Las dos grandes alcaldías del país expresadas en Caracas y Maracaibo continuarán en manos de la oposición. Unas firmes esperanzas sembradas en la simpatía de Ernesto Villegas y la juventud de Pérez Pirela, quedaron estrelladas en la discreta realidad de una ventaja electoral que no se pudo remontar. Hasta hace unos poquitos días nomas, José Vicente Rangel en su programa dominical hacia pública unas encuesta que ponían a ambos candidatos con claras ventajas sobre sus oponentes. Pero además un triunfalismo exacerbado se notaba a leguas entre los más altos dirigentes de la revolución que desbordaba los límites de la racionalidad política.
Y el triunfalismo es pernicioso incrementando sus estragos cuando más cercanas están las proyecciones electorales. El camarada Pérez Pírela acudía con frecuencia a “todas las encuestas del país “para justificar una ventaja que no se concretó al final. Las incursiones electorales del candidato de la revolución en Maracaibo, ostensiblemente apuntaladas por el gobernador del Zulia, parecían constituirse en un efecto de retruque que el pueblo Marabino no pudo digerir con la simpatía que la revolución requería.
El querer hacer cosas que de hecho y derecho le correspondían a la alcaldesa lo vio el pueblo maracucho como una forma de mal poner a la esposa de Rosales quitándole una autoridad que Arias Cárdenas desde hacía tiempo le negaba a la Trejo. La equivocada estrategia forzaba a un alcalde paralelo que a pesar de toda su buena intención, el pueblo lo interpretó como un efecto electorero, más que una actitud de servicio solidario. Más o menos lo mismo ocurrió en Petare con el Potro ante las acometidas de Jaua, que al final selló el quiebre electoral de Villegas en la Gran Caracas. Esa postura evangelizadora de Ernesto no convenció. Y sin mayores combates que una sonrisa abierta de triunfalismo advertido a un conglomerado político de los más radicales del país no produjo mayores resultados que la ventaja de Ledesma en la Alcaldía Mayor. La revolución, entonces debe tomar nota de la enseñanza que sugiere, que el abuso de las audacias políticas en tiempos electorales convierte en victima a sus propios actores.