El irrespeto de los “líderes” escuálidos por sus propios seguidores es impresionante. Abelardo Díaz, diputadito copeyano, se burla de la gente cuando toca el tema de la nacionalidad de Nicolás Maduro. Asegura que la partida de nacimiento mostrada por Tibisay Lucena es “fraudulenta”, porque el niño fue presentado en la Parroquia Candelaria cuando tenía 2 años y cuatro días, cuando la ley da a los padres un plazo de sólo 20 días para realizar ese trámite. De acuerdo con la peculiar óptica del dirigente copeyano, las actas de nacimiento de al menos el 95 por ciento de los venezolanos sería “fraudulenta”, pues prácticamente nadie presente a los muchachos en los primeros 20 días siguientes al matrimonio. Lo “normal” es hacerlo muy tarde, casi siempre cuando necesitan ese documento para inscribirlo en la escuela. Ese hampón usa el término “fraudulento” de manera deliberad para generar la sensación de que es falso, ilegítimo y cosas parecidos, cuando simplemente se trata de un papel absolutamente normal y habitual.
Por primera vez, un alto funcionario reconoce que las aerolíneas internacionales delinquen en Venezuela. Eduardo Samán, presidente de Indepabis, señaló cómo esas empresas bloquean las tarifas más bajas y sólo venden las más caras. El resto de los organismos parecen dirigidos por empleados de las líneas aéreas. Incluso a veces amenazan verbalmente, pero jamás hay sanciones efectivas. Ahora sólo falta que Indepabis logre no sólo castigo para esas compañías, si no resarcimiento, indemnización, a sus víctimas.
Un verdadero peligro para la ciudadanía representa el plan de liberar presos, por medio de medidas judiciales cuyo fin es exactamente ése: soltar presos, sean o no culpables, sean o no peligrosos. Un caso horrendo de los efectos de la mala aplicación de la “cayapa judicial” se vio en el asesinato de José Gregorio Vera, funcionario de la policía de Lara, asesinado al ser atracado por Eiler Salcedo. En ese atraco murió otra persona honorable y el atracador. Ese criminal, que ahora jamás reincidirá en el crimen, había salido libre gracias a la cayapa apenas unos días antes del atraco. No se trata de dejar preso a las personas inocentes, pero no es admisible liberar a criminales de alta peligrosidad, que horas después de salir a la calle matan y roban para comprar la piedra necesaria para festejar la liberación.
Carlos Ocariz, el paraco alcalde Sucre (Miranda) le roba a sus ex policías. A los que despide, no les paga las prestaciones o si lo hace, no incluye los intereses de mora. Con el irrespeto propio de alguien que llena un municipio de paramilitares colombianos, los funcionarios que entregan los cheques le dicen a las víctimas que o lo toman como está –incompleto, sin las prestaciones-, o simplemente no cobran. Qué clase de canalla.
Es insólito que no exista una campaña de información sobre los esfuerzos que realiza el gobierno para garantizar el abastecimiento de productos esenciales, mientras la oposición política y económica se esfuerza en la dirección opuesta: provocar escasez. Aunque parezca increíble, gracias a la desinformación que provocan los medios, muchísima gente culpa al gobierno por la carestía, pese a que trata de evitarla, mientras que no responsabiliza a los verdaderos culpables. No se informa, por ejemplo, de las reuniones entre Álvaro Uribe Vélez y Henrique Capriles en el hotel Dann Carlton de Bogotá, para planificar acciones cuya finalidad era causar la desaparición de alimentos y otros productos esenciales.
En la Asamblea Nacional, no sólo la oposición tiene verdaderas joyas, tipo José Sánchez Montiel, alias Mazuco, o Biaggio Piglieri. En el chavismo hay una especie de Pompeyo Márquez con faldas, que se vende a cambio de que un narcotraficante le pague carro y chofer.
La última imbecilidad que difunden los escuálidos es de coger palco. En conversaciones privadas, aseguran que Puerto Rico es el país más afortunado de América Latina, por su condición de colonia estadounidense (obviamente, los apátridas no dicen colonia, sino Estado libre asociado y eufemismos parecidos). La realidad es que ese “afortunado” país es la mayor víctima de EEUU y allí reina la pobreza, el desempleo y la desesperanza en tal grado que hay más puertorriqueños en Nueva York que en San Juan. Por lo visto, a queines les va muy bien en su patria emigran a otro lugar, donde son tratados como parias y ciudadanos de tercera categoría.