Coyuntura: un televisor al hombro a los imbéciles nos deja sus luces

Que cosa lo que es el capitalismo tan complejo que se ve, tan misterioso que parece ese sistema de mercado de ganancias donde no entendemos nada; por qué le ponen un precio a algo, quien lo decidió, de donde viene, a quien va, quien lo norma, porque si yo valgo tan poco, si mi trabajo y todo lo que me desmadro manteniéndolo y obedeciendo al que esta por encima de mí lo pagan a locha (soy una triste mercancía barata) mientras las cosas que necesito y a veces hasta yo mismo produzco tengo que pagarlas a dólar (las cosas valen oro y yo basura), todo eso es tan complicado, pero basta y sobra que un loco que puede ser igualito a mi se lleva un televisor, una nevera en los brazos sin pagar un carajo junto a otros centeneres que llaman saqueadores, para que todo ese misterio se desmorone, y un imbécil como yo al fin empieza a entender algo:

El propietario comercial del televisor resulta que es una cadena maravillosa entre los centenares de bienes y alimentos donde solo ellos compran afuera y distribuyen dentro del país que me parió. En el mejor de los casos dentro de este país lo produjeron sus empresas que a su vez les dan otros dólares (la polarcita por ejemplo) y yo soy el estúpido que les trabajé. Entre tanto sus fabulosos productos expuestos en cadenas y redistribuidos en comercios cuyos propietarios por lo general jamás se enteraron que los que les venden al mayor a unos precios que multiplican todos los días lo pagaron con unos dólares fijos y del Estado que el gobierno les regala prácticamente con la única condición de darles una buena comisión -o entrar en su propios negocios- a los regaladores de dólares desde arriba hasta abajo de la cadena burocrática (eso llaman control de divisas o de cambio); pero como comerciantes al fin desde el bien acomodado hasta el pobre buhonero, también le dan rienda suelta a su desafuero individualista y le ponen cualquier precio, acaparan un rato y le ponen otro peor.

El pequeño gana en bolívares, la grandes cadenas y monopolios comerciales en dólares (lo que aquí ganó en millardos de bolívares los vuelve a invertir en millones de dólares, sea nacional o transnacional), el pendejo paga cuando tiene, el imbécil no entiende.

Pero hasta hay imbéciles como él buscando entrar en la jugadita, por medio de unas remesas al exterior o unos dólares por pasaje que luego revenden entran rapidito, eso sí lo entienden: todos nos convertimos en unos desfalcadores de la riqueza que es de todos aunque sea pura ilusión de estúpido al fin.

Pero esto no se queda allí, la cosa avanza con los años y resulta que los tenedores de dólares ya tienen una fortuna millardaria afuera (algo como 500 mil millones dólares sacados del petróleo que es “de todos los venezolanos”), fortuna verdaderamente desfalcada que ahora comparten en una partecita con algunos pocos de la camarilla que desde dentro del gobierno acumularon igual.

Entre ambos propician una rueda especulativa del dólar negro que se les va de las manos hace un año (Chávez está ido y muriendo, detalle importante), que luego se traduce en devaluación sin que nadie chille (un ajuste dijeron ¡qué descaro!), que luego infla más los precios, que luego infla el mercado especulativo de dólares y mercancías, que hace que hasta el que produce una hectárea de caraota dude si venderla aquí o en Colombia y así gana en dólares y no esa tontería al precio que las mafias intocables le compran.

Al final ya todo se ve en dólar especulativo, los bancos fascinados porque a la final son ellos los que controlan todos los movimientos; ya empezó el mierdero, estamos llegando al llegadero, se acabó la crítica compadre.

El gobierno empieza su desespero porque sabe que esta metido en una olla, ni haciendo bolívares en las maquinitas del BCV compensa nada, por el contrario lo empeora, pero no le queda salida, todo esto lo esta dejando seco de reservas y hasta les cuesta encontrar prestamistas que arriesguen con el mierdero desatado. La oposición agita y conspira para poner la cosa más fea y así atrapar la arrecherita multiplicada: de hecho muchos de los imbéciles caemos en la trampa política reaccionaria, hasta si hay golpe, a algunos ya nos sabe. Verdaderos peligros empiezan a rumorearse.

Aparece entonces la estrategia oficial de culpar a los hambreadores de siempre de llevarse la comida que se le regaló. Se les califica de apátridas y conspiradores, una redundancia que ya no sorprende a nadie, además ya se sabe desde que se creo este país y sobretodo con el primer chorro de petróleo puesto en el mercado están haciendo lo mismo.

Ese no es el problema, ni crea movilización popular alguna que se parezca en algo a las de hace una década: ¿por qué?, porque ya no hay excusa, el “gobierno revolucionario” tiene toda esta década vivida esquivando el quiebre revolucionario inevitable.

Hasta hay otros imbéciles que lo empezamos a entender: todo el sistema rentista y monopólico que los hace tan poderosos sigue intacto, toda la estructura de Estado que lo defiende no se ha disuelto sino fortalecido, toda la base del capitalismo rentista, importador y ahora del mismo Estado empeora el entuerto histórico. Y si no viene ese quiebre, o se abre en los próximos meses un camino real que conduzca a él en el corto plazo, allí sí que puede aparecer el demonio reaccionario en cualquiera de sus formas acabando con el sueño libertario.

Probablemente sea a estas alturas muy de estúpido pedirle al gobierno que lo haga. El amigo Nicolás que no es tan bruto como nosotros olfatea el peligro de no hacerse ver a la altura de ese quiebre y se decide por la amenaza real, el decomiso, el poner
límites de lo contrario se actuará con la fuerza contra la cadena especulativa. Pero no da ninguna prueba de estar dispuesto a enfrentar el problema verdadero de la rueda del desfalco histórico. Así que solo el pueblo en lucha e insurgente parece ser hasta nuevo aviso el único capaz de acabar con lo que ya se ha hecho absolutamente obvio.

Y como decíamos, hasta los imbéciles como nosotros empiezan a entenderlo porque ese otro llevándose su televisor o nevera de nuevo nos dio las luces aunque estemos muy lejos de un 27F.

Por cualquier razón que sea, con grupitos escuálidos agitando detrás o malandros en busca de oportunidades o vivos mosca que cae algo, sea como sea, se trata de un hombre o mujer que es un no-propietario y con esa cosa al hombro esta reapropiándose de todo lo que día a día le expropian unos cuantos consorcios oligopólicos y burocráticos en un ciclo sin fin y aparentemente incomprensible cuyo desenlace caótico y empobrecedor ya lo vivimos en la cuarta república pero estamos en las puertas de reproducirlo de nuevo. Ese acto lo pone todo en claro aunque en principio no solucione nada.

El verdadero expropiado de siempre recupera lo único dentro de este desastre de modelo económico capitalista-rentista puede ser suyo: esas cosas que valen mil veces más que todo el trabajo de su vida. Aunque tampoco es tan inútil y allí sí entramos en las estrategias del pueblo en lucha.

Hay que reconocerle a esos pocos saqueadores por ahora, al motorizado organizado que amenazó al comerciante acaparador si no baja precios, algo que está en su naturaleza y vaya que aquí lo conocemos rememorando la Venezuela febrerista como algunos dicen: el peligro que de nuevo se desate el “terror” popular es el mejor controlador de precios (según entiendo por todos lados hay comercios bajando precios, aunque solo se trate de artículos electrónicos, zapaterías, línea blanca).

Eso también el estúpido lo empieza a entender aún dándole miedo el saqueo y esa explosión loca...pero de que sirve sirve, ya no hace falta psiquiatras proponiendo pastillas de engaño para darle salidas a la arrecherita que sentimos.

Hay algo en estos días que empieza a decirnos que la rebelión es posible con un nuevo movimiento popular al frente que se esta creando, no precisamente de “saqueadores” sino de gentes dispuestas a reapropiarse de lo que es de todos en favor de todos. Algo muy bello puede pasar si de verdad dejamos de ser unos estúpidos y parece que puede ser así...



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Roland Denis

Luchador popular revolucionario de larga trayectoria en la izquierda venezolana. Graduado en Filosofía en la UCV. Fue viceministro de Planificación y Desarrollo entre 2002 y 2003. En lo 80s militó en el movimiento La Desobediencia y luego en el Proyecto Nuestramerica / Movimiento 13 de Abril. Es autor de los libros Los Fabricantes de la Rebelión (2001) y Las Tres Repúblicas (2012).

 jansamcar@gmail.com

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