Ni los mas conspicuos representantes del socialcristianismo copeyano de hace tres décadas y más, pudieron dilucidar alguna vez, si Aldo Cermeño, prominente líder copeyano desde muy joven en esa época, abonaba por la izquierda cristiana o por los llamados astronautas, o por los denominados araguatos, a razón del mas rancio pensamiento conservador que a estos últimos se les achacaba. Lo que todos pudieron reconocer era que el ex gobernador lucia una extraordinaria habilidad política que sutilmente combinaba con algún discurso en parte acomodado a realidades y en parte cargado de contornos demagógicos muy bien ataviado.
Se desprende del susurro popular que Aldo Cermeño, conjunto a un sector de la izquierda coriana timoneada por Carlitos Martínez Bueno, fueron quienes armaron el tinglado político que derrotó electoralmente el caudillismo adeco en Falcón, representado en máxima expresión del sectarismo, por Ildemaro Villasmil. El hecho de que durante el mandato regional de Cermeño, importantes representantes de la izquierda de la época abordaran gobiernos en importantes cargos de dirección, seria un elemento importante para la comprobación de esa hipótesis. Porque Aldo en Copey, siempre la jugó bien a sus propósitos. Fue gobernador nombrado por Luis Herrera ya al término del mandato herrerista. Y desde allí dio partida a la conquista de una gobernación que en dos veces le dio resultados electorales. Ya después, Aldo estuvo en la retaguardia política copeyana, mas porque sus enemigos políticos internos le bloquearon el camino, que porque alguna decisión en ese tema él haya determinado.
En varias oportunidades intentó rescatar espacios perdidos, pero siempre encontró la cizalla de la factura política que le cercenaba sus propósitos. Ahora, hoy en estos tiempos de revolución, Cermeño declara en dramático discurso, que se restea con Chávez. La revolución tiene entonces inmensas facultades para razonar sobre el tema. Pero hay un punto de partida en que la revolución necesita el apoyo de sus ciudadanos. Aldo Cermeño marcó una pauta para la discusión. Y lo que es más cierto es que la oposición, diezmada como se nota ya, cuando falta una semana para la victoria de la revolución, parece estar notando que efectivamente existe un camino.
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