Gerencia y Ambiente

En este mundo en franco proceso de globalización, donde y cuando se ha puesto en evidencia la debilidad de una serie de conceptos y la incertidumbre del futuro de la humanidad, a lo que se ha dado en llamar  “crisis de la postmodernidad” los términos ”Ambiente y Gerencia” han adquirido una nueva dimensión, manifiesta en la importancia que les están dando –a pesar de todo- los medios de comunicación de masas. El cognomento “gerencia” ha sido siempre asociado con aquellos de “economía”, “administración”, “rentabilidad”, “relación costo-beneficio”, entre otros, aún y cuando todos nosotros, sin ser necesariamente gerentes, “gerenciamos” una serie de recursos, asuntos y situaciones, como  son nuestro tiempo, dinero, talentos, etc., lo que confiere una extraordinaria amplitud a este concepto. Gerencia es un galicismo generalizado que hemos aceptado como sinónimo de “administración”; la bibliografía consultada define este vocablo como: “...acción y efecto de manejar inversiones a través de la administración de recursos, esfuerzo y tiempo, para el logro de objetivos específicos y definidos...”Ambiente, por su parte es un término genérico aplicado para aludir al entorno, al conjunto de todo cuanto nos rodea, de carácter natural o no; pero sea lo uno o lo otro, se trata de  un conjunto de recursos y cualidades que caracterizan a un ámbito espacial del cual, incluso el sujeto que lo percibe, forma parte. De hecho entonces, el “ambiente” es un conjunto de realidades evaluables, cuantificables y por lo tanto, contabilizables, es decir, se trata de un conjunto de recursos tangibles, que tienen algún valor y en virtud de todo ello, el ambiente es gerenciable. Sin embargo, este hecho no parece ser entendido, como premisa, por la ciencias económicas convencionales y tradicionales, donde el ambiente es visualizado como un simple proveedor público e inagotable de recursos, energía y materias primas y sitio para la disposición de desechos gaseosos, líquidos o sólidos, que, por pertenecer a todos, no pertenece a nadie, donde cualquier inversión en su preservación o mejoramiento es un gasto inútil e innecesario, cuyo único efecto sobre la empresa será incrementar los costos.. Si esto fuera cierto, la Economía sería no solamente anti ecológica, sino también antieconómica, por cuanto si las fuentes de abastecimiento de recursos básicos, energía y materias primas se deterioran o se agotan, con ello se deterioraran y agotarán también los beneficios derivados de su ocupación, uso o aprovechamiento. Esto nos permite inferir entonces que, si es posible gerenciar los recursos necesarios para garantizar el éxito de una empresa productiva, también será posible gerenciar el cuadro ambiental en el cual está asentada y de cuyos recursos depende su permanencia, productividad, desarrollo y la calidad de ambos  empresa y ambiente. La empresa moderna se apoya sobre cuatro pilares o conjuntos fundamentales de variables, que no son otros que sus recursos humanos, informativos, operativos y logísticos. En referencia a lo primero, siempre se consideran como recursos humanos de una empresa, solamente al personal directivo, administrativo y obrero,  y por lo general se soslaya ese recurso humano aquellos quienes la proveen de materias primas y adquieren los productos que manufactura; quienes en realidad son los que la mantienen en actividad.  En cuanto a los recursos informativos, las empresas no solamente requieren de información tecnológica, económica, operativa o promocional, sino también aquella acerca de la imagen que proyecta hacia su entorno, sus vecinos, clientes y favorecedores, desde donde también proviene información positiva o negativa para sus intereses. Con respecto a los recursos operativos, se trata de saber dónde ubicar la acción empresarial en el tiempo y lugar apropiados, lo que se conoce como planificación, y que tiene que ver, no solamente con las acciones de la empresa, sino también con las eventuales reacciones que estas puedan generar en la población, el Estado, sus clientes y proveedores. Y por último, los recursos logísticos, de cuya optimización depende el alcance exitoso de los objetivos propuestos. Todos y cada uno de estos recursos están íntimamente ligados con el ambiente natural y social. En cuanto al recurso humano, tanto el personal de la empresa como aquel de su entorno son altamente sensibles a la alteración de la calidad del aire, las aguas y su espacio  mediato e inmediato, los cuales a su vez están expuestos y bajo riesgo de ciertos efectos secundarios indeseables generados por la actividad productiva. Ninguna de esta últimas tiene como objetivo contaminar la atmósfera con gases, hollín, ruido, calor o radiación; ni liberar efluentes que a las aguas, ni desechar basura para ensuciar el suelo o el paisaje; pero tales hechos son  inherentes, consecuencia casi inevitable de cualesquier actividad industrial, comercial o agropecuaria. En lo que respecta a información, la mayoría de los gerentes piensa que basta con aquella necesaria para la manufactura, promoción y distribución de los artículos producidos, preocupándose muy poco por su imagen ambiental o de las posibles maneras de atenuar, mitigar o neutralizar las consecuencias marginales no previstas de sus procesos, lo que acarrea no solo problemas con las autoridades, sino también con la población afectada. La planificación es otra fase sensible entre la gerencia y el ambiente,  toda vez que las acciones previstas en sus cronogramas e instalaciones, si son orientadas en relación con la calidad del ambiente en el cual se realizan, pueden preverse y evitarse eventuales daños y mitigar sus efectos..En lo correspondiente a recursos logísticos, deben añadirse a los costos operativos, aquellos invertidos en la preservación de la calidad del ambiente, toda vez que la generación -y no resarcimiento- de daños, perjuicios o deterioro causados al medio intervenido puede acarrear la acumulación de cuantiosos pasivos ambientales, los cuales, si bien en la actualidad no son exigidos, las tendencias políticas y los nuevos instrumentos legales llevan a pensar que en un futuro pronto comenzaran a demandarse. Lo expuesto con extrema simplicidad, sugiere que los gerentes deben comenzar a pensar en términos ambientales y los ambientalistas en términos gerenciales, puesto que los esbozos de las nuevas políticas ambientales contenidas en un presunto código orgánico ambiental, -supuestamente a ser sancionado próximamente-, consagra terminologías contables legales como Auditorías Ambientales, Tasación de Daños al Ambiente, Balances y Pasivos Ambientales, Fiscalización y Tributación ambientales y otros que en nada difieren de aquellos consagrados por las ciencias administrativas, donde la gerencia ocupa un espacio preponderante. Los economistas, contadores y administradores del próximo milenio, tendrán que hacer causa común con los ambientalistas para neutralizar los daños que por ignorancia, desidia o falta de escrúpulos, sean generados como efectos marginales indeseables de la actividad empresarial.

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Edilberto Ferrer-Véliz

Escritor y músico. www.evyferrer.wordpress.com

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