Esta frase es atribuida a Farabundo Martí cuando luchaba contra los imperialistas en las montañas de Nicaragua junto a Sandino. Mientras los bombardeos arreciaban, Farabundo trataba de poner orden a sus notas del día, pero el bombardeo no le daba tiempo de realizar su trabajo teórico. Entonces apretó el fusil y se puso a bajar aviones.

En la coyuntura actual, pareciera que el buen tiempo y la comodidad que logra el socialismo se vuelca en su contra cuando de guerrear se trata.

Las guerras comienzan con las famosas “guarimbas” y se eleva poco a poco a actividades guerrilleras de sabotaje y ataques selectivos a las fuerzas públicas de seguridad. Mientras la ofensiva sea constante en las tres direcciones referidas y sus acciones tengan un eco propagandístico nacional e internacionalmente bastante fuerte, el resultado esperado es el desgaste político del gobierno en cuestión.

A esta ofensiva política militar se le suma un movimiento de masas capaz de provocar crisis social y un movimiento legal electoral que pueda convertir la crisis en votos a favor.

Esta estrategia la usaron los movimientos insurgentes en América Latina para luchar contra las dictaduras y dieron resultados temporalmente favorables como el triunfo de Allende y la Unidad Popular, el de Moris Bishop y la Nueva Joya, el Frente Sandinista, el movimiento de Omar Torrijos en Panamá y el Frente Farabundo Martí en El Salvador.

Sin embargo, como dice Mao, la lucha de contrarios en el tiempo se torna idéntica: unos hacen lo que otros hicieron antes.

En la coyuntura actual pareciera que la derecha está asumiendo la lucha contra los gobiernos progresistas en el contexto de la estrategia usada por la izquierda revolucionaria. Con la diferencia cualitativa que los intereses son diferentes y opuestos.

Y por la naturaleza social de los gobiernos que se combaten, las respuestas son diferentes.

Las fuerzas insurgentes populares fueron atacadas por la derecha con saña, con crímenes, escuadrones de la muerte, exilios, persecuciones, amenazas, ejecuciones sumarias (mano blanca y mano negra pintadas en las puertas de las próximas víctimas) que luego de secuestrarlas, aparecían en las plazas y carreteras públicas asesinadas con signos de vejaciones, torturas inimaginables y humillaciones. América Latina tiene mucho que contar en este campo: los maltratos y torturas a Víctor Jara en Chile, los desaparecidos en Argentina, las masacres en Guatemala y El Salvador: “El Junquillo”, “El Sumpul”, “El Mozote”. La matanza de la población del Chorrillo en Panamá. Y muchos casos más.

De manera tal, que los pueblos y gobiernos progresistas que han arribado al poder, deben recordar estas acciones, porque si la burguesía retorna al poder, HARÁ LO MISMO QUE HACÍA ANTES.

Significa esto que, no puede haber vuelta atrás y los que no han vivido guerras y represiones del tipo referido tienen que pensar que el buen tiempo, la comodidad y tranquilidad que ha logrado el socialismo, se vuelca en su contra cuando la lucha de clases se eleva a guerra.

A las izquierdas les hacen falta huevos, cojones para salir a las calles, junto a las milicias armadas y el ejército popular. Mostrarle al pueblo y a quien quiera ver, que hay poder, entusiasmo y virilidad. El amor no se mendiga a las clases dominantes. El amor es inteligencia, arrojo, entusiasmo revolucionario y virilidad para defender un proyecto que ha costado tanto.

No se trata de tumbar al gobierno, se trata de tumbar la ofensiva de la derecha y el imperialismo. Y para ello, como dijo Farabundo: Cuando la historia no puede escribirse con la pluma, hay que escribirla con el fusil.

Ya no se puede estar solamente de espectador. La revolución es práctica, no solamente de buena vida y tranquilidad social, amor y besos a la derecha, a veces hay que guerrear y duro. Y para esto se necesita dignidad, orgullo, ideas y cojones.

¿Cuánto de esto hay en juego en la actual coyuntura?