Cuento de Navidad que parece de Halloween

En un apartamento atiborrado de hijos, tías, sobrinos, hermanos, abuelos y lucecitas titilantes; sentados junto a un frondoso y decorado cadáver de pino canadiense; campaneando un escocés con edad de merecer; envueltos por el aroma de hallacas, pan de jamón, turrones, y otras cosas deliciosas; entre los restos de papeles de regalos con lazos dorados, verdes, azules, nunca rojos por más que Santa vista de aquel nefasto color; con la barriga llena y el corazón ausente; así celebran algunos la Navidad.

Todos hablan a la vez y de lo mismo, como siempre. Les da sentido de pertenencia, les sirve para drenar la rabia y el miedo sembrado con esmero, día a día, como veneno en gotas, por Nitu, Carla y Kiko, Leopoldo Castillo con su estridente y pavloviana “¡otra llamada másssss!”.

Sí niña, no te imaginas lo que es vivir en comunismo: cuando ya tenía el guiso de las hallacas listo anunciaron un cacerolazo así que lo boté, caceroleé, y tuve que empezar tooodo de nuevo. Horrible, Tía, muérete que se agotaron los BB y de vaina pude comprarme un iPhone, ¡Qué bolas! Uno tiene que hacer colas y maromas para comprar un teléfono mientras que el rrrégimen regala, con el dinero de todos, unas compus super cuchis a los chamos pobres como si ellos supieran cómo se maneja esa vaina. ¿Navidad en Mayami? No, mi amor, si en agosto ya no quedaban cupos. Pásame un pedazo de pavo, Gorda, que ni de vaina como ese pernil, ¿Acaso crees que no vi las bolsas de PDVAL que escondiste bajo el asiento del carro? ¡Guácalas mamá! Osea, ¡qué niche! Con razón me sabía raro. ¡Mira, ahora tengo la lengua verde fosforescente! Help! Lo que falta es que me enferme y me quieras llevar a Barrio Adentro. 

Ahí está: así nos envenena el tirano: lanza su anzuelo a ver quien pica y la idiota de tu madre sale a morder como un cachalote famélico, como si uno no tuviera real para comprarse su cochino, ¡Carajo!. Y lo peor es que me metí un atracón. Por ahí se empieza: Primero, abrir una cuenta en el Banco de Venezuela para que nos devuelvan los reales del Federal, ahora el pernil...¿Qué viene luego? ¿Recibir las llaves del apartamento del Encantado de manos del tirano y en cadena nacional? ¡Deja de twitear con ese aparatico, muchacho pendejo! ¿No ves que Chávez prohibió el internet?

¡Uh ah! 

¿Qué, fue eso, Miguel Alfonso, un eructo en la mesa? Es lo que me faltaba, como si no hubiésemos pagado un realero en colegios privados, mijito...

¡Uh ah!

¿Será que el pernil ese te cayó mal? 

¡Uh ah! ¡Feliz Chavidad! ¡Jajaja!

Se dice Ho ho ho, gafo… ¡Agárrenme que me da un yeyo! Mi bebé adoctrinado... Te lo dije: ese pernil tiene burundanga. Ven acá, mi niño: Jingle bells, jingle bells… ¡No funciona!… Corre, Ana Gabi: pon “Navidad con Nitu” a ver si se le pasa...

carolachavez.blogspot.com



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Carola Chávez

Periodista y escritora. Autora del libro "Qué pena con ese señor" y co-editora del suplemento comico-politico "El Especulador Precóz". carolachavez.wordpress.com

 tongorocho@gmail.com      @tongorocho

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