Dólares de la nación, explotación de los empleados y especulación al pueblo. O sea. Perfecto. Supongo que hasta los neoliberales convulsos (valga la redundancia) se ruborizan ante tal descarranche.
Ahora no hay más remedio que echarles a perder la fiesta macabra, porque de otro modo vuelven a gobernar y si así se comportan en oposición ¿cómo será si vuelven a mandar?
Apenas se escarbó en la superficie, por encimita, hallamos un hervidero de inmundicias, empresas de un solo dueño que ensartan cadenas de explotación, publican sitios Web con cotización escandalosa de dólar parásito para determinar precios a su vez cada vez más escandalosos.
El capitalismo que me enseñaron se propone un máximo rendimiento con un mínimo de inversión, pero no de modo tan intratable. Tiene que haber límites porque si no, pues no es capitalismo sino esta cosa que hay en Venezuela y al parecer ni siquiera en otros países de Latinoamérica. ¿Cómo se llama esa cosa? No sé tanto. José Ignacio Cabrujas lo llamó capitalismo guasón. Allá en todo caso los economistas que le pongan nombre, porque capitalismo no me parece que es. Parasitismo es término tierno, casi una lisonja.
Capitalismo es otra cosa. Un zafio capitalista como Bill Gates, por ejemplo, produce un sistema operativo, Windows, pésimo, del que no hablo peor porque no lo conozco más, pero que funciona en la inmensa mayoría de las computadoras, es decir, rinde un beneficio y a un precio pagable por la mayoría de los usuarios, no te saca los ojos ni te vende maderas con polilla como Imeca, la empresa de Michele Cocchiola. Es más, compite en precios con otros capitalistas. Y ahora no sé qué hará Guillo Portales, o Bill Gates, después de que Apple declaró gratis su sistema operativo. Porque luchan por aumentar la calidad y bajar lo más posible los precios para competir. Ese es el capitalismo que estudié, no esta guachafita.
Porque si bien siempre fueron así, en estos meses, desde el agravamiento de la enfermedad del presidente Chávez comenzaron en un fenómeno que me atrevo (ahora sí) a llamar especulación insurreccional. O terrorismo gerencial, inaugurado por el Paro Flexibilizado de 2002-3.
No solo aumentan precios de modo catastrófico, sino que promueven apagones, saqueos, colas, crímenes y demás formas de caos. Son pura pérdida. Por eso el Che advertía que la revolución debe caminar uno o dos pasos delante del caos. El caos de Medio Oriente. El caos mexicano, colombiano. Eso es lo que buscan, esa monstruosidad sueñan para ti, para tu niña, para tus padres, para tus amigos y amigas, para tus seres queridos, aventados a un campo de refugiados, cual la población siria refugiada en varios países aledaños que no son Siria.
No hemos llegado a eso porque el pueblo venezolano ha sido «sabio y paciente» y no se ha dejado provocar. Ni cuando el Golpe de 2002, ni cuando el Paro Flexibilizado, ni en las guarimbas, ni en la arrechera sifrina del 15-16 de abril pasado…
Algunos dicen que prefieren quemar la mercancía que venderla barata. Es decir, la hora loca, de las tantas horas locas que hemos tenido en estos años. Pero ahora el pleito es a muerte. A eso conduce la histeria gerencial.