En artículo previo (https://www.aporrea.org/economia/a294449.html), trazamos un boceto de los distintos Planes de Recuperación, que se anunciaron entre 2018, 2019 e incluso este 2020. En agosto 2018, el propio Presidente Maduro, anunció el Plan de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad Económica, cuyos resultados están a la vista de todas y todos, todavía, incluyendo este año, hablan desde la burocracia oficial de "prosperidad", la cual no se asoma ni en pintura. Lo único concreto de dicho Plan, tiene que ver con la producción en general y, en particular, la producción agrícola, palpable y visible para quien quiera ver nuestros campos llenos de siembras, y nuestro pueblo campesino, rural y urbano, echándole un camión para alimentar treinta millones de mujeres, hombres, niños y niñas, adultos y adultas mayores, que ocupan este hermoso territorio llamado República Bolivariana de Venezuela. Ello, nos lleva a concluir que no solo se ha retomado la producción agrícola, sino que se ha repotenciado la productividad, incorporándole tecnología y asesoramiento de naciones hermanas como Vietnam, Cuba y China. Es tan palpable y heroico, el compromiso de nuestro pueblo campesino y productores agroindustriales que apuestan por el país, que hoy somos capaces de plantearnos el reto de autoabastecernos de carne de cerdo, en las venideras fiestas decembrinas, mediante el llamado Plan Porcino. Y, pese a todas las críticas que podamos hacerle al Ministro Wilmar Castro Soteldo y su burguesía "revolucionaria", lo real y concreto, al analizar su gestión es que el campo venezolano está en un proceso indetenible de recuperación, constatable en las mesas de los hogares venezolanos.
Los factores de producción, Capital y Trabajo, se han visto remunerados inequitativamente. La Profa. Pascualina Curcio Curcio, así lo destaca en sus investigaciones sin que haya sido rebatida, con cifras oficiales, por algún crítico. Así, de manera pedagógica para quienes somos ignorantes en los temas de la economía, lo explica: "Imaginémonos una torta redonda, y supongamos que es la economía venezolana. Esa torta representa lo que cada año se produce en Venezuela… Los economistas, miden el tamaño de esa torta con lo que se conoce como el PIB. Aunque ha sido la clase asalariada la que elaboró toda la torta con su fuerza de trabajo, otros también comen de ella. La torta se distribuye, aquí y en cualquier sistema capitalista, entre los dueños del capital, los que vivimos de un salario y el Estado, este último no se come su porción, sino que la re-distribuye…" (La economía: números imposibles de manipular y no para insultar, Pascualina Curcio, 27-07-2020). Señala, la destacada investigadora, que en 2014, la torta se repartía en los siguientes términos: "7 pedazos fueron a parar a la burguesía, 7 a los asalariados y 2 al Estado, suman 16 trozos. Este es un ejemplo pedagógico basado en cifras del BCV". Visto así, pareciera que estuviéramos en un Estado justo de Derecho y de Justicia. No obstante, al meterle lupa a la torta, nos encontramos que, en lo correspondiente a la distribución, los 7 trozos de la burguesía debieron repartirse entre 444.710 patronos; los 7 de los asalariados entre 11.533.705, según datos del INE, valga decir, según la investigadora: "por cada bolívar que recibía el asalariado, el burgués se apropiaba de 8,73". Qué ocurrió tres años después, en 2017, en que la torta se redujo producto del brutal ataque imperialista, que minimizó los ingresos externos y esa torta reducida, se repartió en los siguientes términos, aún más desiguales, veamos: "A la burguesía le tocaron 10 pedazos en vez de 7, a los asalariados 5 en lugar de 7 y al Estado 1 y no 2. En 2017, por cada bolívar destinado al asalariado, el burgués se apropió de 30 en lugar de los 8 que se embolsillaba en 2014." Pero, las ganancias del factor Capital no quedaban allí, sino como lo señala en su artículo, la Profa. Pascualina: "… desde 2017 y hasta junio de 2020 los precios aumentaron 716.308% consecuencia del ataque al bolívar, mientras que los salarios nominales incrementaron tan solo 20.102% desplomándose 97% el poder adquisitivo de los trabajadores públicos y privados, más los públicos." En conclusión, la Profa. Pascualina, concluye en su investigación, que: "En 2017, por cada bolívar destinado al asalariado, el burgués se apropió de 30 en lugar de los 8 que se embolsillaba en 2014." Tres años después, la ganancia de esa torta debe haberse alargado más y más, en beneficio del factor Capital, léase: la burguesía. En resumidas cuentas, el Estado burgués, goza de muy buena salud.
Para la burguesía, el factor Trabajo es una mercancía como cualquier otra y mientras más barata la obtenga el capitalista, su tasa de ganancia será mayor. Tanto es así, que cuando el factor Capital actúa mediante el arma, dólar paralelo, para devaluar la moneda de curso legal, se deprecia al factor Trabajo y se revalúan sus ganancias, incrementándolas. En la conversión, que han hecho del trabajo como una mercancía más, como cualquier otra, pervierten los Principios Constitucionales y legales, contemplados en la LOTTT. Hugo Chávez, el subversivo de Miraflores como se definía a sí mismo, en la Constitución Bolivariana, asesta un golpe certero a esa concepción mercantilista de la derecha capitalista y, en el artículo 299, Constitucional, señala sobre los factores de producción, que: "El Estado, conjuntamente con la iniciativa privada, promoverá el desarrollo armónico de la economía nacional con el fin de generar fuentes de trabajo, alto valor agregado nacional, elevar el nivel de vida de la población y fortalecer la soberanía económica del país, garantizando la seguridad jurídica, solidez, dinamismo, sustentabilidad, permanencia y equidad del crecimiento de la economía, para lograr una justa distribución de la riqueza mediante una planificación estratégica democrática, participativa y de consulta abierta…" Léase muy bien este artículo, pues se equipara al factor Capital con el Estado, sustrayendo al factor Trabajo, que nunca podrá competir -en igualdad de condiciones- con el factor Capital. Es por eso, que el Estado, en la Constitución Bolivariana de 1999, juega un rol estelar en el desarrollo económico de la Nación. Y, todavía hay quienes piensan que, en dicha Constitución, no están los pilares para la construcción de la Patria Socialista. Fue, Hugo Chávez, que siguiendo los mandatos Constitucionales, mediante la aprobación de la LOTTT, que le da concreción a la ruptura definitiva a esa tradición del mundo capitalista que consideraba al factor Trabajo como una mercancía más, sujeta a las leyes de la oferta y la demanda. Y, es mediante esta Ley, que se le garantiza máxima protección del Estado Bolivariano al trabajador o trabajadora, en fin, al factor Trabajo. Con ello, es la mujer y el hombre, quienes pasan a jugar el rol central de la producción y No el Dios mercado. Esto, significa que –independientemente- del mercado, el Estado Bolivariano es el garante legal de que al trabajador o trabajadora, se le garanticen un conjunto de beneficios sociales y condiciones de trabajo óptimas y dignas, irrenunciables e imprescriptibles, a partir de las cuales no se pueden desmejorar. El Trabajo, se convierte en sujeto de protección especial del Estado, ante el patrono, inédito, y es Ley de la República, por culpa de Chávez!
Al convertirse el Trabajo, en sujeto especial de protección del Estado Bolivariano, es obvio que todos los factores que le acompañan, léase: salario (mínimo, normal, integral y anual), prestaciones sociales, vacaciones, aguinaldos, primas y bonos, jubilaciones, pensiones, estabilidad laboral, cajas de ahorros, contratación colectiva, horarios de trabajo, en fin, todo el conjunto de beneficios que integran la protección social del trabajador y la trabajadora, gozan de la protección especial del Estado Bolivariano. De esa manera, Hugo Chávez, sustrajo del mundo de las mercancías a este particular factor de la producción, que viene siendo objeto de un brutal ataque, en el objetivo sostenido por los factores del Capital, la burguesía y el imperialismo, de reconvertirlo en una mercancía más, sujeto a las leyes de la oferta y la demanda. La guerra económica, en especial, el ataque a la moneda nacional, ha sido el instrumento perfecto para socavar su valorización y destruir sus capacidades creadoras y productivas. Es por ello, la exigencia al Estado Bolivariano, en general, y al Poder Ejecutivo, en particular, al abordaje de un Plan Integral de Recuperación del factor Trabajo, que no se quede solo en un simple ajuste salarial, sino que estipule el conjunto de los beneficios sociales y contractuales, que integran la remuneración del factor Trabajo. Una especie de Contrato Colectivo Marco Nacional, entre el Estado Bolivariano y los trabajadores y trabajadoras de la Patria, por supuesto, como manda la Constitución, respetando los Contratos particulares. Este Contrato Marco, estipularía los valores generales promedios que compensaría el Estado Bolivariano a sus trabajadores y trabajadoras, incluidos los privados. Por debajo de los cuales, nadie podría estar. Urgente, sin duda, restituir el valor del salario a un monto que no puede ser menor al establecido en agosto 2018, léase: Medio Petro, como unidad de cuenta fluctuante. Un salario, en esos términos y fluctuante, protegería al salario del ataque brutal, que llevan a cabo los factores del Capital contra el Trabajo.
Pero, además debe impulsarse un proceso de homologación de todos los beneficios contractuales a referentes, en el ámbito público o privado. Asimismo, una política de amplio apoyo a los sistemas financieros y de seguridad social de la clase trabajadora, léase: las Cajas de Ahorros, brutalmente afectadas negativamente por el proceso de Reconversión Monetaria de 2018. Necesario y urgente, recapitalizar dichos instrumentos de la clase trabajadora, que debió haber sido hecho por el Banco Bicentenario del Pueblo de la Clase Obrera, Mujer y Comunas, institución financiera, que no ha cumplido ese rol para lo cual fue creado por el Comandante Chávez, pues poco ha apoyado a los sectores identificados en su denominación y se ha convertido en el banco de una determinada tolda empresarial privada. Asimismo, somos testigos de los intentos de algunas Cajas de Ahorros, que han sido objeto del despojo de sus inversiones en divisas en la banca pública, y que no han podido utilizar sus divisas para recapitalizar en Bolívares, sus patrimonios. No han contado con la protección debida de parte del Estado. La Superintendencia, no ha jugado su rol positivamente. Valga decir, hay ausencia de una Política de Protección del Estado hacia los instrumentos financieros de la clase trabajadora. Corresponde al Gobierno, cumplir esa labor y elaborar en conjunto, con los directivos y directivas de esas instituciones, un Plan de Recuperación y Recapitalización de las Cajas de Ahorros. Estimamos, que se considere elevar al 15 por ciento, el ahorro y los aportes tanto del patrono como del trabajador y/o trabajadora. Incluso, ponderar una representación de dichos sectores financieros, en la directiva del Banco Bicentenario del Pueblo, de la Clase Obrera, Mujer y Comunas, en función de coordinar políticas crediticias que beneficien al trabajador y la trabajadora. Y así estrechar relaciones entre ese Banco y las Cajas de Ahorros. Otro factor del Trabajo, afectado por la Reconversión de 2018, fueron quienes se jubilaron en ese tiempo. Quienes, vieron diluir sus Prestaciones Sociales al quitarles 5 ceros. Importante, entonces, una política del Estado para garantizarles la restitución del valor actual de sus Prestaciones Sociales, venidas a valor casi de cero bolívares. En materia de salud, importante un plan de inversiones del Estado Bolivariano para recuperar y ampliar los Servicios Médicos, con que cuenta la clase trabajadora, en función de restituirles la salud pública y avanzar objetivamente en una ruta que reconvierta esa multimillonaria inversión que representan los HCM, hacia sistemas públicos de salud, cuya infraestructura ya existe, y solo requiere de inversión para garantizar salud y vida a la clase trabajadora.
Por factor espacio, no podemos extendernos mucho más, pero, en términos generales, la idea del Plan de Recuperación del factor Trabajo, queda bien plasmada en las líneas arriba esbozadas para la discusión sana de la ideas y pueda ser objeto de una construcción colectiva de toda la clase