Hace unos días leí un titular en Aporrea que destacaba que Omar Vizquel había sido nombrado Embajador de buena voluntad de la Unicef. La nota refería a un despacho de la ABN que contenía la información. Es importante aclarar que esta articulista no tiene ningún sentimiento en contra del señor Vizquel, más allá del rechazo que todo magallanero que se respete siente hacia sus adversarios caraquistas. Hasta ahí. De resto, creo haber escuchado en alguna oportunidad que el laureado "bigleaguer" reside en California y que ha acumulado unos cuantos guantes de oro, en su lucrativo peregrinar por los campos cortos de equipos de las llamadas Grandes Ligas. Si es o no merecedor de la "distinción", no es asunto que se discuta.
Este escrito tiene que ver con esas troneras por donde se nos escapan ingentes esfuerzos que intentan que la gente piense un poquito más allá de lo obvio; que aprenda a distinguir entre lo verdaderamente importante y lo que tiene valor mediático.
¿Qué es la Unicef ? Más aún, ¿el tal Fondo Internacional de la ONU para la Infancia sirve realmente a un propósito humanitario, o no es más que una de las tantas mamparas detrás de las cuales se esconden los aparatos del espionaje norteamericano? A la nota, sólo le faltó agregar que ahora Vizquel se suma a "la honrosa lista" que integran personalidades del espectáculo, como Angelina Jolie o quién sabe quien más.
En descargo del autor de la nota, o del jefe de redacción al que se le pasó el gazapo ideológico, me acordé de no pocas ocasiones en que uno se tropieza con contradicciones similares, como aquella de otorgarle una Orden del Libertador a otro pelotero nuestro por haberse "alzado" con un Cy Young. Por mucho orgullo patrio que uno sienta con esos logros que ponen a latir el corazón venezolano, no se puede perder de vista que, como dijo Galeano, Suramérica pare los deportistas que después van a llenar las arcas de los grandes equipos del primer mundo. Él se refería al fútbol y yo me atrevo a usar sus palabras para arrimarle el beisbol a la misma cantera por donde se nos escapan los talentos criollos.
Alguien dijo por ahí que a mucho reportero chavista le sale hacer una pasantía en El Nacional o en Globovisión para aprender a escribir con malicia; para que sepan leer los boletines de las agencias de noticias y entiendan que no pueden repetirlos después como autómatas en los noticieros de radio, porque probablemente les saldrá una barrabasada.
A estos colegas hay que hacerles comprender que donde se llame "terroristas" a los talibanes, donde se trate de facinerosos a guerrilleros o de "irregulares" a fuerzas populares, se está hablando de pueblos en pie de guerra, precisamente guerras que se libran contra esas formas de penetración, de ideologización, de estupidización y de mediatización que nos son tan comunes como la de alegrarnos porque a un fulano que gana en dólares, invierte en dólares y vive en dólares, le hacen un nombramiento honorífico.
Ya tenemos suficiente con la gotera masoquista de llamar a cada rato a Uribe el "hermano Álvaro", para después tener que salir a explicarle al mundo por qué la guerra la están haciendo de allá hacia acá y no desde el lado nuestro hacia allá. El agujero de las contradicciones nos está haciendo perder mucho tiempo.
Mlinar2004@yahoo.es