Situación internacional en la víspera electoral.
Hay un ambiente internacional hostil a Venezuela, más allá del ALBA, UNASUR, MERCOSUR y la CELAC, auspiciado por el gobierno de los EEUU y las transnacionales. El imperialismo norteamericano y sus gobiernos títeres en todo el planeta con énfasis en Europa, Latinoamérica y el Caribe están conspirando para derrocar el gobierno de Maduro. Estos sectores no creen en la democracia venezolana y propician una salida extra constitucional. Venezuela no está sola y tiene en el mundo sus aliados principales en Rusia, China e Irán. En Latinoamérica y el Caribe cuenta con el apoyo de Cuba, Nicaragua, Bolivia, Ecuador y de otros gobiernos progresistas de la región. También las vanguardias antimperialistas de los pueblos en todo el planeta apoyan las luchas de la revolución bolivariana encarnadas en el pensamiento del Comandante Chávez. Hay que tomar en cuenta la dura derrota al gobierno y al partido peronista en la primera ronda presidencial de Argentina. Son preocupantes los planes de intervención militar norteamericana en Venezuela y el juego de ajedrez político que ejecuta el Departamento de Estado y la CIA con Guyana, Colombia y Cuba. También tenemos que ver con mucha alarma y consternación el sufrimiento y la desolación causada por las intervenciones norteamericanas, apoyadas por la OTAN, en Irak, Libia y Siria. No puede dejar de mencionarse la política de exterminio a que es sometido el pueblo Palestino por el estado sionista de Israel con la complicidad del Pentágono. El poderío del complejo militar norteamericano y su hegemonía en la región latinoamericana y del Caribe, a través de sus bases militares y la fuerza estratégica del Comando Sur de los EEUU amenaza la libertad de Venezuela con una tragedia. El acoso militar norteamericano cada vez se cierra más sobre el gobierno bolivariano. Somos un país asediado por el imperialismo norteamericano como nunca antes en el pasado. Este es el panorama internacional, a mi juicio, en la actual coyuntura.
La coyuntura electoral.
Lo único nuevo en la coyuntura electoral nacional, nunca visto en anteriores comicios, es el descontento popular generalizado que lo precede y el balance de dos años de gestión de un gobierno chavista sin la presencia física del Comandante. Esa doble condición política no se había experimentado nunca en la corta vida de la V República y a mi juicio no ha sido bien analizada. Las otras variables permanecen sin mayores alteraciones a saber: a) fortaleza del CNE, b) unidad cívico militar, c) organización de la maquinaria electoral del chavismo, d) unificación de la oposición por el antichavismo, e) amenaza de golpe de estado, f) laboratorios sucios de la oposición y d) disposición unilateral del chavismo a reconocer los resultados electorales.
El descontento popular y la evaluación de estos dos años de gobierno son los huesos duros de roer en estas elecciones para el chavismo. La oposición ni tonta que fuera aspira a sacar provecho del descontento inducido en gran parte por ellos mismos y arrima la brasa a su sardina en la evaluación de la gestión presidencial. A estas alturas pareciera tener poco interés determinar el alcance, la magnitud, el origen, las verdaderas causas, los responsables, las capas de la población afectadas y la repercusión del descontento el 6 de Diciembre pues ya el mal está hecho y es muy tarde para satisfacer las mejoras que la sociedad reclama. Si fuera así lo que habría que hacer, según esta tesis pragmática, es ponerse las pilas en la recta final y esperar que pase lo que pase sin saber dónde estamos parados.
Hay dos hipótesis contradictorias: a) que la mayoría de los descontentos decidan culpar de su molestia al gobierno o b) que por el contrario éstos responsabilicen a la oposición de sus penurias. Nadie es adivino, pero lo que sí no se puede ignorar es el impacto que tendrán el descontento y la gestión de los dos años de gobierno de Maduro en los resultados de las elecciones parlamentarias. Así mismo el efecto de estas dos variables sobre la abstención. La confrontación entre la izquierda y la derecha en esta etapa histórica está determinada por la caracterización ideológica de la política económica del gobierno.
El enfrentamiento político no es entre el modelo socialista y el modelo neoliberal sino entre el modelo populista de izquierda y el neoliberalismo apoyado por el fascismo. A simple vista se puede observar que en la guerra económica la opción populista de izquierda con traje socialista no ha podido derrotar la conspiración de la burguesía. Esto es palpable por la persistencia de las colas, la insuficiencia de los productos y la inflación en curso. El gobierno está haciendo esfuerzos tardíamente para controlar la situación pero hasta ahora todo le ha salido mal porque sus pasos no van en la dirección estratégica correcta para la construcción de la sociedad socialista y el desmantelamiento del capitalismo.
La victoria popular este 6 de Diciembre es posible si las masas trabajadoras que siempre han acompañado al chavismo acuden a las mesas de votación, asimilan el descontento y sufragan por un reconocimiento de la obra del gobierno sin pasar factura. Los autores de la guerra económica harán todo lo posible por frenar este nuevo voto de confianza al chavismo pero no lo lograrán por la convicción anti neoliberal y el miedo al fascismo inculcados por Chávez. No es la hora de regocijarse en el debate sino para la acción oportuna y fecunda de la maquinaria roja en la acción de llevar la gente a votar. La discusión habrá que hacerla cuando llegue el momento de la reflexión crítica y profunda.
Hay mucho que hacer todavía, además de salir a votar el 6 de Diciembre contra el neoliberalismo y la amenaza fascista. Cada quien debe poner su granito de arena para persuadir al que tiene dudas, al que está descontento o está desmotivado. Hay que prepararse, rodilla en tierra, para la arremetida de la ultraderecha que viene una vez más, gane o pierda, con todo su odio y violencia contra el pueblo humilde y la nueva democracia venezolana.
POR LA DERROTA DEL NEOLIBERALISMO Y DEL FASCISMO, VIVA CHÁVEZ!