En Venezuela, no da tiempo sino de sobrevivir. Para comenzar, la mayoría de la población tiene obligatoriamente que vivir en un estado de gran tensión, que ni siquiera se pierde durante el sueño. Y es que vivir se ha convertido en algo muy difícil y duro para casi todos. Y esto no significa que la vida en el pasado, la que precedió a "la mayor suma de felicidad posible", haya sido fácil para todos, pero, indiscutiblemente, así se molesten viejos amigos y compañeros de lucha de años, en este caso particular podemos afirmar sin temor a equivocarnos que aquel pasado fue mejor. Y no un poco mejor, sino mucho mejor. Pero no porque aquellos gobiernos lo hubieran hecho siquiera bien, sino porque los de este siglo, o por lo menos Maduro, lo ha hecho muy mal.
Y afirmar esto último no me alegra ni me agrada, pues muchos de quienes forman parte de la cúpula gubernamental fueron compañeros de lucha por una sociedad mejor: más justa, más democrática, más educada, más saludable, más libre, que hoy no tenemos. De pleno empleo, sin informalidad laboral. De salarios suficientes, sin inflación, sin devaluación, sin autoritarismo ni represión, sin abusos policiales, de respeto de los derechos ciudadanos y de la libertad de expresión; donde el derecho a la protesta y a la manifestación fueran una realidad. Un gobierno al servicio de la nación y no al revés. Eran nuestros deseos cuando ayudamos, quizás no determinantemente, pero lo hicimos, a que Hugo Chávez tomara el poder, convencidos que significaría un importante avance en relación a lo que teníamos.
Y, de alguna manera, comenzó siendo así, pero no se mantuvo pese a los 1,3 millones de millones de dólares recibidos en 10 años. Son varias las causas que pueden explicar ese fracaso, pero como todos los procesos físicos, biológicos y sociales, las causas fundamentales están a lo interno de los mismos y no fuera de ellos. Y no es que no existan causas externas. Claro que las hay. Pero no son las determinantes; aceleran o retardan, profundizan o minimizan, pero no determinan. Si el responsable del fracaso fuera el imperialismo gringo, pues éste también sería culpable del fracaso adecocopeyano. Además, no se entendería por qué permitió que Chávez recibiera la multimillonaria riquezas que recibió, ni tampoco por qué se comportó en forma similar con Carlos Andrés, cuando éste fue quien lo privó del control de la explotación petrolera.
Lo lamentablemente cierto es que el gobierno elegido para superar las lacras existentes en el pasado adecocopeyano, simplemente las reprodujo, y lo hizo siempre en mayor cuantía y profundidad. Y hoy estamos en la peor situación que hayamos estado en muchas décadas. Y esta lamentable situación nos obliga a sobrevivir haciendo esfuerzos muy superiores que los que hacíamos en el pasado y con mucha menor retribución. Las condiciones de vida actuales son peores que las vividas en cualquier momento de la segunda mitad del siglo XX. Y esta lamentable realidad requeriría, para salir de ella, de una lucha intensa por parte de la gente, tanto reivindicativa como política, pero no hay tiempo para otra cosa que no sea tratar de sobrevivir.
El escenario existente favorece incluso al gobierno, pese a ser el responsable de la situación de grave deterioro vigente. La gente está ocupada en resolver sus necesidades diarias y las de sus familias, en un ambiente totalmente hostil, nada propicio a la lucha política. Se requeriría de un estímulo esperanzador muy grande, para lograr la incorporación necesaria de los ciudadanos a estos combates.