El muro del silencio

Recientemente Estados Unidos, Israel, Alemania y otros países de Europa, a la vanguardia, de los demócratas y civilizados, celebraron dos décadas de la caída del Berliner Mauer, muro de Berlín. Según su opinión, último vestigio del comunismo y de la ideología trasnochada de izquierda. El fin del muro, que daría paso a la verdadera y absoluta libertad.

Pero la hipocresía o doble moral de esos países es nauseabunda. Mientras celebran la caída del muro de Berlín, esos mismos ojos alejan la mirada del muro criminal que construye el estado sionista de Israel contra la población de Palestina, a lo largo de Cisjordania. Por lo que otros “menos civilizados” se han visto obligados a conmemorar cada año, desde hace siete, la Semana Internacional contra el Muro del Apartheid, desde el 09 hasta el 16 noviembre.

Este muro de la vergüenza humana, cuya construcción es financiada por el Banco Mundial, en el año 2004 fue declarado ilegal por la Corte Internacional de Justicia, que utilizando términos nada comprometedores “recomendó su desmantelamiento” y la “compensación” de los afectados y, a pesar de que ha sido condenado por casi toda la humanidad, con insanas excepciones, hasta la fecha ha sido construido el 60 por ciento de su totalidad. Al terminar de ser levantado, sólo el 12 por ciento de la Palestina histórica estará en manos de sus habitantes originarios, quienes cuentan con más de 11 mil años en ese espacio invadido por el sionismo desde 1947.

La infraestructura del muro cuenta con una red eléctrica que facilitará la construcción de nuevas colonias de israelíes. Esta red estaría financiada por la empresa Leader, propiedad de Lev Leviv, un multimillonario, considerado en la posición 210 como el hombre con mayor recurso económico, gracias a la explotación de diamantes en Angola y Namibia, a través del África Israel Investements; negocios en y bienes raíces; inversiones en el sector petrolero con la Alona-FINA y una serie de empresas trasnacionales como Zara, Pull and Bear y Massimo Dutt. La obra cuenta con el apoyo de otros inverSIONISTAS.

Esta ciclópea pared que atraviesa escuelas, hospitales, patios, calles y casas, cortando vínculos familiares, sociales y económicos mide el doble de la extensión que tuvo el de Berlín. Es una muralla de 760 kilómetros de largo y 8 de alto, que en algunos lugares llega a medir hasta 11 metros.

Este insulto a la humanidad hecho de concreto, no sólo perjudica la autodeterminación del pueblo palestino, impidiendo la unidad de su población e interrumpiendo su continuidad territorial, sino que además ha sido construido dentro de Cisjordania, separando aldeas, barrios y familias.

Esta obra de la ignominia, para nada denunciada a través de las empresas de información, que hacen alarde de su defensa de la tan cacareada “libertad de expresión”, es una gigantesca cárcel que supone la creación de guetos, los cuales privan a la población del acceso a los servicios básicos. Mientras los palestinos, niñas, niños, adolescentes, mujeres, ancianos y hombres carecen de medicina, materiales para la construcción de viviendas, alimentos y todo cuanto se requiere para vivir como humanos, cada kilómetro de esta zigzagueante serpiente cuesta 3.7 millones de dólares.

La monumental fortaleza cuenta con puertas por las que pueden pasar los palestinos, sólo si los soldados lo permiten. Adicionalmente, a lo largo del muro se han colocado garitas desde donde los francotiradores pueden practicar tiro al blanco con los y las palestinas, independiente de su edad, basta que sean considerados por ellos “objetivos terroristas”. Si esto no es una flagrante violación a los derechos humanos ¿cómo se le puede llamar?

A los medios, que destacan los 20 años de la caída del muro de Berlín se les “pasa” está gigantesca evidencia de racismo, de limpieza étnica, de colonización de ghettización, de terror que al parecer, lamentablemente, aún no tiene freno.

Con la construcción de este muro, no sólo se anexa el 46 por ciento de Cisjordania a Israel sino que además se impide el acceso de los agricultores a sus tierras (las que aún no han sido confiscadas); se talan árboles de manera indiscriminada; se destruyen tierras aptas para el cultivo y se confiscan reservas de agua, condenando a la población palestina a la sed. Ya el consumo de agua para el pueblo palestino es precario. Los pozos que no han sido confiscados, han sido contaminados por el sionista. En la primera fase de construcción de esta monstruosa barrera para la paz, Israel se apropió de 36 pozos de agua. Para cuando sea culminada esta “maravilla del mundo civilizado”, el 28.5 por ciento de la mayor reserva acuífera (el Valle del Jordán) estará exclusivamente en manos del ente colonizador de Israel.

La ironía es que los países y potencias que celebran hoy la caída del muro de Berlín, están levantando muros en todo el mundo, como los que se en Cisjordania, Corea, Chipre, México, Sahara Oriental; el de España (Ceuta y Melilla), el ubicado entre China y Corea; entre Sudáfrica y Zimbawe; el muro eléctrico entre Botswana y Zimbawe; como el construido entre China y Bangladesh; India y Pakistán, el de Yemen y otros menos evidentes como el muro que la Comunidad Económica Europea levanta con la Ley o directiva Retorno. Esta ley será aplicada a unos 8 millones de inmigrantes ilegales que se encuentran en ese continente. Ya máss de 200.000 fueron detenidos en el primer semestre de 2007, de cuales unos 90.000 fueron expulsados. ¡Basta ya de hipocresías!


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Hindu Anderi


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