Estoy seguro que hay mucha gente un tanto confundida por ahí, entre las filas mismas del chavismo. Como se puede entender que después de toda una retórica bastante fuerte en contra de la burguesía y la oligarquía vende-patria, especuladora, hambreadora del pueblo, fascista, conspiradora, entreguista y aliada del imperio, por parte de los dirigentes de la revolución, ahora resulta que son recibidos con apretón de manos y sonrisas en Miraflores. ¿14 años de revolución para terminar en esto?
Esta gente confundida y perpleja es la misma que se habrá quedado con un mal sabor de boca cuando el Comandante Fidel lanzó aquello de creíamos que sabíamos lo que era la construcción del socialismo, pero en realidad no lo sabíamos, hay que inventarlo (la cita no es textual, por si acaso). Después de 50 años la dirigencia cubana nos viene a decir que andaban medio perdidos. Eso quiere decir que el Che Guevara se murió en Bolivia buscando la construcción del socialismo, algo que en realidad no conocían aquellos revolucionarios barbudos.
A pesar de nuestra perplejidad todo lo anterior tiene su explicación, quizás no sea una explicación fácil porque se encuentra enraizada en la concepción misma del socialismo y en particular de su versión marxista y leninista. Marx, Lenin y Stalin nos hicieron creer que existía una teoría económica socialista, que el socialismo era un modo de producción como lo es el capitalismo, y por supuesto que era la antítesis de éste último. Si gustan pueden ver mi artículo ¿Es el socialismo un modo de producción? http://www.aporrea.org/ideologia/a32595.html.
Sin embargo, por la caída de la Unión Soviética y sus aliados, el viraje de China hacia el capitalismo que la ha convertido en una potencia, el pobre desempeño económico de países ortodoxos en la aplicación del socialismo, Cuba y Vietnam del Norte, las confesiones del gobierno cubano que el Estado ya no puede asegurarle trabajo a todo el mundo y que hay que incentivar el trabajo por cuenta propia, todo esto nos hace pensar que el socialismo como modo de producción siempre fue una entelequia. Que una teoría económica defectuosa llevó a una práctica aún peor, distinguiéndose los países socialistas del siglo XX por su ineficiencia, falta de productividad y rezago tecnológico en la producción de bienes y servicios, exceptuando quizás la industria militar.
Aun cuando las economías socialistas del siglo XX llevaron a una mejor distribución del ingreso, se caracterizaron por una escasez crónica de bienes de primera necesidad, y un nivel muy bajo de calidad de vida de la población si se les comparaba con los países europeos o con Estados Unidos o Japón (faltaba el papel toilette también).
El plan socialista del 2007 al 2013 en su visión económica se planteaba el crecimiento y preponderancia del sector público sobre el sector privado, una visión atada a la concepción clásica del socialismo marxista que propugnaba la eliminación de la propiedad privada de los medios de producción. En este sentido, una vez más debo recordar las palabras del ministro Giordanni, responsable en buena medida de la política económica que ha seguido la revolución bolivariana hasta los momentos, quien señalaba en una entrevista en televisión, que para él, el socialismo del siglo XXI era el mismo del siglo XX, pero en un nuevo siglo, es decir, para él aparentemente no había habido un fracaso económico y político estrepitoso de aquellos países que abrazaron el socialismo marxista en el siglo pasado.
Hoy el presidente Maduro se enfrenta a una realidad dura en materia económica, fracasaron los gallineros verticales, los cultivos hidropónicos, las empresas cooperativas, los mercados de trueque, la revolución productiva en el agro, las empresas de Guayana. Los gastos del Estado siguen con una tendencia alcista, los ingresos por exportaciones petroleras están estancados, la deuda interna y externa ha crecido muchísimo. Estamos en una situación de escasez real de muchos bienes de primera necesidad. La política de control de precios ha fracasado en el control de la inflación, por cierto, que será de la vida de la ley de costos y precios justos (una vez escribí un artículo acerca de las dificultades técnicas para su implementación, y por lo tanto, me parecía inviable, y parece que tenía razón). Se hizo ineludible una devaluación monetaria para oxigenar las finanzas públicas, pero esto ha potenciado la inflación, haciendo que la meta inflacionaria para este año se haya ido al demonio. La devaluación de Bs. 4,30 a Bs. 6,30, ha sido acompañada por otra devaluación encubierta, ocurrida en la única subasta de dólares que se ha realizado, en la cual el precio de la divisa llegó según algunos a los Bs. 15 o Bs. 18. Esto último deja al descubierto que la devaluación de Bs. 4,30 a Bs. 6,30 está muy lejos del valor real del dólar en Venezuela, de acuerdo a la relación teórica entre la masa monetaria existente en bolívares y las reservas internacionales (divida la masa monetaria en bolívares entre las reservas internacionales en dólares), como indicador aproximado del valor real del dólar en términos de bolívares. En la medida que esto sea así, se desestimulará la producción nacional y se incentivarán las importaciones. Si gustan pueden ver mi artículo ¿Hasta cuándo seguimos de devaluación en devaluación? http://www.aporrea.org/actualidad/a159732.html.
Para solucionar la crisis de desabastecimiento no hay solución a corto plazo que no sea importar lo que se necesite, y esto implicará posiblemente más deuda, y por supuesto, si no hay una política de sustitución de importaciones por producción nacional, esto será un círculo vicioso que se repetirá hasta que el cuerpo aguante, o en este caso la renta petrolera, o la capacidad de endeudamiento. En este sentido, no debemos perder de vista que según lo reseñado en los periódicos y de acuerdo al Banco Central, en el 2013 y 2014 se deberá hacer frente a un servicio de deuda por el orden de los 28,4 millardos de dólares, correspondiendo 17,1 millardos de dólares a deuda interna, lo que es una carga bastante pesada para el Estado a corto plazo.
Es bastante curioso que con las reuniones con los empresarios haya coincidido el anuncio de ajustes de precios regulados (carne, pollo, quesos), ajustes del todo ficticios porque los nuevos precios fijados están muy por debajo de los que se encuentran en los supermercados. Por supuesto, también llama la atención que este acercamiento con la cúpula empresarial se da cuando Giordani (socialista ortodoxo) ha salido del ministerio de finanzas. También, venimos escuchando la posibilidad de un aumento en las tarifas eléctricas, y ya se ha dado un incremento en el transporte público, no sé si ustedes estarán de acuerdo conmigo, pero esto me suena a paquetazo neoliberal si también le sumas la devaluación.
Pareciera ser que la realidad económica finalmente se va imponiendo y va demostrando que el socialismo en el plano económico no tiene nada que ofrecer que no sea escasez y una inflación galopante, y un aparato productivo nacional en estado de coma. Pareciera ser que el presidente Maduro está mirando el ejemplo de Brasil, donde un gobierno progresista (que no se ha autocalificado de revolucionario) lleva años con una política social que ha sacado a millones de la pobreza, pero que en materia económica ha aceptado la economía de mercado y ha negociado exitosamente con los empresarios. O quizás el ejemplo de China, que tras décadas de mantener una economía de subsistencia bajo las directrices del gran timonel, Mao Zedong, se abrió al mundo, a la inversión extranjera y desarrolló una economía de exportación, cuyo resultado ha sido también, millones de chinos rescatados de la pobreza.
En el plano político podemos señalar que estos acercamientos del gobierno con los empresarios no serán bien vistos por aquellos que militen en una tendencia radical dentro del chavismo, es decir, aquellos que se declaran marxistas y ateos como Mario Silva, y a quien la salida de Giordanni del ministerio de finanzas no debe haberle hecho mucha gracia. Es muy probable que veamos una fisura en el chavismo a raíz del tema económico, habrá quienes interpreten estos acercamientos como una traición a los postulados del socialismo.
A mi modo de ver, el pragmatismo debe imponerse y por lo que escuché decir al Presidente Maduro anoche en su gobierno de calle en Anzoategui, la materia económica tiene prioridad y además no se debe ser dogmático en esta área. Lo escuché criticar a las empresas socialistas que se llenan de trabajadores más allá de sus posibilidades haciéndolas económicamente inviables. Debo decir que estoy de acuerdo, si el Estado se va a meter en el problema de producir bienes y servicios debe hacerlo con empresas que al igual que las privadas sean rentables, una vez obtenida dicha rentabilidad, ésta puede dirigirse al gasto social, pero no se debe hacer política social con las empresas del Estado por la vía de crear puestos de trabajo improductivos. Según el Presidente Maduro eso fue lo que ocurrió en la Unión Soviética, y estoy de acuerdo también. Creo que en materia económica el actual mandatario se está asesorando mejor que lo que hizo el Presidente Chávez.
Dando respuesta al título de este artículo, creo que el acercamiento a los sectores productivos privados es correcto, no creo que sea una traición a la revolución, sino más bien, obedece al pragmatismo que debe imperar en materia económica cuando reconocemos que el naufragio del socialismo del siglo XX, nos dejó sin una teoría económica socialista que pueda brindar crecimiento económico, riqueza y bienestar a la población. El Estado debe permitir que el sector privado motorice la economía, invierta y cree empleo, y también obtenga un beneficio. El Estado a través de los mecanismos coercitivos de los que dispone debe asegurarse eso sí, que haya una mejor distribución del ingreso que garantice una disminución de la pobreza. Al decir esto, no estamos inventando nada, allí está el ejemplo de los países nórdicos (Suecia, Finlandia, Noruega), y para que no salga alguien diciendo con voz lastimera y tercermundista, nosotros no somos suecos, tenemos el ejemplo muy cercano de Brasil, y hasta el de Ecuador mismo, países que se declaran progresistas y donde no están enredados en controles de precios ficticios, no padecen de inflación galopante y no tienen un control de cambio que para nada ha impedido la fuga de divisas (algo fácil de hacer si tiene los contactos debidos). La consigna es abandonemos el realismo mágico de los gallineros verticales y los mercados del trueque y pongamos este país a producir los alimentos que se necesitan, así haya que hacer un pacto con el diablo, de lo contrario, de esta revolución no va a quedar ni el polvo.