Han pasado doce años de la llegada del Presidente Chávez al Gobierno, es hora de hacer una nueva aproximación teórica a los rasgos que distinguen la Gerencia de Talento Humano en Revolución. En primer término, ha sido una gerencia al cobijo de las figuras de poder, es decir, Ministros; Presidentes de Institutos Autónomos; Miembros de Directorios de Empresas del Estado; de Comisiones especiales de prevención o investigación; Presidentes de Fundaciones o Asociaciones, entre otros cargos de altísimo nivel, por lo que en la práctica, cada cambio se convierte en una vorágine de sustitución funcionarial que arremete contra los funcionarios de confianza o no de la “Gestión Anterior”, en la mayoría de los casos sin cuidar los aspectos legales y formales de esta sustitución. Vemos así que se despide, remueve, retira o destituye un grupo de funcionarios fijos y contratados sin importar que tengan fuero maternal o paternal; funcionarios de carrera administrativa sin el debido procedimiento; contratados con sus contratos vigentes o sin solicitar ante la Inspectoría del Trabajo la Calificación de Despido, solo porque eran de confianza de la las viejas autoridades.
En este sentido, la Gerencia de Recursos Inhumanos, como se le llama en voz baja, en afán por quedar bien con la “Nueva Gestión” desconoce logros, deslava los avances alcanzados por el trabajo colectivo, descalifica profesionales altamente calificados, cuestiona la experiencia adquirida en el ejercicio de las funciones del cargo de quiénes tuvieron la osadía de acompañar al funcionario saliente y, lo más grave, profundiza la descomposición ética y moral que campea libremente a lo interno de la función pública y, reproduce los vicios y corruptelas de siempre.
En segundo término, el desconocimiento de las formalidades legales para el retiro de un funcionario público, de carrera o contratado ha producido una avalancha de demandas en los tribunales de justicia, que una vez resueltas, causan un daño patrimonial a la institución donde opero el despido, debido a que en la mayoría de los casos se ordena el reenganche y pago de los salarios dejados de percibir por el tiempo que dura el litigio, que puede ser meses o años, mientras que los directores de Recursos Humanos alegan que para cuando eso suceda ello no estarán en el organismo. A nadie le duele el trabajador, ni su sustento durante ese largo tiempo, conozco una exfuncionaria que fue botada de una institución embarazada, demando, gano y cinco años después cobró su indemnización, menos mal que no era madre soltera, de ser así, ella y su bebe la hubiesen pasado muy mal.
La ignorancia o la adulancia de estos gerentes hace que desconozcan conceptos antiquísimos aprendidos en las instituciones de educación superior o en los cursos y conferencias que se dictan en tan importante área del conocimiento, como la obligación del ente de notificar los actos administrativos, o la disponibilidad necesaria de los funcionarios de carrera, antes de proceder al retiro definitivo e introduzcan adefesios legales como remover a un funcionario con el nombramiento de otro. En el caso de la novísima ley de protección a la familia, es entendible que se ignore el fuero paternal, pero no es motivo para pretender botar a un trabajador con fuero paternal diciendo que su mujer no parió mientras el laboraba en el organismo.
Dentro de esta práctica gerencial, lo más grave es que los trabajadores revolucionarios se han acostumbrado a ser botados de un organismo u otro sin ninguna razón, sienten que no merecen tener estabilidad laboral por el solo hecho de creer en el socialismo, por ende, van migrando a cada cambio en el gabinete, reacomodándose en un lado u otro, repitiendo un ciclo inacabable una y otra vez; se convierten en los execrados de la “Gestión anterior”, pareciera que éstos son de otro planeta que van al mercado, atiende la salud, y honran los compromisos de la familia, sin empleo y sin dinero, mientras logran el reacomodo, lo cual puede durar días, meses o años.
Por ultimo, la Gerencia de Talento Humano en Revolución, coadyuva en la reproducción del modelo burocrático, convirtiendo la gestión de cualquier autoridad en un entramado de situaciones administrativas y jurídicas montadas con el único fin de lograr de una alta rotación de personal el reflejo, a la colectividad en su conjunto, de incapacidad para dar respuesta a sus demandas y exigencias. No importa si en un momento determinado estos gerentes son de una u otra gestión, la gerencia la hacen los hombres, simples mortales con errores y aciertos, a veces se es parte de la vieja gestión y otras de la nueva, pero siempre es sano evitar un cuestionamiento ético y profesional inclemente, y hacer los despidos cuando sea realmente necesario, de tal manera que se rompa con una cultura organizacional que lacera la dignidad del individuo y lo convierte en un cuidador de su puesto de trabajo o en un lamebotas.
Con la Revolución Bolivariana se esperaba la aparición de un estilo gerencial humanista, solidario, concebido para un modelo de gestión planificado, competitivo, transparente y eficiente, esto lamentablemente, esta muy distante de haberse logrado, no se trata de construir solidaridades automáticas y apriorísticas contra todos los funcionarios públicos bolivarianos, incapaces o no; corruptos o no; exitosos o no, sino de un hacer una gestión pública que conduzca a derrocar el burocratismo, tomando decisiones en apego estricto al ordenamiento legal para evitar el reciclaje interminable de funcionarios.
En el Socialismo es imprescindible cuidar a los comprometidos, cultivar su experiencia en la instituciones, aprehender de sus vivencias y formar, al corto plazo, los cuadros gerenciales y profesionales que necesita la revolución, el equipo es uno solo, no importa a que gestión se deba el ingreso a un cargo público. Ese es el camino, una gerencia para la construcción del ser humano socialista, llámese recurso, desarrollo, talento, pero que ayude a transformar a los mejores en insuperables y, a todos los funcionarios en más y mejores revolucionarios.
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