¿Fue un error político del presidente Santos recibir al fascista asesino Capriles Radonski nada más y nada menos que en el palacio presidencial de Nariño?
Evidentemente que sí. Un error político gravísimo que probablemente no midió los alcances de ese paso, que pretendió lavarle la cara al oscuro líder del terrorismo ultra derechista venezolano, responsable del asesinato de 11 compatriotas el 14, 15, 16 de abril después que se confirmó su segunda derrota electoral, pero subestimó profundamente al gobierno revolucionario encabezado por el camarada Nicolás Maduro, no entendió que Chávez vive y Maduro es el continuador de su obra.
¿Qué lecturas tiene ese encuentro Santos/Radonski?
En primer término desconocer la legitimidad del Presidente Maduro y de las instituciones que conforman el Estado venezolano al comprarle al oligarca fascista la peregrina tesis de que el 14 de abril hubo fraude en las elecciones presidenciales lo que significa que Maduro no es un presidente legítimo, pese a que Santos asistió a su toma de posaesión.
¿Esperaban Santos y su gobierno la digna y contundente reacción que tuvo el liderazgo bolivariano en respuesta soberana a la agresión colombiana?
El encuentro en el palacio de Nariño, con los riesgos implícitos y no medidos en toda su magnitud, se da por la persuasión del mandatario colombiano, de su gobierno y de amplios sectores de la oligarquía y del gobierno imperialista de Obama, que el gobierno revolucionario después de la muerte de Chávez está débil y es hora de golpearlo.
Ya el solo hecho de recibir a Radonski, retratarse con él, tipifica una abierta y clara injerencia en los asuntos venezolanos y descarriló el tren de las buenas relaciones que se iniciara en agosto de 2010 entre el comandante Chávez y Santos, relaciones destruidas anteriormente por el genocida y narcoterrorista ex presidente Uribe.
¿Quién difundió la fotografía que recoge ese encuentro y que fue publicada por todos los periódicos derechistas en primera plana, explotada aviesamente y con un marcado acento anti gubernamental y presentando el encuentro como un resonado triunfo de la ultra derecha venezolana?
La presidencia de la República de Colombia. NO Radonski ni J. J. Rendón.
¿Si fue el hecho normal, rutinario, de recibir un político, por qué se hizo público y mundial el encuentro, acompañado de una cadena de agresiones contra Venezuela por parte de la prensa escrita, televisiva y radial más reaccionaria, super derechistas y anti venezolana de Colombia, medios como El Espectador donde Santos tiene intereses?
No fue un hecho “normal”, sino algo premeditado, incluso la presencia días antes del Vicepresidente norteamericano sugiere presiones o sugerencias a Santos en ese sentido.
Cuando el camarada presidente Nicolás Maduro habla de una conspiración desde Bogotá contra la Revolución Bolivariana no está inventando nada, el análisis del encuentro lleva a esa inicial conclusión, pero debemos entender que el gravísimo paso dado por Santos de recibir a un enemigo jurado del Presidente Maduro y del proceso revolucionario de cambios que desde 1999 se viene impulsando, forma parte de un macabro, subversivo y golpista plan montado por sectores de la oligarquía colombiana donde se dan la mano el terrorista de Uribe –enemigo contumaz de Venezuela y del gobierno revolucionario– con el agente de la CIA norteamericana J. J. Rendón, –quién también es asesor de imagen y consejero del presidente Santos– y otros traidores como Roberto Giusti, Pedro Carmona y otros.
¿Ignora Santos en los pasos subversivos y golpista en los que andan Rendón y Uribe, Giusti, Carmona, entre otros?
No imaginamos al hoy presidente Santos, ayer ministro de la defensa de Uribe, ejecutor de la agresión armada y la invasión al Ecuador en la selva de Sucumbíos donde asesinaron a Jorge Reyes y un grupo de revolucionarios internacionalistas y violaron de manera flagrante la soberanía y la dignidad de Ecuador, no lo imaginamos en un gesto de ingenuidad política y no saber la clase de criminal y traidor a la patria con la que se iba a reunir.
En esa sopa hay un hueso. Las ansias intervencionistas de sectores de la oligarquía colombiana y del ejército de ese país a Venezuela no son nada nuevas, quizás lo más reciente fueron las declaraciones de Uribe de que le “había faltado tiempo para invadir a Venezuela”. Ese revelador cinismo de este demente, que abiertamente hace desde Colombia campaña subversiva contra Venezuela no son simples frases de un resentido lleno de odio sino de alguien que está siendo financiado por el gobierno norteamericano para agredir a Venezuela y sus autoridades, ignorando su condición de Capo de las drogas.
¿Tampoco nota el presidente de Colombia el activismo y protagonismo anti venezolano de Uribe, sus reuniones periódicas con Radonski, Rendón y con empresarios colombianos para hacerle la guerra económica a Venezuela?
Recientemente fueron acusados ante la Fiscalía de Colombia, Radonski y varios empresarios por pretender subvertir la paz en Venezuela y lesionar en términos inimaginables la propia economía colombiana. ¿Tampoco sabe Santos esa acción legal?
Colombia, Bogotá, se ha convertido en La Meca de los conspiradores venezolanos que se agrupan en el grupo subversivo primero (in) justicia. Tampoco está quieto el viejo golpista Carmona Estanga, Giusti, menos los paramilitares con los que Radonski ha contactado, probablemente muchos de los que en el 2004 metió en Venezuela Álvaro Uribe para asesinar a Chávez. ¿La policía política colombiana tampoco sabe eso ni se lo informa al presidente Santos?
Evidentemente Santos irrespetó la soberanía y la dignidad de Venezuela y se percibe en el tiempo como un grave error político la entrega por parte de Venezuela del revolucionario colombiano Joaquín Pérez Becerra y el apresamiento de Julián Conrado quién lleva aquí casi dos años en prisión sin fórmula de juicio. ¿Qué hizo Santos? Le dio una puñalada por la espalda a Venezuela. Es un gobernante inconfiable, que se la cayó la máscara y se le ve el rostro hipócrita y cínico que ahora trata de remendar el capote del error que cometió su gobierno con ese lenguaje melífluo, con la hipocresía diplomática burguesa que trata de restarle importancia a lo ocurrido o que las graves denuncias de Venezuela afecten su gobierno y obliguen a retroceder el golpismo.
Independientemente de cómo evolucionen los acontecimientos, Venezuela debe mantener su posición firme, de defensa de su soberanía y de su dignidad nacionales, hacerse respetar con contundencia. Venezuela respeta la soberanía colombiana y los ayudamos en las conversaciones de paz para que finalmente surja en el país hermano un cuadro político distinto a la guerra civil que asola ese país hace 50 años, guerra estimulada por la oligarquía y el imperialismo quién orienta las políticas militares colombianas –allí están las 7 bases militares yanquis– y para nada quieren que las conversaciones de paz culminen con éxito y sean un frustrado intento más de los muchos que se han hecho y saboteados por la oligarquía fascista.
Dejemos claro a Santos, a Uribe, a los oligarcas, al paramilitarismo criminal, a los ex venezolanos de Rendón, Giusti, Carmona y otros que Venezuela se respeta. Si intentan agredirnos van a recibir una tan contundente respuesta militar por parte de nuestro pueblo que se van a arrepentir siempre de haber pretendido hoyar el sagrado suelo de la Patria con su asquerosas botas invasoras. De aquí no van a salir vivos.