Decía el negro Juan Herrera, en el año 47, iniciando su presidencia en la Federación de Trabajadores de la Construcción, que concluyó con su muerte cuarenta años después: "la teoría sobre la libertad sindical de nuestro partido Acción Democrática (AD), la tengo en esta cabilla de tres cuarto de pulgada. Y comunista – para él lo eran todos los a ellos opuestos – que con esas vainas venga, le recuesto, ésta mi ideología, en las costillas mismas". Y mientras aquello decía, agitaba ante la cara del fablistán que atónito y hasta asustado le escuchaba y tomaba notas, el largo, pesado y cilíndrico instrumento metálico.
De aquella manera discursiva cínica y agresiva gestualización, respondió el arriba mencionado al periodista que tímidamente se le acercó a preguntarle por qué reprimió, al mando de una pandilla, a aquellos trabajadores que manifestaban un estado de inconformidad y reclamaban el derecho a crear sus sindicatos. Mientras tanto, los cuerpos policiales, fingían no haber visto nada anormal que reclamase su intermediación.
De esa manera, el tristemente célebre Buró Sindical del partido que no pudo hacer honor al calificativo "del pueblo", asumió la lucha y liderazgo sindical. La escuela de Juan Herrera y su carga pedagógica "democrática y plural", primero con la cabilla y luego con la pistola, se mantuvo por años. Aquella manera de "dialogar y resolver las controversias" en el seno del movimiento sindical, prevaleció en todos los frentes de lucha. Pues la dirigencia "obrera" adeca de aquella época, más que eso, fue una claque gansteril, que luego fue entrenada en Cuba de los tiempos antes de Batista, cuando hicieron allá una pasantía, mientras aquí gobernaba Pérez Jiménez; al caer éste continuó aquí haciendo de las suyas y aplicando aquella ilustre tesis del negro Herrera...
Los líderes, militantes de AD, de la CTV (Confederación de Trabajadores de Venezuela), allí se eternizaron; están todavía administrando el cascarón; aún cuando se habla que uno de ellos vendió el edificio para provecho personal; y se podría decir que la cúpula se ha trasmitido en herencia y a perpetuidad los cargos directivos. Porque pese a todo, todavía queda algún jugo que sacarle a aquello; sobre todo, insertado como está en la lucha contra Chávez y la disponibilidad de agencias extranjeras a financiarles. Alguien ha dicho que si José Vargas no hubiese muerto, aún estuviese en el puente de mando de esa nave sindical pirata, que ahora vive exclusivamente de los favores de la patronal internacional, que no es más que una variante de la práctica de la piratería. La cabilla y las mañas, de aquello se hubiesen ocupado.
"A nosotros, decía el viejo Francisco Olivo, aquel dirigente adeco (AD) que verbalmente se exhibía como anarquista, no nos gana nadie una elección sindical". "Y ay de aquellos, que nos reclamen algún triunfo, porque verán de lo que somos capaces".
Y así era; no hablaban por hablar. Por acá mismo, unos cuantos años atrás, jóvenes sindicalistas de El Tigre, encabezados por los miristas - militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)- Francisco Latán y el "tuerto" Fariñas, sorprendieron a Venezuela ganándole limpiamente, el para entonces poderoso sindicato petrolero de esa ciudad anzoátiguense, a la gente de Luis "Creole" Tovar- así llamado por el grado de compromisos que tenía con una de las "Siete Hermanas"-, José Vargas y la CTV.
Pero los fervorosos y fanáticos partidarios de las teorías de Olivo y Herrera, le entraron a tiros a quienes presenciaban el escrutinio o alborozados celebraban la buena nueva; tomaron el sindicato por asalto, declararon nulas las elecciones e hirieron de gravedad al nuevo secretario general del sindicato, Francisco Latán. Este compañero, según pude apreciar la última vez que le vi, quedó afectado para siempre de aquella brutal agresión.
Así, amparados detrás de la policía política y el dinero de los trabajadores, que a manos llenas mal administraron, impusieron su dominio, jamás liderazgo, por largos años. Y esa cúpula sindical, se convirtió, por conveniencia, negocios y clientelismo, en corresponsable de los despojos, despilfarros, corruptelas que en este país, la vieja clase política practicó. Siempre amparada detrás de la cabilla y mangoneando.
¿Y a ellos, quiénes y cuando los eligieron? Nadie, nunca. Pero allí estuvieron – uso este tiempo verbal porque ahora, pese la "generosidad" extranjera, es poco de lo que disponen si hacemos comparaciones con el pasado- por encima de la voluntad de los trabajadores, llevando vida de potentados, financiando relaciones nacionales e internacionales que manipularon para reproducir la mantequilla y ahora para usar escenarios internacionales donde mal hablan de Chávez, con ayuda y financiamiento inconfesables. Aquella dirigencia sindical se convirtió en clase empresarial mediante toda clase de artimañas y prácticas que nada tenían que ver con un auténtico dirigente obrero. El fugitivo Carlos Ortega, es uno de esos dinosaurios que aún siguen con vida.
Y tienen el cinismo de acudir a organismos como OIT (Organización Internacional del Trabajo), a decir que en este país no existe libertad sindical; lo que para ellos significa el hecho que, por sus ejecutorias y traiciones al movimiento obrero, los trabajadores les dieron las espaldas.