Mis queridos lectores, este artículo trae más interrogantes que respuestas.
A la vuelta del Presidente Maduro de Panamá, su discurso se ha radicalizado llamando a enfrentar a la burguesía, a revisar sus almacenes y meterlos presos de ser necesario. Frente a esto, hay gente que está de acuerdo con el primer mandatario y reclaman la imperiosa necesidad de radicalizar el proceso. Lamentablemente, no he encontrado en esos llamados a la radicalización de un programa económico que de verdad logre superar los problemas económicos que hoy sufre Venezuela.

Hace mucho tiempo que vengo criticando un socialismo de eslóganes, de frases rimbombantes cargadas de mucha emotividad pero que carecen de lineamientos claros, precisos y racionales. Son frases impregnadas de un voluntarismo ciego, que pareciera hacer creer a quien las repite machaconamente que por alguna clase de fenómeno mágico se hará realidad. Hay quienes dirán que hay mucho de realismo mágico en todo esto.

Por más que he buscado en los escritos de quienes se adhieren a este planteamiento de radicalización de la revolución, no logro encontrar la fórmula racional que permita lidiar con los problemas muy reales de la inflación, la escasez, la falta de dólares, la devaluación de la moneda, la recesión.

En términos generales, quienes abogan por la radicalización del proceso la plantean en términos de una estrategia que se debe llevar a cabo en medio de una guerra económica, política y mediática.

Si quienes propugnan la radicalización ven en la burguesía el escollo para el desarrollo de las
potencialidades del socialismo no les quedaría otro camino que eliminar a la burguesía empresarial apátrida. Es decir, no veo otro camino que nacionalizar la banca y nacionalizar toda la industria y el comercio como se hizo en el socialismo del siglo XX. Creo que lo que he planteado es absolutamente racional con un planteamiento radical, más aún si quienes hablan de radicalización adhieren a la visión marxista. Sin embargo, en todo lo que he leído de aquellos radicales que quieren profundizar el proceso no hay una posición clara en este sentido.

Me imagino que no se atreven a plantearlo con toda claridad, debido a que esta fórmula fracasó estrepitosamente y condujo al derrumbe de las economías socialistas del siglo XX. Además, la situación de Cuba y su acercamiento a Estados Unidos, el archienemigo, en busca de intercambio comercial y turístico y por supuesto de inversiones gringas en la isla deja a los radicales un mal sabor de boca.

Pudiéramos decir que esta solución radical de pasar todo el aparato productivo privado al sector estatal podría tener sentido si las empresas que han sido expropiadas estuvieran trabajando en forma óptima, pero no es así, y para muestra un botón, las empresas de Guayana.

Entonces si los tiros de los radicales no van por ahí, lo más lógico es pensar que de lo que se trata es de mantener al sector privado de la economía bajo fuertes controles. Aquí nos topamos con la triste realidad de que dichos controles se vienen implementando desde hace mucho tiempo. Controles de precio, control de cambio, fiscalizaciones de todo tipo y un número de instituciones creadas ex profeso para controlar la actividad económica del sector privado. A pesar de todos los controles la inflación sigue aumentando año tras año, llegando posiblemente este año a superar el 100%, como he leído en un texto de la gente de Marea Socialista de Carabobo, la fuga de capitales alcanzaría más de 250 mil millones de dólares.
La conclusión creo que es obvia, los controles y las fiscalizaciones no han funcionado, por lo tanto, su profundización probablemente será inútil.

Por otra parte, mientras más controles y fiscalizaciones se coloquen, en un ambiente de escasez e inflación y de restricción en el acceso de dólares será el caldo de cultivo propicio para que la corrupción siga desatada. La burguesía enemiga y apátrida siempre tratará de resguardar su inversión y de obtener la máxima ganancia, esto es sabido y lógico desde la óptica del capitalismo, sin embargo, en una economía controlada la especulación y la fuga de capitales solo será posible con la anuencia de funcionarios de gobierno. Por lo tanto, la radicalización aquí yo la vería en el sentido de incrementar la ética de los funcionarios revolucionarios que deben controlar las actividades de la burguesía. Desgraciadamente, hasta ahora no se ha visto una actitud radical en el sentido de perseguir implacablemente la corrupción.

Creo que a muchos nos gustaría conocer qué medidas concretas proponen los radicales:
Para bajar la inflación a un solo dígito.
Frenar la fuga de capitales.
Lograr un tipo de cambio estable.
Acabar con la corrupción.
Eliminar la escasez.
Aumentar la producción nacional.
Mantener un ritmo constante de crecimiento económico.
Disminuir las importaciones.
Desarrollar una industria exportadora.
Detener el incremento de la pobreza que ha vuelto a resurgir.
Tener un servicio hospitalario del primer mundo.

Queremos respuestas que vayan más allá de los eslóganes de “más poder para el pueblo”, “comunas o nada”, un curso de acción que resuelva todos los problemas planteados.
Queremos que los radicales expliquen por qué gobiernos progresistas como el de Ecuador y Bolivia tienen buenos resultados económicos sin control de precios, sin control de cambio, sin expropiaciones del sector privado, logrando tener inflaciones de un solo dígito, sin fuga de capitales y profesionales, y un crecimiento económico constante.

Debo decir que dudo mucho que los radicales sean capaces de dar las respuestas apropiadas, su discurso está siempre dirigido a atacar a los socialdemócratas, lo que me parece muy curioso porque los países nórdicos que han transitado la vía socialdemócrata han logrado niveles de vida para su población que jamás fue alcanzada por los países socialistas del siglo XX. Aquí cabe esa expresión de “por sus resultados los conoceréis”.