Tanto es así que un consagrado humorista como Pedro León Zapata, al colocarse del otro lado de la acera, ha terminado en un triste papel al lado de unos amargos señorones.
Como principal mamador de gallo del proceso aparece el propio camarada Chávez. A cada momento sale con una vaina nueva que revuelve al país y, luego, salta con otra que entra en contradicción la primera, sólo por pura mamadera de gallo. La derecha que por conservadora es demasiado seria, sufre una y parte de la otra ante las posiciones de nuestro muy querido camarada.
Incluso, dentro del PSUV hay quienes cogen tremendas calenteras cuando nuestro camarada hace de las suyas. Por ejemplo, en los días de nacimiento del PSUV, tras aquellos propulsores, los debates, los comisionados y no sé cuántas lavativas más, se convocó a unas elecciones internas para elegir la Directiva Nacional.
Se armó toda la parafernalia, se hicieron las elecciones, se anunció el resultado y se informó quienes eran los principales y los suplentes electos por la base, según la cantidad de votos obtenidos por los aspirantes. Seguro que más de un militante ingenuo guardó en el disco duro de su computadora los nombres de aquella primera directiva.
Un buen día apareció la facilidad para mamar gallo que ennoblece al camarada Chávez y a la hora de armar el equipo final, algunos de los camaradas que habían sido enviados a puestos de suplentes por los votos de las bases (a lo mejor por aquello del “voto castigo”), terminaron a la cabeza de la dirección del partido, en los cargos de mayor rimbombancia y con más voz de mando que los demás.
Ingenuos hay, uff, demás. Sino que lo diga un buen amigo que celebró cuando nuestro camarada anunció hace algunos años que los sueldos más altos de los funcionarios no deberían pasar de los cuatro mil bolívares fuertes al mes. ¡Qué maravilla!, dijo mi amigo, pues él registraba en ese momento, por sus actividades privadas, un ingreso mayor a los seis mil bolívares mensuales.
Se sintió una especie de potentado y se fue a una entidad bancaria del Estado, esas de las que creó el camarada Chávez, y solicitó un préstamo para comprar una camioneta, seguro que aquellos ingresos, certificados por un contador, iba a convencer a cualquiera. En el banco le dijeron que debería ganar un mínimo de diez mil bolívares mensuales.
Luego de discutir tres horas con el Gerente del banco, de mostrarle reseñas de prensa y videos, hacerle escuchar grabaciones radiales, con las palabras presidenciales, y ante la negativa del funcionario, se quedó pensativo, sonrió y meneo la cabeza al darse cuenta que había sido víctima de otra mamaderita de gallo de nuestro camarada mayor.
La última mamadera de gallo fue con los equipos políticos regionales. Luego de haber anunciado que ni gobernadores ni alcaldes ni otros funcionarios con responsabilidades importantes, podían formar parte de esos equipos, el resultado es lo contrario. Nosotros, como militantes ni nos enteramos cuándo cambiaron las reglas del juego.
La
excepción fue Nueva Esparta, donde los alcaldes bolivarianos quedaron
fuera. Al parecer la razón radica en que era la única forma de impedir
que Morel Rodríguez terminase siendo el jefe del PSUV en la región
insular. Chávez como que dijo “tampoco podemos ir tan lejos con la
mamaderita de gallo”.
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