Cuando Marx nos decía que el capitalismo llevaba en si el germen de su propia destrucción quizá no pudo imaginar que en su fase superior,el imperialismo, podría acarrear la autodestrucción de la misma especie. El capitalismo estrena el siglo XXI con su más terrible crisis y una depresión que aunque se maquille y trate de disimular, implosiona cada vez más. La característica fundamental de la sociedad capitalista es su insaciable sed de plusvalía, de ganancia y su incapacidad de soportar límite alguno que la regule. Las ansias por el enriquecimiento material ilimitadas y lo que comenzamos a ver en nuestro siglo XXI es lo que abordó Carlos Marx en el tomo III de El Capital donde escribe que “El verdadero límite de la producción capitalista, es el mismo capital.” Hoy el capitalismo, ya como imperio se encarna en formas de capitalismo densas y concentradas: transnacionales, capitales de los estados y los aparatos políticos y militares creados para defender sus intereses, todo este cataclismo que sacude al sistema de capitales, las ambiciones desbordadas, la rebatiña final conlleva a una realidad de barbarie bajo múltiples formas.
Cuando el dinero es convertido en mercancía, títulos, bonos, préstamos e intereses, es decir dinero ficticio, amparado además por la impresión de dólares sin respaldo, cuando el carácter del capital como fuerza impersonal, volcada específicamente a su autoreproducción colapsa, la crisis es una pandemia irrefrenable.
Esta es la explicación de la estrategia militar de EE.UU. hacia Suramérica, además del conflicto ante los poderes políticos antagónicos al capitalismo, está signado por la desesperada necesidad de dominio sobre las fuentes de energía, de agua, de tierra virgen y en general de materias primas. Hoy por hoy hablar de la realidad que palpamos y vivimos a diario no podemos verla tomando distancia. La autodestrucción profetizada por Carlos Marx no es sólo la destrucción de un modelo económico, así debería ser, esa es la meta primordial de los revolucionarios, pero la dramática relación del poder militar, las armas climáticas que desde Canadá y con la extensa red de antenas ya instaladas son capaces de crear tormentas y ciclones o sequías en nuestros territorios, más el daño ecológico que continúan produciendo sus fábricas, sumadas a la estrategia de guerra que cada día se desplaza más certeramente hacia nuestras reservas, todo dice que la autodestrucción podría ser planetaria. Fidel, no deja de advertirlo, de nada servirá cambiar un sistema que no nos dejará un planeta donde habitar. Por eso el concepto de paz se configura a diario con mayor contundencia.
Ruidos de sables se oyen en Colombia, el país que fue entregado por Uribe al imperio tiene el descaro de denunciar que Venezuela la amenaza de guerra, ese mismo cretino traidor que entrega la tierra gloriosa de nuestra hermana patria para que el pentágono disponga sus más terribles armas para comenzar su avance sobre toda la tierra suramericana. El despliegue mediático para vender mentiras aumenta de volumen cada 24 horas, ya no hay un Bush ebrio gritando y amenazando a los “terroristas narcotraficantes” hay una estrategia silente que surge de la agonía económica, de la misma crisis que no ve otra meca más pródiga que todas las riquezas que poseemos los países del sur.
El anuncio de la caída de Lehman Brothers me suena similar al primer boeing que se estrelló contra las torres gemelas, la Humanidad a diario ve con asombro el cierre de empresas, la quiebra de bancos, los despedidos en aumento creciente, los medios esbirros embasurando de mentiras las pantallas y siento que pronto se estrellará el segundo avión que provocará la implosión, la caída sobre sus propias bases.
Como cayeron las dos torres aquella fatídica mañana del 11 de septiembre.
El llamado de Hugo Chávez a la humanidad entera a despertar ante el imperio, que en su desesperación prepara la segunda colisión aérea, con la furia de la Humanidad entera gritando en su garganta y la gigante marcha del pueblo combatiente que tomó Caracas la tarde de este viernes 13, el pedido a crear y motorizar las bases de paz en todo el planeta, es una voz que anuncia cambios y tempestades, no es Venezuela ni Chávez quien amenaza de guerra al mundo, es la agonía de un imperio, la hora de la muerte de un sistema o la muerte de la vida.
El imperio se cae, haz peso!!
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