Parece que el rigor implacable y la frescura revolucionaria con los que Hugo Chávez hacía público el proyecto socialista, la posición ideológica contra el imperialismo y la puesta de relieve de los errores en la aplicación de los programas sociales, económicos y culturales, a la vuelta de un poquito más de dos meses, ha sido sustituido de algunos sitios por el silencio diplomático y el discurso conciliador.
¿Será que los juicios duros a personajes, al imperialismo, a la derecha y a los traidores carecen ya de importancia objetiva?
El lenguaje violento y lleno de frescura revolucionaria que era característico de Chávez obedecía a ciertas circunstancias. En primer lugar, Chávez estaba estrechamente vinculado al movimiento revolucionario bolivariano, latinoamericano y mundial como ningún otro presidente lo estuvo después de Mao y Fidel. En segundo lugar, Chávez estaba en pleno apogeo de la lucha por la recuperación de la faja del Orinoco, la defensa de la integración regional y por derrotar electoralmente a Capriles.
Un simple observador diría que estas consideraciones ya no tienen razón de ser hoy, pues: Capriles y la derecha han sido temporalmente derrotados, la administración estatal del 60% de la producción energética del Orinoco se mantiene, la integración regional desde Petrocaribe, Alba, Celac y Mercosur se ha fortalecido con la participación de Venezuela y la integración de nuevos países del continente.
Sin embargo, la actividad de espionaje de la CIA, los planes estratégicos energéticos dirigidos por el comando Sur y ejecutados por la IV flota naval y las más de 40 bases militares diseminadas por todo Latinoamérica y la conspiración de las derechas contra los proyectos de los gobiernos progresistas latinoamericanos continúan con más fuerza.
Entonces, cuando las circunstancias fundamentales se mantienen activas, cabe de nuevo, hacerse la pregunta:
¿Ha desaparecido la necesidad de usar dichos juicios y expresiones o es preferible el silencio diplomático y el discurso conciliador?
Ojalá que, aunque los líderes son diferentes, no se fosilice la frescura revolucionaria de Chávez, pues el lenguaje violento y la frescura revolucionaria son siempre necesarios en la revolución.
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