La guerra de Chávez

Venezuela no ha enviado tropas a ninguna parte, no ha participado en ninguna guerra, no ha mandado soldados a servir de carne de cañón en alguno de los frentes que los Estados Unidos tienen abiertos en varias partes del mundo. Allí sí habrá, próximamente, unos cuantos cachacos. ¿Quiénes hacen la guerra en Iraq y en Afganistán? Son sólo dos ejemplos que pasan por alto otras masacres silenciosas que ocurren en todo el orbe. ¿Hay algún chavista allí? No. Lo peor es que hasta premios nobeles otorgan por semejantes atrocidades.

Tampoco sabemos que nuestra nación mantenga cárceles, ni aquí ni en ningún otro lado, donde se torture, se desaparezca gente, se le callen los derechos más elementales a los prisioneros. Eso pasa, y no es precisamente bajo el auspicio de Chávez.

El nuestro no es el país que más invierte en compra de armamento. Colombia nos supera ampliamente, no sólo en arsenal bélico, sino en asesoramiento extranjero, que recibe de manos de las más siniestras y terroríficas organizaciones mundiales. Su ejército supera en tamaño al de Brasil. Una tontería, menucias nada más.

Menos aún le hemos prestado nuestro territorio a nadie para que venga a instalarse aquí a amenazar con su presencia la estabilidad de la región. No nos hemos arrodillado a cambio de algunas prebendas electorales. No es Chávez quien ha inclinado su cerviz para que EEUU llene de incertidumbre el continente suramericano. ¿Dónde están las bases militares venezolanas que pudieran hacer temblar de horror a las Naciones Unidas o a las hipócritas organizaciones de derechos humanos? No conocemos de ninguna. Todo lo anterior pasa, todo el tiempo, y el mundo permanece enmudecido de pura cobardía, porque el autor del guión cree tener a Dios agarrado por la chiva.

Chávez ha mostrado sólo los dientes, mientras los perros de la guerra tienen sus colmillos afilados hace rato y vienen, bien organizados, en manadas contra nosotros. Pero los lacayos de siempre tienen (¿hasta cuándo?) la indignidad de seguir retorciendo las verdades.

Voltean la realidad y de la noche a la mañana, los guerreristas somos nosotros. Basta saber hasta cuándo nos vamos a seguir calando esta historieta.


mlinar2004@yahoo.es


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Mariadela Linares


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