En los últimos cuarenta años de la Cuarta República, regida por el puntofijismo, la democracia representativa, corrupta y represiva, que finalizó con el triunfo del pueblo eligiendo como presidente al Comandante Hugo Chávez, estuvieron presentes los oprobios del señor Carlos Andrés Pérez, quien desde sus primeras experiencias le resultó optar por la persecución y represión política a todo el que no estuviera de acuerdo con las atrocidades del sistema de opresión y explotación del hombre por el hombre.
Desde los aciagos momentos políticos para Venezuela del año 1960, cuando el Presidente Rómulo Betancourt lo llama a ocupar la Dirección General de Relaciones Interiores y posteriormente como titular de esa cartera ministerial se inicia cumpliendo fielmente aquella célebre disposición criminal del Jefe de Miraflores, cuando ordenó “disparar primero y averiguar después”, fue Carlos Andrés Pérez el fiel vasallo del mandatario, quien ejecutó tal sentencia de la sucedieron arbitrariamente las persecuciones, detenciones, torturas, y asesinatos de dirigentes populares, campesinos, obreros estudiantes, violación de todos los derechos humanos y de la misma Constitución, que el Congreso Nacional fiel a la burguesía, le había impuesto al pueblo de manera inconsulta.
De esta manera el señor Carlos Andrés Pérez alza a sus hombros la responsabilidad de cumplir y hacer cumplir el mandato de la burguesía venezolana, que no era otra cosa que el mandato expreso del Imperio Norteamericano, para la dominación social y cultural del pueblo y el saqueo de nuestras riquezas, y a sus hombros también se le endosa los cuatrocientos muertos y setecientos heridos del Porteñazo, los del Carupanazo (1962) y el Barcelonazo (1961), El asesinato de Livia Gouverner por los terroristas batisteros apoyados por el Gobierno de Rómulo con la complacencia de CAP, como Ministro, la muerte de tantos campesinos que injustamente eran acusados de guerrilleros cuando en realidad no lo eran, lo generó el gran éxodo del campo a la ciudad, y comienzan a crecer las grandes ciudades del país en forma anárquica y preñándose de males que el capitalismo ha venido engendrando en las entrañas de la sociedad.
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