Quienes vamos a votar el 8 de diciembre inducidos por la institucionalidad de las elecciones burguesas, perpetuadora del capitalismo, lo haremos conscientes de participar en un juego sin perspectivas revolucionarias donde se enfrentan electoralmente el bien y el mal. La abstención sería la salida más cónsona con el pensamiento de quienes no creemos en el sistema electoral burgués que apuntala la dominación capitalista y el imperialismo en el llamado “mundo libre”. El abstencionismo no es un fenómeno electoral desestimable si tomamos en cuenta que el histórico de la abstención en las elecciones regionales, desde que comenzaron los procesos para elegir gobernadores en nuestro país, fue el siguiente: 1989-54% 1992-50,72% 1995-53,85% 1998-47% 2000-43% 2004-54,27% 2008-35% y 2012-46,165. (Fuente CNE)
Sería temerario pensar que el comportamiento electoral, en términos de abstención, corresponde a una decisión del electorado uniforme y coherente pero tampoco sería justo subestimar la existencia de un grueso número de abstencionistas que ante la imposibilidad de expresar su descontento con otras formas de lucha expresan su inconformidad con la resistencia pasiva de no ir a votar. También hay una pequeña minoría de gente valiosa que es consecuentemente abstencionista, por convicciones profundas, y merece todo nuestro respeto.
Tratándose de una comedia electoral los actores políticos se disputan en el escenario los votos del público cumpliendo sus papeles protagónicos o los antagónicos. Para quienes razonan como yo los buenos son los rojos y los malos son los amarillos, blancos, verdes, azules y anaranjados pero es inútil argumentar, discutir, decir las verdades, reflexionar o analizar si el elector alienado es a quien le toca decidir sobre la identidad del muchacho o la muchacha de la película. El debate político e ideológico en las elecciones burguesas cede fácilmente a la manipulación mediática y a las matrices de opinión creadas por los laboratorios.
En las elecciones para elegir el 8D al Alcalde Metropolitano se disputan ese cargo el maula del vampiro contra la figura impoluta de Ernesto Villegas. En el Municipio Libertador la pelea es entre el tramposo Ismael García y la rectitud a carta cabal de Jorge Rodríguez. Conformémonos con estos dos ejemplos de la contienda electoral para dilucidar algunas cosas. Lo primero a determinar es la calidad humana de los contendores, lo segundo es destacar su trayectoria política y lo tercero sería detallar sus objetivos estratégicos. Aunque la evaluación objetiva, de estos personajes, sea negativa para los candidatos de la derecha eso no cuenta en las elecciones burguesas sino la capacidad del sistema para engañar a las masas y conducirlas a su autodestrucción.
La filosofía de las elecciones burguesas al upar el exabrupto de candidaturas de tan baja catadura moral, como las del vampiro y la de Ismael García incursos en cualquier tipo de delitos éticos y políticos, pone de manifiesto la inmoralidad del proceso electoral burgués. Lo peor del caso es que el sistema electoral oligárquico pone en riesgo el triunfo de las opciones democráticas, populares y revolucionarias representadas por las figuras enhiestas de hombres como Jorge Rodríguez y Ernesto Villegas que han sabido dejar en lo más alto la digna herencia de sus padres Jorge Rodríguez y Cruz Villegas. Esperamos que la burguesía no se salga con la suya y podamos celebrar el 8D la victoria popular de los buenos.
EL CNE es el plus ultra del voto directo y secreto según la idea de la democracia burguesa pero debemos tomar en cuenta la potencialidad de otras formas de ejercicio electoral más democráticas, directas y coherentes con el pensamiento socialista sin la vulnerabilidad del actual sistema para ser desconocido y saboteado por la misma burguesía.