Innegable… son varias las formas de hacer frente a lo siniestro. Lo malo sería ignorarlo: Es factible que lo siniestro emerja, nos salte al cuello y nos desbarate. ‘De cualquier malla sale un ratón, oye, sale un ratón’, entonaba Cheo Feliciano con el coro de las Estrellas de Fania. Para Freud lo siniestro es lo que está ligado a lo inhóspito, a lo extraño; aquello que poco a poco deja de ser familiar para volverse extraño, sombrío, inaudito. Lo siniestro es esa cercanía casi milimétrica con respecto al mundo supuestamente real, es esa delgada línea que separa la atmósfera de la estratósfera, la demencia de la cordura. Lo siniestro existe en la ficción, en la fantasía, en la obra literaria y en la en la vida real. Sobran ejemplos.
En Venezuela lo siniestro se ha hecho cotidiano. Lo ocurrido desde el 12 de febrero hasta estos días, bien larguísimos de abril, parece más ficción que realidad. Mostrarse de acuerdo en que existe una gran consternación en la población venezolana, y que ésta ha sido provocada por las acciones de los opositores al gobierno, es un requisito sine qua non para poder superar esos estadios de abatimiento. La realidad no se puede ignorar, ya que ni siquiera habría esperanza para sobreponerse a ese duro cuadro de angustia en el que nos encontramos millones de compatriotas. Aunque la esperanza no es suficiente, pero sin ella la lucha se desmaya, titubea.
El pueblo venezolano ha estado recuperando durante estos últimos quince años su humanidad despojada. Antes no lo dejaban pensar. Ahora quieren imponerle de nuevo el mito de que ellos son la clase élite, la clase poseedora de un conocimiento privilegiado que viene a salvarlo del ‘castro/comunismo’, ‘de los malditos chavistas’, debiéndoles el pueblo agradecer el sacrificio que están haciendo por él. Sin embargo, el pueblo ha venido aprendiendo; bueno, Hugo Chávez lo despertó, y ahora sabe que aquellas personas que son inmaduras política y culturalmente son las más susceptibles de ser manipuladas. Nada de ambigüedades. Nunca los hombres y las mujeres se harán en el silencio, se harán en la palabra. Hay que participar y hacerse protagonista de su propia historia, siempre en primera línea. Toda conciencia, según lo ha mostrado Husserl, es conciencia de algo:
Zapatos de mi conciencia
mal que bien me van llevando
zapatos de mi conciencia…
Ya ese mito de la inferioridad ontológica de los humildes de nuestro pueblo y el de la superioridad de los ricos, fue develado en las escuelas y universidades que ha venido impulsando la Revolución Bolivariana, pero que hay que seguir desnudando mediante la discusión y el debate en los rincones todos de la patria esa falacia; como ese otro mito bien difundido de que ellos son la clase productora que genera empleo y no explota a los trabajadores. Pero no crean ellos que el pueblo no los conoce y que no los está observando en su siniestralidad a través de la fina película de hojaldre, por ahora sin odio ni buen humor; el pueblo humilde anda con cien ojos y los ve como monstruos horribles y repugnantes, por esas, sus acciones criminales, por los idus de marzo, como en el episodio sangriento de Roma en el que Marco Bruto creyó que asesinando a César salvaba la patria. Asimismo la historia da cuenta acerca de las calendas, o sea, el primer día de cada mes. Igualmente las nonas o día quinto de cada mes con algunas excepciones, por lo que hay que estar bien despiertos, ya que los ríos egoístas discurren por los cauces profundos de lo siniestro y acarician la idea del día “D” en Venezuela.
Así las cosas, no podemos quedarnos con las manos atadas, necesario es seguir inventando, escribiendo hasta que se nos apaguen los ojos, hasta que los dedos se nos atrofien y no podamos darle más al teclado y al lápiz con vigor. Un pensador lanza una flecha y otro pensador la recoge, así como Simón Bolívar lanzó una estrella y José Martí la atesoró, para lanzarla en una dirección distinta. Lo importante es que la escritura produzca un sentimiento de que algo va a pasar o acaba de pasar… Así es lo siniestro en un mundo occidental en el cual todo el cosmos gira a la derecha, pero donde la izquierda va a contramano y que choca contra la desesperanza de la burguesía que quieren hacernos creer que el mundo no puede ser distinto a lo que es, es decir, plenamente conforme a sus intereses y voluntades.
Agnes Heller escribió una obra titulada Teoría de las necesidades de Marx, donde señala tres normas éticas válidas tanto para el individuo como para la sociedad que nos van ayudar en esta lucha que libramos en Venezuela por construir el socialismo revolucionario desde la izquierda pensante y militante. La primera se refiere a la comunicación radical, es decir, ningún individuo puede convencer a otro a base de obligarlo a aceptar sus puntos de vista y su voluntad, sino que las convicciones y decisiones han de surgir de las argumentaciones presentadas en el curso de un debate democrático.
Por su parte, la segunda alude a la tendencia a satisfacer todas las necesidades humanas, excepto las de posesión, poder y ambición; de esa manera la sociedad reconocería todas las necesidades de los estratos sociales y los individuos definirían las propias en relación a las necesidades de los que le rodean.
Terminando con una tercera norma ética que consistiría en el deber de desarrollar la ética social en todos sus aspectos, para lo cual todos los miembros de la sociedad estarían obligados a poner de su parte en el desarrollo de esa riqueza y el individuo se vería obligado, por sí mismo, a desplegar las facultades que ha recibido por herencia o que ha descubierto en el curso de su formación.
Parece mentira, que en estos días de la ira la locura ya casi se asemeja a la sensatez. Son ellos los que están caminando al revés y no nosotros. Pero la derecha cree firmemente en que puede derrotarnos y aplastarnos a corto plazo y hace esfuerzos en medio del diálogo para aislar a la izquierda combativa que no quiere pactos de clases y debilitarla hasta más no poder debido a su crecimiento exponencial; la derecha busca con afán profundizar las divisiones en el seno del pueblo a través de diversos métodos y procedimientos. Por otra parte uno va sintiendo cada día que pasa que las palabras organización y lucha son consideradas peligrosas a lo interno de la Revolución. Karl Jaspers, quien era un anti/nazista a rabiar, sostenía que la vida del hombre es inevitablemente difícil y de lucha continua para resolver sus necesidades materiales.
¿Siniestra? Siniestra es la mano izquierda, que no tiene que ser necesariamente espantosa para recibir ese calificativo de siniestra. Preparémonos para una verdadera movilización de las fuerzas organizadas de la izquierda irreverente y combativa.
POST/DATA: « –Usted no sabe lo lamentable que es dormir en una almohada a la que se le botan los sueños– »… nos advertía AQUILES NAZOA en sus Poemas Populares. Hablando de la historia propiamente dicha CLAUDE LEVI-STRAUSS, quien vivió 100 años dijo en una entrevista por allá por los inicios de la década de los 90’, lo siguiente: –Yo creo que la historia es algo que le sucede al hombre y lo demuestra el hecho de que lo que acaece es siempre muy distinto de lo que los hombres hubiesen querido hacer si hubiese dependido de ellos.