Esta campaña electoral se está desarrollando con características muy
particulares y en un momento histórico “sui géneris”. La presencia
del Comandante Chávez perturba a la oposición, saben que no es una
sombra inofensiva y no logran entender que por encima del dolor y la
conexión emotiva, el pueblo no renuncia al legado de su líder porque
su sabiduría le ha permitido entender que lo que vive en el pueblo no
muere jamás.
Los enemigos de la patria consideran que está es la oportunidad para
frenar la Revolución Bolivariana y evitar su continuidad. Sin embargo,
necesitan mantener solapada esta obsesión por destruirla. Por eso
insisten en desaparecer mediáticamente la presencia del Comandante
Chávez de la campaña electoral y desvincularla de la candidatura de
Nicolás Maduro.
Esta campaña electoral no puede ser sin Chávez porque Chávez está más
vivo que nunca. Su conducta en vida es ahora la energía que nutre la
conciencia de un pueblo que asumió el protagonismo activo de su propia
liberación. “La sensibilidad del presidente Chávez era lo que lo
alejaba del político tradicional y lo acercaba más al pueblo, por eso
podía, de tu a tu, cantar, recitar, reír y hasta llorar con su pueblo.
Por eso el pueblo no lo dejó morir” y lo mantiene presente en una
batalla de mucha trascendencia para el país.
La candidatura de Nicolás Maduro tiene la responsabilidad histórica
de defender, impulsar y profundizar la Revolución Bolivariana. Así
mismo, preservar el legado del Comandante Chávez. Por esta relación
resultan inseparables. Aunado a ello, el pueblo venezolano como
depositario del legado de Chávez se ha convertido en la conciencia
vigilante de este proceso y la actuación pública de Nicolás Maduro al
igual que la eficiencia de su gestión de gobierno será evaluada
utilizando el contenido del “Plan de la Patria” convertido en
testamento político del Comandante Chávez.
Los efectos armoniosos de esta relación (Chávez-Maduro) provocan
actitudes contradictorias en la oposición. Un día Capriles grita que
“Chávez se fue y nadie nos lo va a devolver”. Poniendo en evidencia
que no tiene capacidad para entender que de esa correspondencia
reciproca entre el Comandante Chávez y el pueblo ha surgido el sujeto
histórico de la Revolución Bolivariana. Otro día Capriles pretende
resaltar que “Maduro no es Chávez” y el pueblo responde que Chávez es
un pueblo y la candidatura de Nicolás Maduro encarna su voluntad.
Luego, Capriles amanece elogiando las virtudes políticas, humanas y
la dimensión del liderazgo de Chávez sin percatarse que transpira
hipocresía. No pueden negar que la presencia del Comandante los
trastorna.
Esta disminuida estrategia electoral de la oposición ha sido
derrotada. Chávez y Maduro seguirán al frente de esta batalla. Las
contradicciones entre la MUD, Primero Justicia y los partidos
tradicionales junto a la debilidad intrínseca de su candidato ponen
en evidencia su derrota. La fuerza histriónica de la voz del
Comandante Chávez seguirá retumbando como un látigo que golpea en la
conciencia de estos enemigos de la patria y Nicolás Maduro es garantía
de la redimensión de esa fuerza.
Ahora bien, una derrota tan evidente convierte la candidatura de
Capriles en una amenaza para la estabilidad institucional del país.
Buscaran, nuevamente, los atajos antidemocráticos. Acudirán a la
calumnia para desprestigiar el árbitro electoral (CNE) y poner en duda
su neutralidad y la transparencia del proceso. Con ello justificaran
una renuncia del candidato con el avieso propósito de deslegitimar los
resultados electorales. En un clima político de esa naturaleza
intentaran crear una crisis de gobernabilidad que facilite la
intervención de centros hegemónicos de poder a través de los
organismos multilaterales.
Desde la noche que Capriles anunció su candidatura comenzó una
campaña contra el país. La rueda de prensa fue una andanada de
provocaciones, mentiras, calumnias y ofensas a la dignidad de la
familia Chávez. Luego, comenzó una estrategia mediática dirigida a
distorsionar la realidad para debilitar la fuerza de la conciencia
popular y desprestigiar a los dirigentes del chavismo. Ninguna
estrategia le ha dado resultado y la presencia del candidato luce
débil, sin acompañamiento político, sin discurso y sin ningún
referente simbólico. Es una candidatura sin contenido social, vacía.
La victoria de Nicolás Maduro está muy clara. Será el gran tributo
del pueblo venezolano al Comandante Chávez. Sin embargo, es necesario
prepararse para enfrentar el indecoroso plan de una oposición que
apuesta por la injerencia internacional como última alternativa para
frenar la Revolución Bolivariana. Ese plan será enfrentado por la
fuerza de un pueblo que se reconoce como protagonista activo en la
defensa de sus logros. Un pueblo que está demostrando que no hay
marcha atrás.
Este noble pueblo ha vivido horas muy duras. Llenas de dolor. Ese
mismo pueblo asumió el legado de Chávez y luchará para defenderlo.
Vencerá como siempre.
Corresponde a los dirigentes ponerse a la altura del pueblo y su
compromiso histórico. Llegó la hora… Vamos a la batalla… con Chávez y
Maduro…
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Twitter: @dariomorandy