Se le escuchó decir a don Rómulo Betancourt en alguna ocasión durante los tiempos del primer gobierno del fallecido, Carlos Andrés Pérez, cuando observaba los efectos del “Miami barato”, la siguiente escatológica frase: “…cuando las mujeres de los barrios se visten como las del Country Club es que algo anda muy mal…” ¿Es frase verídica del pensamiento betancouriano? ¿Qué quiso decir exactamente don Rómulo con aquella supuesta frase? Por último ¿era CAP del agrado de don Rómulo Betancourt? ¿Por qué dicen que en una extrema acción sacó del cinto su 38 y disparó? ¿Por qué casi inmediatamente lo trasladaron a Nueva York de donde, dicen, nunca jamás, regresó a Venezuela? Don Rómulo Betancourt siempre será un enigma político; particularmente, siempre tuvo sus debilidades en intelectualidad como aquella idea en su texto, en colaboración, sobre petróleo como demostramos en alguna de nuestras investigaciones en consulta de la bibliografía; quien sustentó la “idea central” de aquel famoso y grueso texto, “Venezuela, política y petróleo”, cual se publicara en Costa Rica cuando hacía “pinitos” en el movimiento comunista locales caribeños. Ironías de los destinos y tiempos históricos.
Las derechas que participaron en el “23 de enero” se comportaron, en nuestro criterio, como aquellas clases sociales quienes durante la Independencia esperaron que Simón Bolívar hiciera el trabajo duro de la Independencia del Reino de la España borbónica para regresar a recoger “los trastos rotos y valiosos” para así asumirse como borbones en comportamientos sociales (El Universal continúa en las actuales realidades informándonos de las “delicias sociales” de las casas reales y burguesas europeas).
Era una tentación apoderarse de la conducción del Estado venezolano pero necesitaban de un “un político” con grados de liderazgo entre una sociedad bastante particular como era la venezolana de aquellos tiempos históricos modernos. Pero aquel político (don Rómulo Betancourt) era lo suficientemente zamarro como para “echarse esa vaina solo” y se inventó el “Pacto de Puntofijo”. Si le ponemos atención en el pacto mencionado ningún empresario participó y firmó aquel acuerdo sobre la conducción de la Política venezolana. Aquellos políticos conocían que tenían que alcanzar sus acuerdos con “las fuerzas vivas” del país; conocían que en el marco del triunvirato a constituirse era necesario saber “pulsar” las circunstancias socio-económicas que se exigían en las realidades aprendidas durante el Gobierno de don Rómulo Gallegos. Eran tiempos de la “Guerra Fría” que exigían la total adhesión a las políticas de Washington. Eran tiempos de inventar paradigmas anti-comunistas-latinoamericanos que se vieran bien en la Casa Blanca y en el Pentágono; quizás por ello fue que don Rómulo se inventó dos (2) tesis: el no reconocimiento de gobierno alguno que fuera consecuencia de un golpe de estado no tan del agrado de Washington porque entraba en fuerte contradicción con la “Doctrina Monroe”. La segunda tesis más acomodada a los gustos washingtonianos que, en golpe maestro de zorro político, llevó a don Rómulo proponer en el seno de la OEA, en Punta del Este, la expulsión de Cuba por no querer seguir siendo el “casino del Caribe” (nos censuramos a conciencia) acusándola de “comunista come niños”. Fueron tiempos cuando se expresó en la praxis aquella política de “dispare primero y averigüe después” para, prácticamente, asesinar a cualquier ser humano que pensara que Carlos Marx (el enemigo espiritual del filósofo de El Universal) tenía algunas razones pero, eso sí, sin “detener a la Historia” que estaba más vigente que nunca antes porque no detenía el desarrollo post-bélico mundial del sistema capitalista y del imperialismo estadounidense (petróleo barato).
No sería necesario conversar sobre el tétrico gobierno de Raúl Leoni, ni dar odas al Olimpo celestial por la “pacificación” de Rafael Caldera. Pero aquella etapa del puntofijismo comenzaba su decadencia y hacia su entrada triunfante los primeros pinitos de las nuevas tesis del capitalismo desarrollista con CAP. Fue aquel desastre socio-económico que encabritó a don Rómulo Betancourt porque, necesario decirlo, don Rómulo era un político criollo y tradicional en el más amplio concepto clásico del término. Ese modernismo CAPiano significaba, efectivamente, la destrucción del sistema de clases que gustaban a aquellos empresarios tradicionales y, porque no decirlo, con comportamientos miedosos a los cambios tecnológicos de aquel entonces histórico. Es decir, ese importante cambio implicó que se desarrollaran contradicciones de clase en las clases empresariales betancourista-calderista con “los Apóstoles de CAP”. Pero ¿Qué significó para la estructura del sistema capitalista venezolano ese impacto social y económico? ¿Cuándo y cómo se ejercieron las primeras decisiones de transformación de la industria petrolera venezolana? ¿Cómo impactaron en la estructura de clases aquellas transformaciones profundas en la industria petrolera venezolana? ¿Qué pasó, realmente, en Venezuela, “detrás de las cámaras”, en aquel periodo comprendido entre el 1r. Gobierno y 2do. Gobierno de CAP? Lo preguntamos porque “caminamos” del plan “Mariscal de Ayacucho” al “viernes negro”, del primer intento de “golpe de estado” durante el 2do. Gobierno de CAP al “4 de febrero” y el porqué de las contradicciones de clase en los diferentes sectores empresariales. Probable que Rafael Caldera pensara, seriamente, en la “idea central” de aquel discurso en el Congreso cuando “un adeco” pidió la “…muerte para los golpistas…”; lo importante, en nuestro criterio, quizás, era que Rafael Caldera buscaba un “we will come back” del empresariado tradicional-criollo. Pero la contradicción había tomado cuerpo a favor de “los petroleros” quienes lograron, consideramos, controlar las decisiones importantes en renglones específicos de los cambios en el capitalismo venezolano hacia el “neo-capitalismo-global-neo-dependiente”.
Eran evidentes las contradicciones de nuevo cuño que se desarrollaron entre aquellas clases empresariales tradicionales y CAPistas con las “petroleras neo-católicas”. Quien tenía “los reales”, tenía el Poder. Evidentemente. Esa clase “petrolera” se acoplaba a las realidades que el sistema capitalista neo-liberal-global, en el marco de la “nueva división del trabajo” internacional imponía. Esa “neo-clase económico-religiosa” caminaba hacia la incorporación de Venezuela como Estado al circuito mundial de la economía controladora de los mercados mundiales en todo su significado.
¿Cuán importante era el país, es decir, el ser social venezolano y la venezolanidad histórica para esa “neo-clase-petrolera-católica? Nos, consideramos que el “uso y abuso” de lo religioso en política siempre ha traído graves problemas para las sociedades. Es verdad que el continente católico por excelencia es América Latina. Es verdad que las contradicciones sociales en América Latina desde el río Bravo hasta la Patagonia, a pesar de las riquezas continentales, eran bien un obstáculo, bien una ventaja para aquella propuesta de “división internacional del trabajo”. Es verdad que los pueblos americanos han venido y están hartos de “recoger las migajas de pan que caen desde las mesas de los neo-sectores-sociales-católicos” empresariales en estos tiempos históricos acoplados y mandando desde los Ejecutivos continentales. Es verdad que la ecuación trabajo-productividad americana está en crisis debido a esa “división internacional del trabajo” cual podemos conocer y reconocer con las crisis económicas actuales pero, al tiempo, debemos reconocer que los centros decisorios internacionales han colocado a las sociedades americanas como “factores humanos” de desperdicio vista la “nueva política Obama” (JVR dixit).
En esos escenarios, nos preguntamos ¿cuáles serán las propuestas de esos neo-sectores-sociales-católicos-empresariales en el diálogo que sostendrán con el Gobierno Bolivariano?
Permítasenos unas referencias. El diario católico-monárquico-español, ABC, se convirtió, internacionalmente, en el “vocero del vencedor Capriles Radonski”. ¿Por qué? Decía un “santo varón” que el “diablo” es como un perro atado a una cadena; pues seamos prudentes cuando le demos de comer al “diablo”.
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