La maldición de la abundancia (que ya no es tanta) y el socialismo venezolano

Mi estimados lectores, primero que nada quiero agradecerles por la aceptación que tuvo mi artículo "La Venezuela paralizada versus la pujante Bolivia (2 rostros del socialismo)", http://www.aporrea.org/ideologia/a196613.html, y los muchos correos que recibí felicitándome, en verdad les estoy muy agradecido.

Para entrar en materia debo decirles que este escrito nace de un correo que me llegó recomendándome 2 artículos de Wikipedia: Dutch disease y Resource curse. Es decir, la enfermedad holandesa y la maldición de los recursos. Al leer los mismos, y hacer otras lecturas, se me fue ocurriendo la idea de ir relacionando los conceptos plasmados en dichos artículos con la experiencia económica y social de la Venezuela de los últimos tiempos y el modelo socialista en boga.

Comenzaré diciendo que la enfermedad holandesa hace referencia a una aparente relación existente entre el desarrollo económico de recursos naturales en un país y una declinación de su sector manufacturero. Es obvio, que la Venezuela actual pareciera ser un ejemplo palpable de esta enfermedad holandesa, por más que digamos que de holandeses no tenemos nada.

El crecimiento de los ingresos de un país, por efecto de la explotación de algún recurso natural no renovable (petróleo, gas, minería) que se exporta a otras naciones, implicará la entrada al país de un importante flujo de divisas, lo que presionará a la revaluación de la moneda nacional.

De una manera muy simple, podemos decir que el tipo de cambio de una moneda por otra depende de la cantidad de dinero en bolívares, por ejemplo, en comparación con la cantidad de dólares en reserva. Si tenemos en la economía una suma total de dinero de Bs.100 y poseemos en reservas US$100, el tipo de cambio sería Bs.100/Us$100, o sea US$1 igual Bs1.

Sin embargo, si por la exportación de un recurso natural o el aumento de precios, las reservas internacionales suben a US$200, el tipo de cambio sería Bs.100/US$200, o sea, US$1 igual a Bs0,5. Esto significa una revaluación de la moneda frente al dólar. Muchos de ustedes dirán que eso no es lo que ocurre en Venezuela, donde la moneda se viene devaluando cada cierto tiempo, si es cierto, pero a pesar de todo, se mantiene artificialmente sobrevaluada por el control de cambios. Hablamos de la enfermedad holandesa por lo ocurrido en aquel país en 1959 con el descubrimiento de grandes reservas de gas.

El modelo económico que explica la enfermedad holandesa plantea la existencia de un sector de la economía llamado "no transable" que corresponde a servicios (educación, salud, etc.) y dos sectores "transables": el sector del boom económico (explotación de recursos naturales como petróleo, gas, minería) y otro calificado de "rezagado", la industria manufacturera y la agricultura. Creo que esta clasificación encaja perfectamente con el cuadro que tenemos en Venezuela hoy en día. Una manufactura tecnológicamente atrasada que produce y emplea cada vez menos, una agricultura deprimida a pesar de las expropiaciones de tierras, y un sector petrolero que produce más del 95% de los ingresos en divisas y que ha tenido un boom por el alza de los precios del petróleo, boom que parece haber llegado a su fin.

De acuerdo al modelo, el sector del boom aumenta su demanda de trabajo y se aleja del sector rezagado, al restarle trabajadores, produciendo una desindustrialización directa, lo que puede ser mitigado por el hecho de que los sectores que explotan recursos naturales suelen ser poco empleadores y más intensivos en capital (caso del petróleo).

En el caso venezolano, en los últimos años la nómina petrolera se ha venido incrementando sustancialmente, aunque paradójicamente se sigue produciendo el mismo volumen de crudo que hace más de una década. Esto tiene que verse como una indudable pérdida de eficiencia en la producción de hidrocarburos, producir lo mismo que antes o menos y con más gente. Esto también debe verse desde la perspectiva de una creación artificial de empleos, y el hecho de que PDVSA se ha dedicado a otras actividades distintas a la extracción de petróleo, alimentación, viviendas, etc. Esto me recuerda a un amigo que fue la Unión Soviética y que me contó que para una puerta había como 4 porteros y para un ascensor, 4 ascensoristas.

El modelo de la enfermedad holandesa también señala un "efecto gasto" como resultado de los ingresos extraordinarios que se reciben del sector de los recursos naturales que experimenta un boom que incrementa la demanda de mano de obra que sale del sector rezagado, la industria y en particular, la dedicada a las exportaciones. En Venezuela vemos como el sector de exportaciones no tradicionales prácticamente ha desaparecido, y el sector industrial para el consumo interno está en muy malas condiciones. En el modelo se plantea un crecimiento de los servicios y los precios. En Venezuela vemos como los únicos sectores que siguen creciendo son la banca y las telecomunicaciones.

Debemos señalar que se han estudiado mecanismos para reducir la amenaza de la enfermedad holandesa. Uno de estos mecanismos es disminuir la revaluación de la moneda y promover una mayor competitividad del sector manufacturero. En el caso venezolano, se ha hecho todo lo contrario, se implementó un control de cambios para evitar la salida de dólares y se ha mantenido un tipo de cambio sobrevaluado. Esto ha hecho que los productos manufacturados venezolanos sean más caros que los importados a la tasa de cambio oficial, socavando la competitividad de la manufactura nacional.

Otra vía para minimizar el efecto de la enfermedad holandesa, es la llamada esterilización de los ingresos provenientes del boom, que consiste en no traer dichos ingresos al país de una sola vez, sino hacerlo en forma paulatina. Se trata de crear fondos de ahorros en el exterior. Este es el caso de Noruega que cuenta con un fondo soberano de ahorro proveniente de los ingresos de la explotación de mar del norte de un millón de millones de dólares.

Sin embargo, en los países en desarrollo como Venezuela, existe una presión política muy grande para usar los ingresos del boom para aliviar la pobreza, sin tomar en consideración el equilibrio macroeconómico. Todos tenemos claro que la lucha contra la pobreza y la creación en Venezuela de fondos (Miranda, chino, etc.) no para ahorrar, sino para transferir fondos a los más necesitados por la vía de programas sociales ha sido una bandera política.

Los ingresos por el boom de precios petroleros han ido en gran parte a programas sociales que finalmente incrementan el consumo y la demanda de bienes y servicios, demanda que no puede ser atendida por la manufactura nacional y en virtud de la sobrevaluación de la moneda genera un aluvión de importaciones. Debemos destacar que en la Venezuela actual, el gobierno a través de sus agencias se ha convertido en el principal importador de todo tipo de rubros.

Una manera de controlar la inflación y estabilizar la economía es a través de mantener una férrea disciplina fiscal y un presupuesto superavitario. Lo anterior tiene sentido, en virtud de que la inflación se alimenta de un exceso de circulante. En Venezuela se da todo lo contrario, todos los años se establecen presupuestos deficitarios que posteriormente implica la concesión por parte de la Asamblea Nacional de créditos extraordinarios, y a pesar de lo abultado de los ingresos por exportación de petróleo, el gobierno nacional debe endeudarse. Además, las estadísticas del Banco Central dan cuenta del aumento desmesurado del dinero circulante producto de emisiones para cubrir los compromisos financieros del gobierno central y PDVSA. Por lo tanto, en Venezuela no ha habido una política antiinflacionaria.

También, es posible a través de inversiones en infraestructura y educación mejorar la competitividad del sector rezagado, manufactura y agricultura. Lamentablemente, no es el caso de Venezuela donde hay serios problemas de suministro de energía eléctrica, de agua y deterioro de las vías de comunicación. En lo relativo a la educación ha habido una expansión en lo cuantitativo, pero la calidad de la educación sigue siendo bastante mala. La inversión en educación debería perseguir contar con mayor cantidad de técnicos y profesionales en ciencias puras y aplicadas que es lo que requiere la industria en cualquier país.

Asociado a la enfermedad holandesa hay quienes hablan de una maldición de los recursos naturales, en Venezuela también ha habido intelectuales que han visto en el petróleo una maldición y no una bendición. Esta maldición tiene que ver con el hecho de que países con abundantes recursos naturales (Venezuela es un ejemplo perfecto) terminan teniendo un desempeño económico inferior a otros países con mucho menos recursos.

En los países que no cuentan con un sector de recursos naturales importante, los gobiernos deben ejercer una mayor presión tributaria sobre los ciudadanos. Esto implica que los ciudadanos son más vigilantes y críticos de cómo el gobierno gasta sus impuestos, podríamos decir que existe una mayor contraloría social. En los países desarrollados si se le explotan los cauchos del carro por caer en un hueco en la vía pública, usted puede demandar a la municipalidad, aquí solo puede echar una maldición.

Los gobiernos que cuentan con abundantes ingresos provenientes de la explotación de un recurso natural no ejercen presión tributaria sobre sus ciudadanos, esto implica un menor grado de vigilancia de los ciudadanos sobre el uso del dinero por parte del gobierno, un menor grado de contraloría social. Esta situación la podemos ver a diario, lo inútil y frustrante que puede ser reclamar a un ente público que cumpla con su deber. Debemos recordar que hace algunos años atrás, en Venezuela se redujo el porcentaje del IVA, la razón que se dio fue el boom de ingresos, y cuando ese boom se aminoró, se volvió a subir el porcentaje.

También, se habla de que gobiernos que cuentan con abundantes ingresos provenientes de la explotación de recursos naturales tienden a caer en corrupción. Los gobiernos carecen de la motivación y la necesidad de crear una infraestructura institucional fuerte para regularse a ellos mismos, para regular la economía y manejar eficientemente los tributos de una economía productiva distinta al sector de los recursos naturales. En América del Sur los países menos corruptos son Chile y Uruguay, con gobiernos que dependen fundamentalmente de los impuestos pagados por sus ciudadanos y empresas privadas.

De acuerdo a esta maldición de la abundancia, los gobiernos no parecen interesados en promover una efectiva diversificación económica, solo suelen verse algunas grandes obras públicas, muchas veces mal diseñadas y mal gerenciadas. Aquí en Venezuela tenemos un plan ferroviario que se arrastra por años, que arranca y se paraliza, un metro de Guarenas a Caracas que debió estar listo en el 2012, y que ahora se prevé su culminación en el 2017, unos edificios de la Misión Vivienda que presentan fallas estructurales o fueron construidos en terrenos inadecuados, y así ad infinitum.

Ahora debemos señalar que no todos los autores que han tratado el tema están de acuerdo con este enfoque de la maldición de los recursos naturales, hay quienes plantean que la maldición no proviene de contar con abundantes ingresos por la explotación de un recurso natural, sino más bien, por la implementación de malas políticas económicas y por una mala gerencia pública. Debo señalar que comparto esta visión, tenemos el caso de la clase política noruega, que ha sabido administrar su inmensa riqueza proveniente del petróleo del Mar del Norte sin ocasionar un descalabro económico.

A modo de ir perfilando una conclusión, tenemos que señalar que los modelos de la enfermedad holandesa y la maldición de la abundancia son anteriores a la llegada al poder de la revolución bolivariana, y como hemos visto, la economía venezolana tiene muchas características similares a las planteadas en los modelos señalados. Por lo tanto, parecería ser que los problemas macro y micro económicos que presenta el país no responden a una guerra económica en particular en su contra, sino a una realidad que confrontan los países que súbitamente obtienen grandes ingresos provenientes de la explotación de un recurso natural. Incluso pudiéramos decir que nada tiene que ver el aspecto ideológico, pues esta forma de comportamiento económico se ha dado en países con distintos signos políticos. Además, hay que tener en cuenta que este comportamiento económico también se ha verificado en la economía venezolana durante la Cuarta República y ahora en la Quinta. Como no creo en fatalismos, la abundancia petrolera en la Cuarta República y ahora en la Quinta no han propiciado el descalabro económico, han sido las malas políticas económicas, la falta de gerencia pública y la inacabable corrupción política, de ayer y de hoy, las que nos están conduciendo nuevamente a la época de las vacas flacas.

Si vuelve la época de las vacas flacas, lo que es altamente factible, al ver como está bajando el precio del petróleo, una baja que no podemos entender como coyuntural tomando en consideración que Estados Unidos ha vuelto a ser el primer productor de crudo del mundo, y que la tecnología apunta a ir reemplazando la energía fósil por otros tipos, tendremos que enfrentar el hecho de que Venezuela tal vez ha perdido su última oportunidad para desarrollarse usando como palanca el petróleo.

Mientras escribía estas líneas escuché al Presidente Maduro señalar con firmeza que los precios del petróleo rebotarán, esto no creo que ocurra al menos en el corto plazo, todos los países dependientes de alguna materia prima están viendo el desplome de precios de las mismas como consecuencia de la desaceleración de la economía china, la persistente crisis económica en la eurozona y la tambaleante economía norteamericana.

Además, y tal como lo reseña un artículo de BBC Mundo titulado El petróleo de esquisto cambiará el mercado energético de fecha 15 de Mayo de 2013 - Un aumento mayor de lo esperado en las reservas de petróleo de esquisto de Estados Unidos está por cambiar el equilibrio global de poder entre los productores nuevos y existentes, según un informe de la Agencia Internacional de Energía. También en este artículo se señala que - A lo largo de los próximos cinco años, EE.UU. representará una tercera parte de los nuevos suministros de petróleo, tal como indica la mencionada Agencia. Estados Unidos pasará a ser un exportador neto en vez de importador de crudo en los próximos años.

Siempre he señalado que esa confianza que se ha expresado en los círculos políticos de que tenemos petróleo para 200 años, y las reservas de crudo más grandes del planeta es una insensatez, el petróleo por razones ambientales tendrá que dejar de ser la principal fuente de energía, así que lo más probable, es que gran parte de esas reservas queden sin uso.

Este es más bien el momento para plantearse que Venezuela ahora, y no más tarde, porque el tiempo se nos agota, debe reconvertirse en un país que dependa de la producción de su industria manufacturera, de su agricultura y de la inventiva de su pueblo.

Hay lecciones de la historia que se olvidan, Chile en los inicios del siglo 20 dependía de la explotación del salitre que tenía un uso importante en la fabricación de explosivos, pero durante la Primera Guerra Mundial los alemanes inventaron el salitre sintético, lo que constituyó un golpe terrible a la economía chilena. Como este, hay otros casos en la historia de la humanidad. Todos los días se están investigando nuevas fuentes de energía, se están desarrollando nuevas tecnologías para reemplazar los vehículos de combustión por eléctricos, etc.

En otro orden de ideas, y esto debería tenerlo claro la clase política de la revolución, amor con hambre no dura. Una crisis económica más grave que la que sufrimos ahora se perfila en el horizonte, y esta crisis hará resurgir el fantasma de la pobreza (de hecho ya lo ha hecho según las estadísticas del INE), y haber superpuesto por tanto tiempo, y seguir haciéndolo, las demandas ideológicas y políticas sobre las realidades económicas harán que la probabilidad de derrumbe del proceso revolucionario aumenten. Me parece inconcebible que muchos chavistas marxistas pareciera que nunca leyeron a Marx cuando señalaba que toda la superestructura política, jurídica, ideológica se apoyaba en la infraestructura económica.

Lo triste de la historia es que todo esto se pudo evitar sin traicionar los ideales de una mayor inclusión y una mayor justicia social. Si se hubiera hecho como hizo Noruega, ahorrar en la época de las vacas gordas, Venezuela tendría un colchón para enfrentar los malos tiempos, pero la dirigencia económica obtusa de hoy y de ayer, siempre pensó que la época de bonanza nunca se terminaría. Si se hubieran atendido las necesidades sociales más apremiantes y buena parte de los recursos bien administrados se hubieran dedicado a la infraestructura y la industria, se habrían creado puestos de trabajo productivos. Si con el dinero del petróleo en vez de expropiar y pagar por una empresa existente, se hubiera invertido en otra nueva, tendríamos dos empresas produciendo y no una sola, mal gerenciada y produciendo a medias, y habríamos duplicado la mano de obra contratada. Si a través de una reforma tributaria bien pensada se hubiera pechado a las ganancias especulativas, tendríamos un mecanismo de control quizás más efectivo que los controles de precios, y el Estado contaría con más recursos provenientes de una Venezuela productiva.

Lo que parece inconcebible es que países del Alba como Nicaragua, Ecuador y Bolivia que comparten la misma visión ideológica que Venezuela, cuyos gobiernos se definen como de izquierda, lo hayan hecho y lo estén haciendo mucho mejor que nuestro país, con disminución de la pobreza, baja inflación, estabilidad monetaria y crecimiento económico. Además, debemos agregar que no han contado con los inmensos recursos provenientes de la explotación petrolera.

Lamentablemente, no soy optimista, creo que estamos al borde de echar por la borda un proceso social de reivindicación de los más pobres, de justicia e inclusión social, y ya es muy tarde para rectificar, porque cualquier rectificación para retomar los equilibrios macroeconómicos implicará un duro golpe a la calidad de vida de los más humildes y de la clase media, y como para empeorar las cosas, pareciera que no hay voluntad de rectificación en el plano económico, solo un cálculo político para retener el poder, a mi juicio equivocado, porque hoy en día el nudo gordiano para la supervivencia de la revolución está en el plano económico. Por último, tampoco hay un sentido de realismo respecto al futuro de Venezuela, viéndolo siempre como un país petrolero por los siglos de los siglos, y como siempre serán los más pobres y los asalariados los que pagarán los platos rotos.



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Hernán Luis Torres Núñez


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