El titulo de la presente entrega pareciera contradictorio frente a la premisa mayor del silogismo que todos los seres humanos son mortales y que entonces por ser Hugo Chávez un ser humano necesariamente tendría que morir.
Recuerdo con mucho cariño y nostalgia las enseñanzas de mis abuelos maternos (Papá Ramón y Mimina) y las de mi madre (Isaura), quien con pocos recursos económicos pero con mucha dignidad, me decían y aun después de muertos me lo recuerdan, entre tantas consejas y expresiones sabias que somos simplemente mortales, con una vida muy corta y efímera y que por tales razones tendríamos que ser hombres y mujeres dignos y dignas a la familia, a la sociedad y a la Patria; dejando siempre en cada ejecutoria buena huella, que permita siempre el grato recuerdo, el bonito comentario sustentado siempre en las buenas acciones en pro de los más sagrados y cristianos intereses a favor de la justicia y del bien común.
El 28 de julio del año 1954, en la población de Sabaneta del estado Barinas, nació Hugo Rafael Chávez Frías, hijo amantísimo de Hugo de los Reyes Chávez y de Elena Frías de Chávez, quien fuera hasta hace poco nuestro Presidente, el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, quien con sus competencias y atribuciones asignadas por el Pueblo en la Constitución Nacional y Leyes de la República, logró sembrar y afianzar en cada uno de nosotros el concepto profundo y digno de ciudadanía, a través de la teoría y de la práctica republicana; la semilla del buen accionar y del ciudadano ejemplar; el amor por la Patria y por el semejante y con mayor acentuación ese amor hacia los humildes de corazón, a los pobres de la tierra, a los que por mucho tiempo fueron invisibles, a los que lloraron y lloran, a los que sufrieron y sufren, a los que tuvieron hambre y sed, entre otros. De igual forma, dada la sustentación enunciada, logró y persiste en sus ejecutorias, afianzar mejor el concepto de justicia verdadera, con la práctica indeclinable de dar a cada quien según sus necesidades y pedid a cada quien según sus capacidades, para que frente al principio de la igualdad ante la Ley no sea caldo de cultivo propicio en la opresión del poderoso frente al débil, pues siempre dicha enunciación legal sin moral alguna, ha servido lamentablemente para que se cumpla la aseveración siguiente: “Entre el poderosos y el débil, la igualdad ante la Ley solo ha servido para oprimir”.
¿Podrá estar muerto Hugo Chávez?: la respuesta es contundente no, nunca. ¿Por qué?: simplemente porque sus buenas, bonitas y dignas acciones así lo han determinado. ¿Podrán los abuelitos y las abuelitas, los niños y las niñas, los estudiantes y graduados en las Misiones Ribas y Sucre, los alfabetizados y las alfabetizadas, los que tienen hoy en día mayor visión espiritual y física, los deportistas, los que cuentan con una vivienda digna, los que se alimentan con una frecuencia de tres veces al día, los trabajadores y las trabajadoras con sus mejoras y beneficios… olvidarlo?: no, nunca.
Después de todas estas fundamentaciones, surgen también las respectivas reflexiones: ¿Nos contentaremos con sólo acariciar y recordar lo bonito, bueno y humano que nos dejó el Presidente Chávez?. Desde mi humilde opinión creo que estamos obligados a que el legado dejado sea siempre regado, fertilizado y cuidado, siempre con nuestro recto proceder en cualquiera de nuestras responsabilidades: como padres y madres de familia, como vecinos y vecinas, como funcionarios públicos y trabajadores en el sector privado, pues de nada valdrá la acción de Nicolás Maduro y de sus recios colaboradores, a quien vemos trabajar sin descanso, con la guerra económica indómita que no cesa en sus ataques, si no ponemos nuestro granito de arena para apoyar con dignidad y contundencia, con humildad y amor, para que nuestra Patria Venezuela se consolide con la producción constante y sostenida de la mayor suma de felicidad posible.
Hasta una nueva oportunidad, Dios mediante.
Dios los bendiga siempre.
servioparedes@gmail.com