Para el momento en que redacto esta nota, la fuerza de la revolución logró un total de 4.849. 143 votos (55%) y la ultra derecha obtuvo 3.831.711 que representa el 43% del total de votos hasta ahora contabilizados. La fuerza chavista dominó en 20 de las 23 entidades federales y logró 186 curules (78%) de los 237 que estaban definiéndose. Es una victoria contundente que puede motivar a muchas lecturas, pero que debe conducir a un nuevo momento del proceso revolucionario.
Más allá de la cantidad de votos que puedan estar separándonos de la fuerza de la ultra derecha y de los espacios ganados, conviene extraer conclusiones de este proceso electoral realizado el 16-D.
La abstención ronda un poco más allá del 45% y este dato tiene su respectiva señal. Esta abstención nos ofrece una primera conclusión: Chávez es la energía que mueve a una parte de los electores de la oposición.
No es una energía que tiene como sustento una propuesta o un liderazgo. Si alguna situación interesante comunica este dato, es estar claro, que si bien los medios de comunicación no han podido tumbar a Chávez, aportan más que los partidos reunidos en la MUD en ese esfuerzo de mantener el sentimiento de odio que mueve a una parte importante de los electores de la oposición.
Los resultados del 16-D deben entenderse como una gran y nueva oportunidad, en una circunstancias muy especiales para las fuerza de revolucionarias. Los resultados por más contundentes que ellos sean, reclaman una lectura bien calmada y nos exigen observar los datos considerando la situación que confronta Chávez. Sería muy lamentable, que esta oportunidad no sea aprovechada.
Entender así este 16-D, implica ponerle corazón al seguimiento y control. La posibilidad de cumplir con la promesa de un gobierno más eficiente, supone desarrollar mecanismos efectivos de articulación entre el Poder nacional y el estadal para evitar el desarrollo de malas gestiones. Es vital entonces, darle vida a los espacios e iniciativas que están contenidas en algunas leyes, como la Ley Orgánica del Consejo Federal de Gobierno y su Reglamento.
Observar estos resultados como una oportunidad, conduce a instalar en las gobernaciones auténticos proceso de planificación porque lamentablemente; la planificación ha sido asumida muy superficialmente y como una formalidad. La posibilidad de concretar gestiones eficientes y eficaces, pasa por entender el papel que la planificación tiene en el logro de esta promesa formulada por Chávez en su campaña.
No son casuales las reacciones de la oposición a la propuesta del Estado Comunal. La oposición sabe que pierde con el fortalecimiento del Poder Popular y la profundización de nuestra propuesta descentralizadora contenida en la Ley Orgánica del Consejo Federal de Gobierno y su Reglamento. No perdamos la oportunidad para articular políticas y darle protagonismo al Poder Popular.
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