La revolución como dijo Sabino se lleva en el alma, no es cuestión de gorras y lambisqueadas de botas gubernamentales. Es cuestión de dignidad, amor a la libertad y al pueblo, pero también de odio al imperialismo y sus lacayos burgueses.

Cuando los hombres hacen públicas sus ideas y las defienden con razones, con corazón y práctica revolucionaria nada ni nadie puede evitar su desarrollo, a cambio de volver a las dictaduras reaccionarias y fascistas aún latentes en nuestro continente.

Se mira el problema y no se quiere ver: ¡la revolución no es una cuestión electoral!

Incluir a Marea Socialista en el terreno de la oposición de derecha o declarar que es impensable compartir el poder con la oposición de izquierda y que marea socialista está dividiendo el Psuv, es una falacia de atinencia muy común en la lógica política electoral.

Ver lo siguientes despachos noticiosos:

“Aseguró desde Monagas/Cabello: Para impulsar la Revolución no puede haber opositores en cargos de dirección del Estado/ Por: Correo del Orinoco | Miércoles, 29/10/2014 01:06 PM” Fuente: aporrea/29/10/2014

“¿A cuenta de qué; Marea Socialista?... la mezcla de azul con rojo da marrón/ Por: Oscar Jiménez | Martes, 28/10/2014 06:47 PM” Fuente: aporrea/29/10/2014

En las nuevas corrientes criticistas de izquierda la narrativa de los acontecimientos jamás se ha usado para estimular emociones de temor, hostilidad o terror. Se ha descrito la verdad de los acontecimientos como el desfalco a la nación y el contubernio gubernamental con los hechores, se ha cuestionado el uso de las finanzas estatales para fortalecer la capacidad productiva de las empresas capitalistas, se ha cuestionado los hechos que en sus debidos momentos aparecían orientados a potenciar el capitalismo y se ha planteado propuestas radicales para continuar con el socialismo.

Los socialistas son los menos convocados a hacer un fetiche de Chávez y del Psuv, porque el desarrollo de corrientes ideológicas y políticas en el seno del proceso revolucionario despierta la dinámica contradictoria del desarrollo de la revolución, no es una cuestión lineal que aparezcan tendencias independientes. Pero, el problema es que una vez surgidos los movimientos de masas, deshacerse de ellos o negarse a apoyar lo que en ellos hay de progresista, significa caer en un prejuicio cuasi-stalinista, es decir: considerar al Psuv o al Chavismo como partido y movimiento de masas dotado del privilegio exclusivo de decidir quién tiene la verdad, quien es más chavista o más revolucionario; de otra manera, tener el “Chavómetro” con el que se mide la autenticidad de los hechos y de los sujetos revolucionarios.

En lugar de pedir formar otro partido, que eso si es promover el divisionismo, se tendría más claridad si se acepta la existencia de otras maneras de pensar la realidad dentro de la misma izquierda, aunque después o simultáneamente, se busquen los mecanismos de ligazón política dentro del proyecto revolucionario.

Yo sugiero que es bueno pensar en hacer del manejo de las contradicciones ideológicas dentro del proceso revolucionario un punto básico del programa del partido; en resumen, las reivindicaciones que demandan las nuevas corrientes criticistas de izquierda, como Marea Socialista, hay que adaptarlas y procesarlas dentro del movimiento revolucionario, no expulsarlos o lanzar infamias y falacias en contra de estos movimientos.

Creo que en las ideas de unión planteadas anteriormente, se expresa la mejor forma política de manejar los asuntos, de cara no solamente a las próximas elecciones, sino también, como parte integrante de la revolución. La experiencia deberá mostrar posteriormente, si  esto es correcto, si sobrevive por largo tiempo una unión política entre las corrientes de izquierda.

La historia, el tiempo y la práctica darán las respuestas. La unidad no es una cuestión discursiva, ni una orden militar, es una experiencia política que arrojaría más beneficio a la revolución, al fortalecimiento del proyecto socialista y al mecanismo electoral.