Las empresas globales, se instalan en toda la Cuenca del Pacífico y a lo largo de la Costa Atlántica, es un acelerado comercio internacional que se viene presentando en los últimos años por el proceso de integración regional y, donde la comunidad económica europea desde 1992 trata de impulsar junto al Tratado de Libre Comercio Norteamericano, en marcha desde 1994.
Los bancos, como su sector se identifican aún más y no importando su identificación o nacionalidad visualizan al dólar venezolano, como su punto de inversión y cuyas operaciones se concentran en el ámbito internacional, sin duda, Venezuela es el fenómeno característico de las organizaciones financieras a nivel internacional.
Distintos factores contribuyen a los mercados financieros en su globalización, utilizan innovaciones tecnológicas en el campo telemático y buscan romper las trabas en los flujos de capital y, cada día nos ofrece el comercio, nuevos productos.
Las autoridades y la comunidad bursátil de los países involucrados, realizan diariamente esfuerzos tendientes a propiciar o favorecer una mayor globalización.
El socialismo de Chávez inventado por Nicolás Maduro Moros y sus asesores buscan correrse hacia la democracia en éste mundo globalizado, da más capital. Es un escenario complejo y de contrariedades, pero, la burguesía intenta reconstruir su dominación con golpes y saboteos para hacer fracasar el Legado y, tenemos a un pueblo soldando grietas en las colas. Maduro, busca restituir la democracia burguesa y descarrilar la revolución, es un ultraje al pensamiento de Chávez.
Hay una marea de propuestas que no cristalizan, porque poco se asume con claridad y desencadena un conjunto de eventos que se traduce en el mundo financiero local y universal para golpear luego, los bolsillos del pueblo venezolano y extranjero residente el país.
La Iniciativa para las Américas, lanzada por Estados Unidos, viene influyendo para ello, aunque los bloques emergentes en la región se esfuercen por conservar su integridad, como lo demuestra el acuerdo macro, firmado por el Mercosur con Estados Unidos, en 1991, camino seguido también por el Caricom. Aunque ahora esta Petrocaribe, Unasur y Alca.
La crisis y el estancamiento económico a que ingresó América Latina en los años 80 y la nueva ofensiva imperialista de Estados Unidos sobre la región, lanzada por el gobierno de Reagan a principios del período, al tiempo que bloquearon a las políticas de afirmación del poder nacional, que implementaban los países latinoamericanos más desarrollados, obligaron a la reunión de esfuerzos, mediante la política de concertación, y han puesto de nuevo en primer plano la cuestión de la integración regional. Pero ese latino americanismo renovado se configura en el contexto de una realidad mundial profundamente modificada por la formación de los grandes bloques económicos hegemonizados por los centros imperialistas, la crisis del mundo socialista y la emergencia de un orden internacional que contrapone con singular nitidez un reducido grupo de naciones privilegiadas al resto de la humanidad.
En este contexto, América Latina —enfrentándose a las presiones que se ejercen sobre ella, en el sentido de dilacerarla y de proceder a la anexión en separado de sus partes— tiene que promover la creación de un espacio económico más amplio, capaz de adecuarse a los requerimientos derivados de las modernas tecnologías de producción. Esto no se pude entender empero, como pasó en la década de 1960, como el simple agregado de espacios económicos relativamente dinámicos, pequeñas islas en el océano de subdesarrollo en que se sumerge la región. Por lo contrario, supone la construcción de una nueva economía, basada en la incorporación de amplios contingentes de población al trabajo y al consumo, mediante una correcta asignación de las inversiones, una verdadera revolución educacional, la supresión de las elevadas tasas de supe explotación del trabajo y, por ende, una mejor distribución del ingreso.
Es evidente que ese resultado no puede ser alcanzado sin que la integración económica signifique también avanzar en dirección a la integración política, vuelta hacia un Estado supranacional en Latinoamérica. Las actuales discusiones sobre la reforma del Estado, que se desarrollan en todos los países de la región, no llegarán a buen término si no parten de la noción de que el antiguo ideal bolivariano se halla reactualizado por la vida misma y que, más allá de datos geográficos, históricos y económicos, ningún país latinoamericano es hoy viable aisladamente. Llegamos a aquel punto en el que nuestra supervivencia como brasileños, mexicanos, chilenos, venezolanos depende de nuestra aptitud para construir nuevas superestructuras políticas y jurídicas, dotadas de la capacidad de negociación, resistencia y presión indispensable para tener efectiva presencia ante los súper-Estados que existen ya o están emergiendo en Europa, Asia y en la misma América. Es sobre esa base como podremos aspirar a desempeñar papel activo en la conformación de una sociedad internacional más equitativa, que implique la democratización de los organismos que la rigen, a empezar por la Organización de las Naciones Unidas. Sólo eso asegura la existencia de América Latina como ente histórico, capaz de determinar su propio futuro.
Ahora, existe un programa de flexibilización de valores mercantiles, la Reserva Federal de Estados Unidos viene rescatando su zona y, hoy muchos venezolanos involucrados en esos negocios, incluso con el mundo del narcotráfico, buscan generar capital en la Casa de Valores en Nueva York, estafan con divisas venezolanas en el comercio exterior y engañan al Estado con falsas compras de bienes, dañan al mismo Estado por carecer un sistema de vigilancia adecuado.
El dólar, aunque tiene sus puntos críticos, nunca como valor fracasará, el mismo se rescata en el mundo subterráneo de la economía y, así cualquiera se reanima.
El Secretario de Estado estadounidense, John Kerry, agradeció a Cuba por su ayuda de acercamiento hacia el Sur y el inició de relaciones diplomáticas implica la salida de Raúl Castro del Poder en dos años y, uno de los signos positivos del acercamiento fue la eliminación de Cuba de la lista del Gobierno de Obama de países patrocinadores del terrorismo, lo que podría facilitar a la isla hacer más transacciones financieras con ciudadanos estadounidenses y colocar sus producto en Colombia, Perú, Chile , Uruguay y Paraguay. Más allá del Mercosur y Unasur.
Necesitamos más diplomacia y acción en el campo económico.
Dicha situación genera expectativas de eventuales acuerdos que deriven en un mayor acercamiento entre ambos países tras más de 50 años de hostilidades. Funcionarios estadounidenses y cubanos superaron una serie de incidentes potencialmente conflictivos durante este verano boreal, con demostraciones mutuas de pragmatismo raramente vistas desde la revolución socialista de 1959 que llevó al poder al ex presidente Fidel Castro.
El mandatario estadounidense, Barack Obama, pareció reconocer esto públicamente el 8 de noviembre de 2014, cuando en un evento de recaudación de fondos de campaña para su partido en Miami dijo que puede ser el momento para que Estados Unidos revise su política hacia Cuba en su totalidad.
Venezuela, es hora de actuar, romperlas barreras del mundo globalizado y transitar el mundo económico como es, esto, para estabilizar los precios en el mundo financiero. Y que el pueblo no pase más hambre y colas.