¿Hasta cuándo seguimos de devaluación en devaluación?

La devaluación es el tema de actualidad, un tanto opacado por las vacaciones de carnaval, y además, sus efectos no se han sentido aún, pero se sentirán. Y por supuesto hay que agregarle el regreso del Presidente Chávez.

En primer lugar, debemos tratar de precisar que es una devaluación y las razones que están detrás de la misma. Hoy en día, las devaluaciones o revaluaciones de la moneda suelen ser manejadas por los gobiernos, o al menos intentan hacerlo. En una economía que se maneja por la libre fluctuación de la moneda, es decir, por la libre oferta y demanda de las divisas, manejar el tipo de cambio suele ser algo más complicado que en una economía como la venezolana con un tipo de cambio fijado por la autoridad monetaria.

Una devaluación de la moneda es una pérdida del valor de la moneda frente a otras monedas, lo que significa que la moneda local, por ejemplo el bolívar fuerte, puede comprar una menor cantidad de bienes y/o servicios en el extranjero. Es una pérdida de poder adquisitivo de la moneda. En el caso venezolano el bolívar se compara con el dólar como la moneda referencial a nivel internacional. Como es bien sabido, los venezolanos ya tenemos una larga historia de pérdida del valor adquisitivo del bolívar frente al dólar, que se combina con un proceso inflacionario crónico de larga data también.

Ahora bien, cómo podemos decir que un bolívar, un peso colombiano, argentino o chileno, en términos del dólar, vale tanto o cuánto. Podemos decir simplificando las cosas, que existe una relación entre la cantidad de dinero local existente en una economía y la cantidad de divisas (dólares que se tienen), llamadas reservas internacionales. Para simplificar las cosas supongamos que en toda la economía venezolana existen Bs. 100 y que a nivel de reservas en dólares existen unos US$ 50. Entonces el tipo de cambio o paridad con el dólar sería de Bs. 2 por US$ 1. Si la cantidad de dólares disminuyera a 25, entonces la relación sería de Bs. 4 por US$ 1. Es decir, la moneda local, el bolívar se habría devaluado.

Si el tipo de cambio depende por una parte de la cantidad de divisas en moneda extranjera, cómo puede un país aumentar esta cantidad. Fundamentalmente dependerá del comercio internacional, de los ingresos por concepto de exportación de bienes y servicios al extranjero y de la inversión directa de empresas extranjeras. Por otro lado, las importaciones harán que las reservas disminuyan. Al aumentar la cantidad de divisas manteniéndose constante la cantidad de dinero local, la moneda se revaluará. Por el contrario, si la cantidad de divisas disminuye la moneda se devaluará.

Una revaluación o apreciación de la moneda tendrá como efecto encarecer los bienes y servicios de producción local para los compradores extranjeros. Por ejemplo. Si tenemos una relación de cambio de Bs. 2 por US$ 1, y los norteamericanos desean comprar un producto venezolano que cuesta Bs. 2, sólo necesitarán un dólar para adquirirlo, pero si ocurre una revaluación del bolívar y la paridad queda Bs. 1 por US$ 1, el producto que sigue costando Bs. 2, pero se habrá encarecido para el consumidor norteamericano, ahora necesitará dos dólares para adquirirlo. Por el contrario, si se da una devaluación del bolívar, digamos que de una relación de Bs. 2 por US$ 1, llegamos a una relación de Bs. 4 por US$ 1, entonces el consumidor norteamericano sólo necesitará de medio dólar para adquirir el producto nacional que cuesta Bs. 2.

En resumidas cuentas, si hay una devaluación, los productos nacionales se hacen más baratos para los consumidores extranjeros, si hay una revaluación, se harán más caros para éstos. Para el consumidor nacional se dará la situación inversa, una devaluación encarecerá los productos importados, y una revaluación abaratará dichos productos.

Una devaluación entonces estimula las exportaciones, lo que puede ser muy beneficioso para países con vocación exportadora, pero para un país como Venezuela que lo único que exporta es petróleo, una devaluación no estimulará las exportaciones no tradicionales, pues éstas son prácticamente inexistentes.

En el plano internacional vemos que China que ha construido un modelo de economía hacia afuera, centrado en las exportaciones como motor de la economía, mantener un Yuan devaluado se transforma en una ventaja competitiva. Por esta razón, los gobiernos europeos han solicitado y rogado al gobierno chino que revalúe su moneda para que los productos europeos puedan competir con los productos chinos excesivamente baratos.

También la moneda de un país, como ya dijimos, puede revaluarse por la entrada de capitales extranjeros, inversión extranjera. Colombia es un país que en estos momentos está tratando de desestimular la inversión extranjera porque está inundando la economía colombiana de dólares y forzando la revaluación del peso colombiano, lo que afecta a las exportaciones.

Otro ejemplo es Chile, cuya moneda estaba revaluándose frente al dólar fuertemente por la entrada masiva de dólares en la economía, debido a que el país está atrayendo mucha inversión extranjera y exporta más de 5 mil productos distintos. El gobierno de Chile intentó retirar unos 12 mil millones de dólares a través de operaciones de mercado abierto, cambiando dólares por bonos, con el objetivo de impedir la revaluación de la moneda que afectaría las exportaciones chilenas.

Por supuesto, este no es el caso venezolano. En primer lugar, porque aquí no hay un mercado libre de divisas, en segundo lugar, porque aquí no hay un flujo creciente de dólares por exportaciones no tradicionales, ni por concepto de inversión extranjera.

Aquí estamos frente a un problema de devaluaciones sucesivas de la moneda, la historia económica de la Cuarta y Quinta República coinciden en este aspecto, aunque también en la inflación crónica (fenómenos relacionados entre sí), el rentismo petrolero y la fuga de capitales. La historia económica de los últimos 14 años presenta una paradoja, y la misma consiste en que ha habido un aumento de los precios petroleros hasta más de US$ 100 por barril, de acuerdo a lo que hemos señalado anteriormente, la inundación de dólares debió incrementar las reservas internacionales a niveles sin precedentes, lo que habría conducido a una revaluación de la moneda y no a un proceso de devaluación como el que se ha verificado. La explicación nos lleva nuevamente a la definición del tipo de cambio, la cantidad de moneda local dividido por las reservas en divisas. Si bien por una parte los ingresos en dólares aumentaron, la única explicación posible para la paradoja, es que la cantidad de dinero local (Bs.) debe haber aumentado aún más. Para ejemplificar lo anterior, podemos partir de una situación de una economía con reservas de US$ 50 y Bs. 100 en moneda local. Si las reservas aumentan a US$ 100, pero los bolívares en circulación aumentan a Bs. 400, quedamos en una situación de devaluación del bolívar, este pasa de Bs. 2 por dólar a Bs. 4 por dólar.

En resumidas cuentas, el incremento del ingreso petrolero por el alza de los precios es compensado por un incremento de la liquidez monetaria en bolívares. El incremento de la liquidez monetaria se da por la vía del incremento del gasto público, en particular, el gasto social y en remuneraciones. Además, debemos destacar que a pesar del aumento de los ingresos por exportación, el gasto por importaciones ha venido incrementándose por el aumento en el consumo, propulsado por el gasto público. Además, el gobierno a través de un cambio en la ley del Banco Central, pudo quedarse con dólares provenientes del petróleo que fueron a parar a diversos fondos y no entraron a las reservas internacionales. Es decir, que a pesar de cuantiosos ingresos recibidos la relación entre las reservas internacionales y la liquidez monetaria se ha venido deteriorando en desmedro del bolívar.

El gobierno ha dado diversos argumentos a favor de la devaluación, algo así como buscándole el lado positivo. Uno de los argumentos esgrimidos nos habla de lo ventajosa que es una devaluación para las exportaciones no tradicionales. En este sentido, se ha acompañado la medida de otra que permite a los exportadores quedarse con un 40% de los ingresos percibidos, en dólares, antes el porcentaje era de 30%. Por otro lado, se ha hablado que esto permite al Estado invertir más en gasto social que beneficia a los sectores más pobres. El primer argumento suena a todas luces muy falso, una moneda devaluada no asegura de por sí un incremento de las exportaciones, hay muchos otros factores involucrados. El segundo argumento si puede comprarse, la devaluación tiene que ver con la necesidad del gobierno de seguir alimentando el gasto social. Claro está que esto conspira contra la lucha antiinflacionaria. En este punto el gobierno se defiende señalando que en Venezuela no hay inflación, que se trata de especulación de los sectores oligárquicos. Cualquier economista sabe que es imposible que haya especulación si no existe previamente un problema de escasez. Políticamente, el argumento tiene su razón de ser, se busca un culpable y se exculpa al gobierno. También, se ha esbozado el argumento que señala la existencia de una conspiración contra la moneda, como un ataque a la economía para producir zozobra y obtener ventajas políticas. Aquí podemos decir que efectivamente en la historia se han producido ataques especulativos contra algunas monedas.

Hay muchos que señalan a George Soros, un acaudalado hombre de negocios y escritos de temas económicos, de haber conspirado para producir una devaluación de la moneda inglesa, obteniendo finalmente una enorme ganancia. Sin embargo, en el caso venezolano, esta explicación no suena plausible para quien sepa algo de economía, la razón estriba en que Venezuela no tiene una libre flotación de la moneda, y el flujo de dólares hacia el sector privado está regulado. Por otra parte, si bien es cierto que la devaluación de la moneda abarata los productos nacionales frente a los importados, lo que sería un impulso para el crecimiento de la producción de bienes y servicios, no es el único factor a tomarse en cuenta. En el caso venezolano llevamos mucho tiempo con una moneda devaluada, y sin embargo, no se ha dado un salto en la producción y la productividad, ni en las exportaciones tradicionales. Obviamente, esos otros factores mencionados pesan más que la devaluación. Uno de esos factores es el político, un sector privado de la economía que ve con recelo a un gobierno que se declara socialista, difícilmente esté tentado a invertir y producir más.

En términos generales, la política económica de los países tiende a buscar la estabilidad del tipo de cambio, para evitar trastornos en la economía. En el caso venezolano, la devaluación no es un hecho positivo para la economía en función de ser un país importador por excelencia. Una devaluación llevará aparejada un proceso inflacionario, directamente proporcional al porcentaje de devaluación de aquellos productos importados, indirectamente de todos aquellos bienes y servicios producidos que usen materias primas importadas. La inflación puede forzar a reajustar sueldos y salarios, lo que incrementa el consumo y fuerza otra ola inflacionaria, y por lo tanto, caemos en un círculo vicioso.

Algunos lectores que han seguido mis artículos saben que estoy absolutamente de acuerdo en propiciar la distribución igualitaria del ingreso y la justicia social, pero estoy en total desacuerdo con la política económica que se ha seguido hasta ahora. Esta nueva devaluación reafirma el fracaso económico, si usted revisa los textos de política económica verá que éstos señalan que los objetivos de ésta son propiciar el crecimiento económico por la vía del aumento sostenido de la producción de bienes y servicios y la productividad (aquí el crecimiento económico está atado al ingreso petrolero), el control de la inflación (casi en todo el mundo este fenómeno está controlado), mantener un tipo de cambio estable (todo lo contrario a lo que aquí sucede), propiciar todo tipo de exportaciones (aquí sólo se exporta petróleo crudo), mantener controladas las importaciones (aquí vienen creciendo aceleradamente), asegurar una baja tasa de desempleo (una buena parte de la población activa está contratada o subsidiada por el gobierno), atraer inversión extranjera (aquí es prácticamente inexistente). Es decir que ateniéndonos a lo que se supone que debe lograr la política económica de cualquier país, el caso venezolano es patético.

Si nos ponemos a analizar el problema desde un punto de vista político, no cabe duda que el gobierno es un triunfador, ha logrado mantener durante 14 años el favor del pueblo, porque sin duda alguna, y haciendo abstracción de la corrupción existente, la renta petrolera ha llegado a los sectores populares en forma de subsidios, becas, educación gratuita, salud, vivienda ahora, etc. Si la renta petrolera siguiera creciendo de forma continuada y por toda la eternidad, no habría problema, todo podría seguir costeándose con la misma. Sin embargo, hay países que están explorando y encontrando petróleo en otras partes del mundo, Estados Unidos anunció que para el 2015 podría ser autosuficiente en materia energética. Aun cuando los precios petroleros se mantengan alrededor de los US$ 100 por barril, a menos que se incrementen las ventas, el ingreso petrolero anual venezolano quedaría fijo, pero el gasto público seguirá creciendo bajo el modelo económico adoptado en el país, lo que tarde o temprano puede llevar a una crisis severa.

La política económica venezolana está guiada no por el pragmatismo, sino por el modelo ideológico del socialismo del siglo XX, es decir, el desarrollo de un Estado que tenga un rol preponderante en la economía sino absoluto, como era el caso de las economías de La URSS y sus satélites del este europeo. Una economía de controles que ve el mercado como una aberración que hay que eliminar de ser posible. El ministro Giordani lo dijo claramente, para él, socialismo del siglo XXI es el mismo socialismo de siempre pero en el siglo XXI nada más.

Lo anterior que parece una condenación a terminar como las economías socialistas del siglo XX, no tiene por qué ser así. Hay ejemplos cercanos de gobiernos de inclinación izquierdistas que han asumido el reto de sacar de la pobreza a su población, con políticas de corte social que mejoran la distribución del ingreso, y como en el caso de Brasil, sacando de la pobreza a 30 millones de personas (la población de Venezuela), pero con una política económica pragmática que ha logrado negociar exitosamente con el sector económico privado para mantener un crecimiento sostenido de la producción y la productividad, así como de las exportaciones. También tenemos el caso ecuatoriano, con un presidente Correa (economista) que ha impulsado su revolución ciudadana manteniendo una política económica pragmática. Ninguno de estos países tiene control de cambios ni se ha visto sometido a devaluaciones sucesivas de su moneda, ni se ha visto sometido a una fuga constante de capitales, como es el caso venezolano, a pesar de su estricto control cambiario. En resumidas cuentas, no estamos obligados a renunciar al ideario socialista de acabar con la pobreza, de brindar educación y salud gratuita, de avanzar en el camino de la justicia social porque decidamos cambiar el modelo económico, asumiendo que el sector privado de la economía puede tener un rol fundamental en la economía, que es posible negociar y llegar a acuerdos favorables para todos. Admitir que es posible tener un gobierno de inclinación popular que no esté atado a un control de cambios que no ha logrado frenar la fuga de capitales.

Sin embargo, debo reconocer que no soy optimista en lo que se refiere a un cambio de rumbo económico, creo que el mismo se irá dando pero forzado por las circunstancias. Como escuchara por la radio esta mañana, aparentemente el gobierno está analizando medidas de colocar dólares en el mercado por la vía de subasta, de mesas de dinero, a través de la banca o la bolsa, lo que significa que hay cierta conciencia que esta devaluación no es suficiente para estabilizar la moneda y acortar la brecha entre el dólar oficial y el paralelo. Amanecerá, en lo económico no sé cuándo, y entonces veremos.



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Hernán Luis Torres Núñez


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