Un golpe en las narices de la OEA

Indudablemente que el retiro de las elecciones por parte de los partidos de oposición y el llamado abstencionista y guarimbero de Súmate obedece a una estrategia golpista financiada por Washington para generar violencia y provocar una eventual invasión extranjera.

Y todo ocurre, para mayor descaro, en las propias narices de la OEA.

Desde el 10 de noviembre, cuando la misión de la OEA se instaló en Venezuela para observar el proceso electoral, se han celebrado decenas de reuniones entre el CNE, gobierno, fuerzas armadas, medios de comunicación, partidos políticos, organizaciones civiles y demás observadores nacionales e internacionales, con el objeto de romper el "clima político electoral de gran polarización y tensión" que percibió la misión producto de las innumerables denuncias de la oposición, Súmate y medios privados sobre las supuestas "fallas del sistema electoral, irregularidades técnicas, falta de imparcialidad y transparencia, intimidación y ventajismo."

La Misión de Observación Electoral de la OEA determinó que estas denuncias estaban asociadas a "un pronóstico de abstención [que] no es conveniente para la democracia venezolana", por lo que se dirigió al CNE para que se le diera respuestas a las demandas de la oposición, las cuales fueron discutidas, de acuerdo a la OEA, con voluntad de "diálogo, acercamiento, tolerancia y respeto mutuo entre las partes", lo cual generó un "clima positivo [por] los consensos alcanzados en estos encuentros."

En este sentido, el CNE accedió prácticamente a todas las exigencias presentadas por la oposición y se acordó a no utilizar los cuadernos electrónicos; aumentar las auditorias de cierre a un 45 % de las mesas; desconectar las maquinas durante la jornada electoral; no transmitir el acta con los resultados antes de su emisión; permitir la presencia de testigos de partidos políticos, observadores y "sociedad civil" en la revisión de software utilizado en las maquinas de votación, así como en todas las fases de la preparación y cierre, antes y después de los comicios; y cerrar los centros de votación a las 4pm. Aun así, en reunión celebrada el domingo 27 de noviembre entre la misión de la OEA y los dirigentes Henry Ramos de AD, César Pérez Vivas de COPEI, Julio Borges, Gerardo Blyde y Juan Carlos Caldera de Primero Justicia, Leopoldo Pucci del MAS, Adalberto Pérez, Enrique Márquez y Ana Ferrer del UNTC, y Enrique Mendoza, la oposición manifestó que si el CNE no retiraba definitivamente
las "captahuellas", todos los partidos de oposición se retirarían de la contienda electoral. La OEA llevó la solicitud ante los directivos del CNE, quienes finalmente aceptaron retirar estas maquinas para favorecer la participación del electorado.

De esta manera, la misión de la OEA expresó su satisfacción por la medida y aseguró que los partidos políticos de la oposición "se comprometieron a participar en la contienda electoral y a instar a la ciudadanía a salir a votar el 4 de diciembre, afirmando que 'el secreto del voto en este proceso no va ser vulnerado' [y] que de no ocurrir un hecho excepcional sobreviniente, las garantías ofrecidas hasta el presente permiten convocar a la participación de la ciudadanía en los comicios del domingo, sin realizar nuevas peticiones." Asimismo, la misión de la OEA resaltó que los "importantes avances en el ofrecimiento de garantías solicitadas por partidos de oposición… deberían generar mayor confianza y participación de la ciudadanía", esperando que todas las partes respeten los compromisos asumidos.

Sin embargo, la palabra de la oposición golpista tiene muy poco valor, y en las propias narices de la OEA, rompió el acuerdo alcanzado y se retiró de la contienda electoral evidenciando que su lucha no era para mejorar las condiciones del proceso electoral sino para derrocar al gobierno del presidente Chávez. De la misma manera, los medios privados que participaron en infinidad de reuniones y se comprometieron a fomentar la participación de la ciudadanía, se olvidaron de la OEA y han comenzado con un bombardeo de mensajes abstencionistas de manera incesante y con la misma ensaña utilizada durante el sabotaje petrolero.

La Venezuela democrática espera un pronunciamiento contundente de la OEA sobre el golpe que ha dado la oposición en sus propias narices.

(*) Internacionalista


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Antonio Guillermo García Danglades *


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