunciarán la llegada de un nuevo
tiempo.