El salario es una institución
social vinculada al trabajo humano y por lo tanto a la producción
de bienes y servicios sustento de la sociedad, cuyos trabajadores
tendrían
que estar remunerados según criterios de justicia y equidad,
aunque en el sistema capitalista es visto como un instrumento que lo
relaciona a cargos, puestos y tareas, que genera una remuneración
a las grandes mayorías generalmente muy inferior al trabajo
efectivamente producido,
expresada en un tabulador elaborado por la gerencia, que
depende de la productividad de la empresa, de la máxima
ganancia posible para los propietarios, en oportunidades imposible de
obtener y si la logran reportar, la misma se materializa de una
manera obviamente ficticia, verbigracia, la burbuja y crisis financiera
en
pleno desarrollo.
En el caso del salario del sector
público venezolano, el modelo utilizado para la remuneración
obedece a los mismos criterios económicos utilizados en el
sistema capitalista, el mismo consiste en la venta simple de la
fuerza de trabajo, como si se tratara de una mercancía,
que depende del tipo de cargo o puesto, de la jerarquía del
funcionario en la institución, de contratos individuales o de
convenios gremiales, lo cual provoca injusticia salarial y por tanto
la no deseada corrupción administrativa, es decir, el salario
en la administración pública venezolana no responde a la
naturaleza del trabajo público, el cual en su concepción
es fundamentalmente político, por lo que en el caso venezolano tendría
que ser esencialmente socialista.
El salario
socialista debe obedecer en principio a la frase: “De cada uno,
según su capacidad; a cada uno, según sus necesidades",
esto implica la construcción de un sistema económico y
social integral que permita garantizar una seguridad social cuyos
beneficios abarquen toda la sociedad y abolir de una vez por todas
los privilegios del capitalismo, cuya existencia sólo es
posible gracias al poder impositivo que garantiza ventajas legales
sobre la propiedad de los grandes medios de producción.
¿Es acaso esta una meta
utópica?¿O más bien depende de una férrea
voluntad política, del tipo normalmente adoptada por el
Comandante Presidente Hugo Chávez?
Un posible respuesta parcial a estas
preguntas sería la construcción de una administración
pública centralizada y descentralizada fuerte, eficiente y efectiva,
cuyos ingresos y "ganancias" sean devueltos a los trabajadores y a la
sociedad mediante salarios y beneficios socialistas, que
obligue al sector privado a mejorar los beneficios de todos
sus trabajadores.
Esto pudiera lograrse mediante el
establecimiento de una clase
trabajadora organizada, que controle los grandes medios estratégicos
de producción, para evitar que una minoría poseedora de
los mismos pueda ejercer la explotación a la mayoría
de los trabajadores, quienes son en definitiva los que terminan
produciendo los bienes y servicios.
Para hacer esto realidad, un buen
comienzo sería incorporar en la nueva Ley del Trabajo actualmente en
discusión
criterios socialistas que garanticen un
nivel de vida familiar y comunitario digno, solo posible con un nivel
de ingreso socialista para el trabajador, que según la teoría marxista
asegura, además de la satisfacción
de las necesidades fundamentales de vida y salud, al italiano beber
vino, al alemán beber cerveza y al venezolano ir a la playa, al campo o
a la montaña, para una sana diversión familiar durante
el fin de semana o las vacaciones anuales.