En definitiva fue a ver la película "Esclavo de Dios", del joven realizador Joel Novoa, quien según tengo entendido es hijo de los conocidos cineastas José Ramón Novoa y Elia Schneider. Por cierto, José Ramón Novoa es el productor del film financiado por el CNAC.
A la película le precede un cortometraje de Gabriela González, "Palestina y otros relatos", que nos habla de la terrible situación por la que pasa el pueblo Palestino, acosado y cercado por el sionismo israelí, a través del testimonio de un joven y de los poemas de una mujer.
El realizador de "Esclavo de Dios" ha armado tremendo zafarrancho porque según él, el corto, colocado por el CNAC -de acuerdo a la normativa legal- perjudica a su largometraje. Novoa ha rechazado, muy inocente, las acusaciones de pro-israelí que se han hecho contra "Esclavo de Dios", pues -explica- su film no toma partido en el conflicto. Dentro de su inocencia sí alcanza a acusar al corto de Gabriela de propalestino.
Novoa asegura que el gobierno venezolano pretende boicotear la película que este mismo gobierno ha financiado. Por esa vía caemos en lo del régimen intolerante, censurador y enemigo de la libertad de expresión. El hijo de la pareja de cineastas asegura que su película está a favor de la tolerancia, por lo que no puede tolerar que el coloquen un corto propalestino antes de la misma.
Resulta que sí vi la película de Novoa y desde la primera hasta la última escena es prosionista. A lo largo de la misma los palestinos son terroristas, asesinos, traidores entre ellos mismos, insensibles mercantilistas, preparan a los niños para que sean asesinos, además son cobardes y colocan bombas sin ninguna reflexión política, sin causa que justifique los atentados.
Por otro lado, al sionismo lo presenta a partir de la figura de un policía de Mossad, el servicio de inteligencia israelí, que si bien es un tipo frío y a veces se pone por encima de las normas, lo hace sólo para "proteger al mundo de los criminales palestinos". Vaya, qué manera de no ser sesgado.
El boicot denunciado por Novoa, así como su autoproclamada imparcialidad política, nos hace recordar ese terrible esperpento titulado “Desautorizados” (2010), película dirigida por Elia Schneider, producida por su esposo José Ramón Novoa y financiada por el CNAC. Por cierto, en ella estuvo el joven Joel Novoa como asistente a la dirección.
Terriblemente mala desde el guión mismo. Tan mala que un amigo cuando la fue a ver, la muchacha que vendía los boletos de entrada le preguntó varias veces que si estaba seguro de ir a ver esa película. Mi amigo insistía en su “sí” y ella repreguntaba. Al final le vendió el boleto advirtiéndole “pero la va a ver solo”. Efectivamente la vio solo, pues acostumbra –igual que yo- a ver todas las películas venezolanas. A duras penas aguantó hasta el final. A mí ya me había pasado lo mismo. Todavía no entiendo la razón de hacer una película tan mala, menos entiendo las razones del CNAC para financiarla.
Tampoco me había gustado mucho “Un lugar lejano” (2010), de José Ramón Novoa, producida por Elia Schneider, y financiada por el CNAC, donde el muchacho, Joel, estuvo de asistente a la dirección, por lo que ya cargaba cierta inquietud. No es que “Un lugar lejano” sea una mala película, pero sí muy ajena a nuestro mundo caribeño.
Hacía unos tres años había visto “El Don” (2006), bajo la dirección de José Ramón Novoa, producción de Elia Schneider, y asistencia a la dirección de Joel Novoa, financiada por el CNAC, donde percibí, no sé si por manía defensiva, cierto tufito antichavista.
Lo visto antes, “Punto y raya” (2004), dirigida por la Schneider y producida por Novoa, financiada por el CNAC, cuando la intolerancia, la censura y la falta de libertad del chavismo ya se había aposentado de esa institución, me gustó mucho más, no sé si fue por el guión de Henry Herrera. Resultó reconocida con varios premios a nivel internacional. En este film, el gerente de producción fue el muy joven Joel Novoa.
Otra película, “Huelepega”, dirigida por Schneider y producida por José Ramón Novoa, fue estrenada en 1999, con Chávez en el poder, pues antes la muy democrática cuarta república la había censurado prohibiendo su estreno. Según confesión de la propia Schneider, parte del rodaje se hizo a escondidas de las autoridades gubernamentales de entontes. Por esas vainas que no se entienden, la dictadura chavista si permitió su proyección, promoción y disfrute.
Bien, como podrán darse cuenta estamos hablando de una familia que se ha dedicado al cine, a lo mejor como otra gente en este país, sólo que con la suerte de encontrar el máximo apoyo en la línea intolerante, censora y enemiga de la libertad que se ha usado en el CNAC rojo-rojito. La misma línea usada para financiar la más reciente película dirigida por José Ramón Novoa, “Solos”, en el 2012, a la que todavía no hemos visto en cartelera, pero cuyo rodaje ya finalizó sin contratiempos con la terrible dictadura.
Ah, por cierto, recuerdo haber encontrado juntitos los nombres de estos tres cineastas en el documento donde se acusa al gobierno venezolano de atentar contra la libertad de expresión por la detención de Timothy Tracy, el gringo acusado de espionaje, metido hasta los tuétanos en el meollo de los bochinches que siguieron al 14 de abril del 2013.
No sabemos el destino de la película de Joel Novoa, de lo que sí tenemos certeza es que los privilegios de los Novoa-Schneider en esta dictadura roja-rojita justifican aquello de que los chavistas somos demasiado pendejos, ¿o no?