Hace 200 años se declaraba en el Congreso la Independencia absoluta de la Capitanía General de Venezuela del reino de España y con ello nacía la República; es decir, Venezuela dejaba de ser una colonia española para transformarse en un país soberano.
Con la declaratoria de independencia se declaraba a su vez la guerra a España que por ese entonces la pasaba mal con la invasión napoleónica pero que nunca, bajo régimen francés o una vez recobrado el mandato por parte de Fernando VII, aceptó el desprendimiento de tan importante territorio.
Estos doscientos años de lucha por una independencia que aún hoy es relativa, están llenos de importantes lecciones históricas; Venezuela ha transitado este camino con grandes avances pero con enormes reveses; por ejemplo, nace la Primera República el 5 de Julio de 1.811 y un año después la misma se perdía en Puerto Cabello lo que obligó a la capitulación de Miranda en San Mateo y su posterior encarcelamiento, esta derrota temporal para los intereses patriotas a la postre sería el inicio del surgimiento como líder político y militar de otra figura de enorme estatura histórica en la lucha anticolonialista como lo fue Simón Bolívar, quien una vez derrotada la Primera República se va a la Nueva Granada a preparar la invasión en lo que se conoce como la Campaña Admirable cuya finalización en Caracas da inicio a la Segunda República.
Llega el bicentenario patrio precisamente cuando soplan en América Latina vientos de cambio y de intenciones de independencia definitiva, soy de los que está convencido que mientras exista el imperialismo toda independencia es relativa, y sin lugar a dudas que frente al complejo escenario nacional e internacional que amenaza con acabar con la posibilidad cierta de avance que representa esta etapa del largo proceso revolucionario venezolano sirve enormemente el ejemplo de la Sociedad Patriótica de aquellos días previos al 5 de Julio de 1.811.
La Sociedad Patriótica como espacio de discusión y debate de los sectores revolucionarios de la vida nacional marcó el rumbo para la declaratoria de Independencia cuando el Congreso se debatía entre el miedo a la misma y una tímida autonomía; sin dejar de lado que en ese Congreso instalado en Marzo de ese año había diputados que seguían argumentando a favor del Rey y de la dependencia.
En este escenario la actividad y consecuencia de la Sociedad Patriótica con los más altos intereses anticolonialistas jugó un papel protagónico al encarnar los anhelos y los sueños de quienes influenciados por las principales corrientes filosóficas humanistas y progresistas de la época deseaban llevar hasta sus últimas consecuencias la posibilidad abierta en Abril de 1810, aún resuenan aquellas palabras de Bolívar pronunciadas el 3 de Julio en una reunión de este grupo: “…vacilar es perdernos”, a 200 años de aquellos memorables hechos debe estar prohibido vacilar para no perdernos.
La contradicción de aquella coyuntura, que la Sociedad Patriótica resolvió muy bien, era entre dependencia e independencia, la autonomía, argumentada por algunos, no era más que revestir con una posición seudoindependentista al deseo de que continuáramos siendo una colonia.
Hoy, en nuestra patria, dónde reconocemos que los últimos 12 años han significado un avance en el camino libertario, la contradicción coyuntural es entre revolución y contrarrevolución, la reforma no es más que otro “traje” de los sectores que no están interesados para nada en la “independencia definitiva”; es decir, en el socialismo.
La guerra, como consecuencia lógica e inmediata de la declaración de independencia, no se decidió a favor de la causa patriota hasta la incorporación del pueblo que veía inicialmente con desconfianza su sumatoria a una propuesta surgida de sus “amos inmediatos”, no olvidemos como se pierde a manos de Boves la Segunda República; la participación, el heroísmo y sacrificio popular sirvieron para ganar la independencia política pero no para construir una sociedad al servicio de los intereses de ese pueblo por un problema estructural que no es menester de este artículo analizar y en gran medida también por la traición a los proyectos emancipatorios enunciados por numerosas personalidades, entre ellas Simón Bolívar, y grupos políticos una vez alcanzada la independencia; de allí que para mí tenga plena razón la argumentación del Historiador Vladimir Acosta cuando plantea la situación en torno a Emancipación e Independencia en un ensayo histórico de su autoría que recomiendo leer. Se logró la independencia política, no fuimos más una colonia, pero no se logró la emancipación o independencia definitiva como sinónimo de libertad muy bien ilustrada por el Che: “lo más sagrado, que es el sentimiento de no tener ningún problema insalvable por delante”.
Son lecciones, lecturas y ejemplos que los y las comunistas, a quienes se nos acusa de desconocer o subutilizar la gloriosa historia patria, obtenemos de un estudio consuetudinario, dialéctico, materialista y apasionado de las distintas etapas y momentos que ha atravesado nuestro pueblo en la lucha por su libertad y que al final no es más que una historia continua y vinculada dónde toda derrotada al proyecto emancipador está condenada a ser un revés temporal.
Hoy, mientras deseamos un colectivo feliz cumpleaños a nuestro país reflexionamos que para una independencia definitiva hay que hacer una revolución completa, porque toda liberación nacional está trunca sino llega a la liberación social.
P.S Recibimos el Bicentenario con la buena nueva del retorno del Presidente Chávez al país. Deseamos que su proceso recuperativo marche en paralelo a la profundización y depuración del proceso bolivariano para así tener sano al líder y sana a la revolución.
(*)Militante del PCV
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