Nada mejor que las acciones defensivas y ofensivas que hoy activan los dueños de las empresas capitalistas para desenmascarar su carácter de explotador irracional e inmoral a la clase trabajadora y demostrar que por la defensa de sus privilegios y el aumento de su capital son capaces de usar los métodos mas sádicos de desestabilización demostrando que solo toleran a los pobres mientras estos no representen un peligro para mantener su control del poder económico.
Gracias a la ofensiva económica lanzada el año pasado por el gobierno revolucionario del presidente Maduro, quedó al descubierto la voracidad de los empresarios que accedían a dolares a 6.30 y fijaban sus precios como si importaran a dólar “libre” obteniendo ganancias superiores al 1000%. En la segunda fase de este contraataque a la guerra económica se comienza a vislumbrar claramente como la escasez y los altos precios en la reventa de los productos de primera necesidad obedecen a un conjunto de acciones desetabilizadoras consistentes en contrabando de extracción, acaparamiento o escasez simulada, baja programada de su producción, venta clandestina de estos o el uso de ellos en productos derivados que se escapan de la regulación. Acciones que van orientadas a crear un estado de indefensión del pueblo en general para que, apoyados en los medios de comunicación, solo piensen en salir de este gobierno y “demostrar” que el socialismo es un fracaso.
Lástima que algunos “socialistas” arrogantes contribuyen en este sentido.
Es deber fundamental de todo el que se considere participante del movimiento revolucionario abrir este debate en todos los espacios para ayudar a entender al pueblo que la única manera de salir del estado de explotación, al que aun es sometido por el poder económico capitalista, es quitándole el control de la economía y eso implica una confrontación inevitable ya que ningún rico va aceptar perder sus privilegios sin defenderlos aunque para ello requiera el uso de la guerra como ocurrió en el Chile de Allende y en la Nicaragua de Frente Sandinista. Incluso aquel camarada que adversa algunas medidas del presidente Maduro está obligado a dar esta batalla ideológica o simplemente es un traidor.
Que Fedecámaras acordó pedir la nulidad de la ley de Costos y Precios Justos no solo es de esperarse sino que puede ser hasta positivo pues, por más que argumenten, en estos momentos no cabe duda que lo único que están defendiendo es su derecho a controlar la economía a su antojo y poder seguir haciendo suya la renta petrolera que le pertenece a todos los venezolanos. El presidente de este “sindicato” empresarial destacó que está ley pone en entredicho la propiedad privada pues según él "Ninguna empresa por pequeña que sea se salva de esta Ley", lo cual para el pueblo pobre es el suceso mas deseado y le exige al presidente Maduro que se castigue sin impunidad a quienes pretendan continuar saqueándolo con ganancias superiores del 30%, porcentaje de ganancia que resultaría obsceno en cualquier otro país.
Presidente Maduro es tiempo de pasar de la amenaza al hecho, ya tiene la habilitante y el respaldo político de las mayorías que con su voto expresaron satisfacción por el inicio de la guerra económica.
Como decía Perez Pirela los empresarios hablan de su propiedad privada, que para nada está en riesgo pues esta ley solo le pone freno a la usura, pero nada dicen de la propiedad privada que se le niega al pueblo cuando le aumentan las viviendas, vehículos y artículos del hogar en porcentajes exorbitantes, realmente lo que les aterra es perder el acceso a la adquisición de divisas para llevárselas fraudulentamente del país, ya que les será exigida una solvencia de precios justos para poder adquirirlos (dos pájaros de un solo tiro).
Argumenta el presidente de Fedecamaras que teme que el efecto de la Ley se vea reflejado en la oferta "cuando lo que necesitamos es oferentes” aludiendo a la “ley de la oferta y la demanda” que justifica que cualquier bien puede cobrarse al precio que alguien lo pueda pagar, de manera que se las arreglan para que la oferta sea deficiente para incrementar los precios y si estos están regulados, los venden “por los caminos verdes”.
En una economía capitalista como la que aun existe en Venezuela decir que toda regulación de precio por debajo al del “mercado” termina haciendo que estos productos escaseen, es aun absolutamente cierto, precios bajos impulsan la demanda por encima de las necesidades reales de la población, no es que se consuman (por ejemplo) más leche o pollo del que se puede, es que se activan mecanismos alternos para generar ganancias con su uso o tenencia como: usarla en otros productos derivados o como complementos (Quesos, suero, Yogourt o pollo por piezas, aliñado o ahumado) que generen más ganancia; o contrabandearla u ocultarla para generar escasez como ya se ha demostrado; o venderlos por “fuera del mercado formal”. Al capitalista nada le importa si el pueblo come, sino que lo que gaste le resulte en máxima ganancia.
Si el gobierno dejara todo sometido a la “ley del Mercado”, solo consumirían leche o pollo (siguiendo el ejemplo) los que puedan pagarlo, así verías 20 marcas de leche en el Supermercado y enormes cantidades de pollo pero los mas pobres posiblemente no podrían consumir lo que realmente necesitan, claro el capitalismo se las sabe todas y nos convencería que “esos pobres” lo son por vagos y flojos, por lo que quienes estudian y trabajan duro tienen mejor posibilidad de ser “alguien en la vida” y con eso resuelven el cargo moral, ocultando de que el sistema capitalista se encarga que solo pocos pueden acceder a mayores ingresos, haciéndolos competir duramente para que después les hagan el trabajo “sucio” de explotar a sus semejantes para entregarle las ganancias a su benefactor. Hoy puedes verlo en países como España donde las tiendas tienen tantos productos que de seguro le arrancaría un “oh my god” a cualquier sifrina, pero sus más de 26% de desempleados y los empleados con salarios más bajos no pueden comprar ni lo básico, igual sucedía en Venezuela en la década del 90.
En el sistema socialista que estamos impulsando, aun insipiente, el pueblo debe asumir el control de la producción y la distribución de bienes y servicios de forma planificada (algo que el trabajador viene haciendo pero para beneficio del “dueño”), por lo que se debe producir lo que se necesita y distribuir al alcance de todos sin que prive un interés de lucro.
Falta mucho por hacer y dificultades por superar pero es el camino que hay que transitar para que la especie humana pueda retomar la vida plena y en libertad.