Pasaron apenas 48 hs del fallecimiento de Hugo Chávez, tiempo insuficiente para elaborar reflexiones trascendentes sobre su legado. Lo que aquí presentamos son algunos puntos para entender, en medio de la conmoción, el significado de su trayectoria política para Venezuela y los pueblos del continente.
1) Chávez es el hombre de las mil adversidades, de las mil batallas que, aún inconclusas formalmente, tienen la potencialidad de convertirse en victorias potentes para nuestros pueblos. Un ejemplo es el 4 de Febrero de 1992, con el ya famoso “Por ahora” del levantamiento cívico-militar contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez. Allí, Chávez, en su primera “irrupción pública”, demostró que era posible enfrentar con claridad y firmeza a quienes se proponían ser los mejores alumnos del Fondo Monetario Internacional recortando derechos sociales y propiciando severos ajustes. Ese día no hubo victoria sobre el adversario, pero ese “Por ahora” se impregnó velozmente en la conciencia del pueblo y regó simpatías a lo largo y ancho de un país que, tan sólo tres años antes, había salido a las calles en El Caracazo (27F 1989) para enfrentar las mismas políticas de miseria y hambre de parte del gobierno de CAP.
2) Chávez es el hombre de la democracia participativa, para hacer frente a la crisis de representatividad del puntofijismo. Recoge esa idea del hartazgo colectivo con la “política tradicional”. Este es probablemente uno de los legados más importantes dentro de Venezuela: el derrumbe de Acción Democrática y COPEI –los dos partidos que se alternaban hasta 1998 el poder - no sólo trajo la irrupción del Movimiento V República –armado político/institucional que lleva a Chávez a la presidencia- sino que además significa un profundo quiebre con la “democracia representativa” y su idea de expresarse en política sólo a través del momento del voto. Rompe con la idea de la política hecha por políticos profesionales, para entender la necesaria participación del pueblo en sus problemáticas y en la resolución de sus propias necesidades. La juramentación de Chávez sobre la “moribunda Constitución” es expresión de una renovación política global, que tiene correlato en una profunda politización de la sociedad venezolana de ese tiempo a esta parte.
3) Chávez es el hombre del “Socialismo del Siglo XXI”, el que intenta siempre reinventar, con gran audacia, una perspectiva de emancipación continental. Su viaje a Cuba en 1994 es un antecedente fundamental para entender la relación –política, pero también de profunda amistad- que lo une con Fidel, clave para comprender el viraje ideológico del propio Chávez, quien antes pregonaba la idea de una “Tercera vía”. También hay que dar cuenta del nacimiento del ALBA –Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América- que surge como expresión de entender “otra unidad” de nuestros pueblos –económica, claro, pero también política, social, cultural- en un bloque abiertamente antiimperialista, y con horizontes socialistas –con mayor potencial luego del ingreso de Bolivia y Ecuador-. Y, por supuesto, el discurso de Porto Alegre 2005, donde Chávez esboza por primera vez la idea de “Socialismo del Siglo XXI” que lo acompañará hasta el final de sus días. Si eligiéramos una frase que pudiera resumir el significado del socialismo para Chávez, deberíamos decir, junto a el, que “el socialismo es el único camino a la paz perdurable, a la justicia social, es el único camino para que tengamos patria. La patria o es socialista, o nunca será patria”.
4) Chávez es el hombre del Poder Popular, los Consejos Comunales y las Comunas. Aquí hay relación directa con el quiebre institucional, con la búsqueda constante de derribar finalmente la democracia representativa. En la presentación del Programa de la Patria 2013-2019, su última gran obra escrita de puño y letra, Chávez afirma que “para avanzar hacia el socialismo necesitamos de un poder popular capaz de desarticular las tramas de opresión, explotación y dominación que subsisten en la sociedad venezolana”. En el mismo documento, en el denominado “segundo gran objetivo histórico”, Chávez propone “acelerar el cambio del sistema económico, trascendiendo el modelo rentista petrolero capitalista al modelo económico productivo socialista, dando paso a una sociedad más igualitaria y justa, rumbo al socialismo”. Retomar estas líneas en estas difíciles horas es importante para concebir la integralidad de su proyecto. Chávez ha sido, lamentablemente, acusado de “hiperpresidencialista” por analistas políticos que jamás recayeron en la creación de instancias cotidianas de participación como los Consejos Comunales o Comunas. El desconocimiento que hay fuera de Venezuela sobre estas herramientas de Poder Popular es inversamente proporcional a la vigorosa exigencia de Chávez en avanzar hacia el desarrollo de las mismas. Así lo hizo saber el el 20 de Octubre pasado cuando afirmó, en Consejo de Ministros, la frase “Nicolás, te encomiendo esto como te encomendaría mi vida: las comunas, el estado social de derecho y de justicia”, para luego cerrar con un “independencia o nada, comunas o nada”.
A riesgo de –por cuestiones de espacio- haber simplificado demasiado un ideario que habrá indudablemente que estudiar y analizar rigurosamente en los próximos días, meses y años, para comprender su alcance continental y mundial, finalizamos este artículo con la convicción de estar hablando de un hombre que se ha metido de lleno en la historia grande del Siglo XXI. Su talla ya lo ubica, aún faltando casi el 90% del desarrollo del Siglo, entre las personalidades más importantes del mismo, a sabiendas de todo lo que falta por venir. Ese hombre, el de la audacia y el desafío permanente al imperialismo, el que se proponía “descentralizar” el poder estatal para que las masas tomen sus destinos en sus propias manos, el que retomó como nadie el legado emancipador y de unidad de Bolívar y Martí, ya no está físicamente con nosotros. Sus ideas y su política permanecerán intactas, para que las nuevas generaciones venezolanas y latinoamericanas las lleven como bandera hacia la victoria.