No hacerlo es suicida. Comencemos por el sistema educativo y los medios

Superada la coyuntura electoral: ¡A sembrar valores socialistas!

Analizando las causas puntuales que han logrado paralizar un buen número de nuestros compatriotas hasta confundirlos, encuentro como una de las punteras -aunque no la única- la angustia por la inseguridad unida al modo como el aparato de propaganda del sistema capitalista traspasa su responsabilidad al ámbito del gobierno revolucionario. El capitalismo es necesariamente violento. Por eso hemos de hacer memoria y ver las cosas en perspectiva.

Veamos:

Hay que cosas que nos acostumbramos a ver como lejanas y ajenas. Hay cosas a las que por ingenuidad siempre imaginamos como propias de otras sociedades pero nunca de gente como nosotros. Esos actos de horror que veíamos ejecutar a los paramilitares en Colombia, de alguna forma siempre nos fueron ajenos, borrosos y distantes. Recuerdo cuando en aquella Caracas de comienzos de la década de los sesenta se produjo el primer atraco al Banco Miranda en la UCV. La “Pesada” se llamaba la banda de atracadores colombianos que rompió nuestra virginidad al respecto. Nos parecía estar viendo una película. Esas cosas no pasaban en Venezuela, nos decíamos. La verdad fue que el veneno se inoculó en nuestra sociedad y hoy convivimos con atracos a diario con la misma familiaridad con que lo hacemos con el Waraira Repano. Nos costaba mucho trabajo ver la mano macabra del capitalismo detrás de aquellos acontecimientos.

Igual pasó con los actos de sicariato y secuestro. Una modalidad absolutamente ajena a nuestro modo de ser y hacer, importada para aplicarla a líderes sindicales o campesinos por empresarios y terratenientes capitalistas. Lo cierto es que poco a poco los resortes naturales ante lo desconocido han ido cediendo hasta hacerse tan familiares como la brisa. Confieso que aún conservaba la esperanza de que esas cosas, con desenlace de crueldad infinita, no pudieran ser ejecutadas por venezolanos. ¡Nosotros no somos así! ¡Já!. Los hechos casi diarios son un mazazo a la conciencia. Todo indica que quienes ejecutan tales bestialidades son –en muchos casos- venezolanos, con su correspondiente cuota de hampa del “hermano país”. ¿Cómo podremos construir una sociedad socialista de amor y solidaridad con semejante mala hierba creciendo en medio de nosotros?

Todo esto tiene un nombre: CORRUPCIÓN MORAL. La degradación que ha calado hasta el tuétano de los huesos tanto en el sector privado como en el público. ¡Algo espantoso que representa uno de los más perversos enemigos de la democracia revolucionaria, su gobierno y sus instituciones! La obra sombría fruto de la siembra de antivalores capitalistas en todo su esplendor. Significa la progresiva desintegración de una sociedad. Un proceso lento pero inexorable que lo corroe todo. Una acción demoledora que convierte al ser humano en lobo de su hermano y mero consumidor de basura capitalista. Una depravación de las costumbres por la cual el individuo desprecia todos los valores sociales y patrios para sustituirlos por sus “valores” personales en función de sus ambiciones debidamente estimuladas. La mala plaga de unos individuos que pierden por completo la noción del deber social para auspiciar la cultura del más fuerte apoyado en las ventajas que le proporciona el delito. Algo que vale en estos momentos para todos esos semilleros de corrupción en que se ha convertido el dinero fácil proveniente del narcotráfico o las corruptelas en el gobierno.

Un desafío formidable para todos los revolucionarios comenzando por el gobierno. Al no haber profilaxis moral, el individuo, perdido el dominio de su voluntad ética se entrega en los brazos del capricho y los instintos más salvajes. Se fragmenta y convierte en un depredador en medio de una sociedad que mira como una selva. Extraviados totalmente los escrúpulos éticos los derechos ajenos están allí para ser violados, para pisotearlos y alcanzar logros por sobre sus escarnecidos restos. Devienen así en agentes activos de destrucción social. Ninguna otra escuela gradúa más y mejores discípulos del delito que la escuela de corrupción del sistema capitalista. Con todos los medios a su alcance y servicio (televisión, radio, prensa, vallas, cine, etc., etc.), el sistema capitalista corrompe cada día a todos, comenzando por los niños: ser feliz es tener éxito; tener éxito es tener dinero; llegar al dinero es lo más importante; ¿como se llega?... es lo de menos. Ese es el mensaje diario que llega los hogares a través de esas ventanas de las miserias que son los medios del capitalismo.

La solución a este gravísimo problema exige dos tipos de acciones: Inmediata y de largo aliento. En lo inmediato: ¡castigo!, ¡castigo ejemplar y expedito!, ¡rigurosidad en la aplicación de la ley! El que delinque y quienes los estimulan y provocan tienen que concluir que el crimen no es buen negocio. La impunidad es el mejor estimulante para el delito. Gonzalo Barrios, aquel icono adeco que consultaban los domingos en su casa de las Mercedes, decía con razón que “en Venezuela no hay razones para no robar” ¡Estaba claro el caballero aquel, por eso –entre muchos otros desmanes- aquel pacto hizo implosión! Recuerdo a un personaje (Santaella) involucrado en el robo de un dinero con motivo de la compra del avión presidencial de Carlos Andrés Pérez, allá por su primer gobierno, lo recuerdo siendo recibido como un héroe a las puertas de la Cárcel Modelo, nada menos que por lo más exquisito de la sociedad venezolana, al punto que uno podía confundir la imagen del Nacional con la Modelo de fondo con su página de sociales: Las mismas caras, la misma displicencia orgullosa y hasta la misma complacencia. ¡Un acto social, pues! ¡Todo un cuadro de la degradación moral de aquel momento! Algo muy parecido a la ceguera de una porción de la población que vota para hacer diputado nada más y nada menos que a un asesino convicto (Mazuco) ¡Válgame Dios! Una sociedad que confunde de tal manera los mínimos valores éticos está de cama, y la nuestra lo está.

A largo plazo el problema ético requiere métodos éticos para su abordaje. Un proceso más lento pero único. La principal forma de combatir la corrupción moral es educando a los niños. Es allí donde ciertas conductas deben recibir rechazo y otras deben ser estimuladas. El acto inmoral debe producir temor en quien lo ejecuta. El acto solidario debe recibir refuerzo. La valoración del SER por encima del TENER tiene que ser el centro de toda la acción educativa. No hablamos de DERECHOS HUMANOS, sino de DEBERES CON LA SOCIEDAD DE LA QUE SOMOS PARTE. Los actos egoístas, la corrupción ética aún en los más pequeños gestos, tienen que ser proscritos. Hay que transformar todo el sistema educativo de la sociedad venezolana. La LOE, tan trabajada y luchada tiene que aplicarse en sus fundamentos de construcción social. Todos los medios tienen que estar al servicio de los valores sociales más elevados. Todas las energías y posibilidades tienen que orientarse a este fin. Tanto el sistema educativo formal como el informal. Aquí entra el semáforo en rojo que hay que ponerle a esos verdaderos jinetes del Apocalipsis que son los medios de comunicación masivos. La industria de la publicidad no puede seguir vendiendo a nuestra población deseos desordenados, egoístas y criminales al precio inmoral que sea. Un vendedor de cerveza no puede ser convertido por los medios que entran sin permiso a nuestros hogares en el héroe de la sociedad (Todos somos Polar) ¡por Dios!, como no puede serlo un banquero ladrón o un comerciante ¿? “que especula (roba) pero da empleo” porque a punta de chequera se ha podido comprar una máquina deformadora de la conciencia. Hay que ponerle coto a esto… o la sociedad venezolana y nuestra revolución tan querida tenemos frente a nosotros un futuro muy incierto. Todavía hay tiempo para legislar. La actual Asamblea Nacional goza de todos los derechos para hacerlo al menos hasta el 31 de diciembre de este año. No se puede construir una sociedad basada en los valores de la solidaridad, la cooperación y el amor mientras el bloque de la superestructura cultural capitalista se dedica a destruir esos valores imprescindibles. Hay que ponerle el cascabel a ese gato o sentarnos a ver como se destruyen los más elevados sueños de nuestro pueblo y con ellos la humanidad y el planeta.



EL SOCIALISMO SE CONSTRUYE CON HERRAMIENTAS SOCIALISTAS

¡PATRIA SOCIALISTA O… MUERTE!

¡¡¡VENCEREMOS!!!


martinguedez@gmail.com


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Martín Guédez


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